Rotundo fracaso del plan especial de seguridad estadunidense que cumple dos meses
Bagdad, sacudida por bombazos que provocan unos 200 muertos
Multitud enfurecida recibe a pedradas a las fuerzas de vigilancia y grita "¡abajo Maliki!"
El blanco, barrios chiítas
Es uno de los días más sangrientos en Irak en 4 años de ocupación
Ampliar la imagen Traslado de una de las víctimas del estallido en un mercado de Sadriyah, uno de los cinco ataques con bomba perpetrados ayer en la capital de Irak Foto: Ap
Bagdad, 18 de abril. Este miércoles pasará a la historia como un día de infamia para los iraquíes, a quienes Estados Unidos les dice una y otra vez que la seguridad va mejorando. Casi 200 personas fueron asesinadas en uno de los días más sangrientos de los cuatro años de guerra, cuando coches bomba desgarraron cinco vecindarios de la ciudad, poniendo de manifiesto el fracaso del plan de seguridad estadunidense, que cumple ya dos meses.
Tras los estallidos, soldados estadunidenses e iraquíes que llegaron al lugar de las explosiones fueron recibidos a pedradas por una multitud furiosa que gritaba: "¿Dónde está el plan de seguridad? No estamos protegidos bajo ese plan".
Nubes de humo negro se elevaron sobre la capital iraquí luego de que cinco bombas estallaron en mercados atestados y calles dejando sólo cuerpos carbonizados y miembros amputados.
"Vi decenas de cadáveres", dijo un testigo en Sadriyah, un barrio mixto chiíta-kurdo en el oeste de Bagdad donde murieron 118 personas y otras 139 quedaron heridas. "Algunas personas se quemaron vivas dentro de los autobuses. Nadie podía llegar a ellos después de la explosión. Había trozos de carne por todo el lugar. Las mujeres gritaban los nombres de sus seres queridos que habían muerto".
La escalada en los devastadores ataques con bomba de insurgentes sunitas contra civilies chiítas ha desacreditado el plan de seguridad estadunidense que implementó un "incremento" de tropas estadunidenses. Lanzado el 14 de febrero, el plan tenía la intención de dar al gobierno iraquí mayor control sobre las calles de Bagdad.
El Ejército del Mehdi, la milicia chiíta acusada de tener escuadrones de la muerte operando contra civilies sunitas, ha adoptado un bajo perfil y evitado confrontaciones militares con Estados Unidos, pero esto seguramente dejará de ser así después de estos devastadores atentados con bomba. El primer ministro, Nuri Maliki, es percibido como incapaz de defender a su propio pueblo.
Tras las explosiones, un hombre abrió los brazos y vociferó: "¿Dónde está Maliki? Que venga a ver lo que está pasando". Las multitudes enfurecidas que apedrearon a uniformados estadunidenses e iraquíes también gritaron "¡abajo Maliki!"
El peor ataque ocurrió en el mercado de carne y verdura de Sadriyah, en el centro de Bagdad. El lugar ya había sido blanco de una de las peores atrocidades ocurridas en esta capital, cuando un atacante suicida estalló un camión el 3 de febrero pasado, matando a 137 personas. Muchos de los muertos el miércoles eran albañiles que reconstruían el mercado.
Uno de los sobrevivientes, Salih Mustafa, de 28 años, dijo que esperaba el autobús para ir a casa cuando la bomba estalló, a las 16:05. "Me apresuré a ayudar a las víctimas", dijo. "Vi tres cuerpos en una carreta de madera, los autos de los civiles estaban ayudando a trasladar a las víctimas. Fue una escena verdaderamente horrible".
No hay duda de que los bombazos tenían la intención de matar a tantos chiítas como fuera posible. Como media hora antes del estallido en Sadriyah, un atacante suicida se estrelló en su vehículo contra un puesto de control policial a la entrada del gran bastión chiíta de Ciudad Sadr, en el este de Bagdad, y que alberga a la fortaleza del clérigo chiíta, Moqtada Sadr.
La explosión mató a 33 personas e hirió a 45, según la policía. El humo negro salía de vehículos que ardían y la gente se movía por entre el metal retorcido para rescatar a los heridos. En otro barrio chiíta, Karada, un auto estacionado estalló matando a 11 personas e hiriendo a 13.
"El problema es que los chiítas ya no matan a tantos sunitas, pero los sunitas están matando a más chiítas que nunca", dijo un funcionario chiíta sobre los ataques del miércoles. "Si esto continúa, los chiítas van a querer venganza. Y entonces, las matanzas sectarias van a hacer palidecer todo lo que hemos visto hasta ahora".
Los ataques ocurrieron horas después de que Maliki dijo que las fuerzas de seguridad iraquíes tomarán control total del país para fin de año. Seis ministros que apoyan a Moqtada Sadr acaban de retirarse del gobierno en protesta porque Maliki no ha exigido a Estados Unidos determinar un calendario para el repliegue de sus tropas.
La comunidad chiíta, de 17 millones de personas, que conforma la mayoría de la población iraquí, es cada vez más hostil a la presencia estadunidense, mientras que los cinco millones de sunitas apoyan mayoritariamente la resistencia armada antiestadunidense. Los kurdos son los únicos que respaldan totalmente a Estados Unidos.
Gran Bretaña entregó hoy la los iraquíes la responsabilidad por la seguridad en la provincia de Maysan. "Luego se hará provincia por provincia, hasta que hayamos logrado la transferencia antes de fin de año", dijo Maliki en un discurso pronunciado en su nombre por el Asesor de Seguridad Nacional, Mowaffaq Rubaie.
Pero la transferencia del control político y de seguridad por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña a las autoridades iraquíes siempre ha sido engañoso. Los iraquíes creen, no sin razón, que el control verdadero quedará en manos de las fuerzas de ocupación.
A principios de año, fuerzas británicas volaron un cuartel de policía en Basora, y soldados estadunidenses a bordo de un helicóptero trataron de secuestrar a dos funcionarios iraníes de alto nivel que visitaban al presidente iraquí, Jalal Talabani.
En gran medida, el poder real en Irak está aún en manos de Estados Unidos: el servicio de inteligencia iraquí es financiado por la CIA; el Ministerio de Defensa está fuertemente influenciado por Estados Unidos; la Zona Verde, donde el gobierno iraquí tiene sus cuarteles y viven muchos de sus miembros, está bajo autoridad de Estados Unidos.
En dicha zona, los estadunidenses pasan sin problemas los controles de seguridad mientras que los funcionarios iraquíes son sometidos a controles extremos. "Existe una cultura de dependencia hacia Estados Unidos entre funcionarios iraquíes", señaló un ex ministro iraquí.
El éxito del plan de seguridad estadunidense para Bagdad dependía menos de la incorporación de cinco brigadas estadunidenses adicionales, y más de hacer creer a los iraquíes que se les estaba brindando seguridad. Los insurgentes sunitas y las milicias chiítas se volvieron más fuertes en la capital iraquí durante 2006 porque sus comunidades tenían terror a los bombazos, los escuadrones de la muerte y los secuestradores. Los ejércitos estadunidense e iraquí y la policía sólo podían ganar aceptación si promovían un nivel mayor de seguridad. En esto están fracasando notablemente a pesar del incremento de muertes en las filas estadunidenses en las que, según el promedio de abril, mueren cuatro soldados al día.
Los funcionarios estadunidenses minimizan -o no se han enterado- lo mucho que se ha deteriorado la situación en Bagdad. "Hemos visto progresos inspiradores, pero también demasiada evidencia de que aún enfrentamos grandes desafíos", declaró el mayor general, William Caldwell, un vocero del ejército estadunidense en Bagdad ayer. "Siempre dijimos que asegurar Bagdad no sería fácil".
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca