Usted está aquí: martes 17 de abril de 2007 Política Difícil, un proceso de integración en América Latina: Grabendorff

La desigualdad en la región es enorme, asegura

Difícil, un proceso de integración en América Latina: Grabendorff

JOSE ANTONIO ROMAN

Ampliar la imagen Wolf Grabendorff destaca que hay muy poca voluntad política para el despegue de América Latina Foto: Luis Humberto González

En América Latina (AL) no se percibe una voluntad política ni una visión de largo plazo que la lleve a un exitoso proceso de integración regional. Además, el excesivo nacionalismo y el obstáculo que representa Estados Unidos (EU) hacen más difícil esta empresa, considera Wolf Grabendorff, reconocido internacionalista alemán y director del Programa de Cooperación en Seguridad Regional de la sede de la Fundación Friederich-Ebert en Santiago de Chile.

Señala que actualmente en el mundo se ve a América Latina como una región "muy democrática", mucho más que cualquier otra, pero con graves problemas económicos y sociales, y que hasta ahora no ha encontrado la fórmula para insertarse con éxito en el concierto internacional.

"Hoy día se escuchan muchas voces en AL, pero no se está actuando como región, pierde peso y se le ve muy fragmentada, más que algunos años atrás. Se observan cuando menos tres modelos de desarrollo -de los más conservadores, los más populistas y otros que son la nueva izquierda- y cada abanderado cree que su modelo es el único, además de que hay una relación bastante difícil con EU, y no sólo por los temas migratorios, sino por otros también".

En entrevista con La Jornada, Grabendorff, quien este martes participa en el seminario internacional América Latina: ¿integración o fragmentación?, que organiza la Fundación Grupo Mayan, la revista Foreing Affairs, en español, del ITAM y el Centro Internacional Woodrow Wilson para escolares, insiste en que la pobreza y la enorme desigualdad en la distribución del ingreso y la riqueza son los enormes y añejos problemas que arrastra la región. "América Latina es el continente más injusto en muchos aspectos. En Asia, eso está más balanceado".

Advierte que las sociedades latinoamericanas tampoco han invertido lo suficiente en educación, ciencia y tecnología, y es un precio que están pagando ahora y que seguirán cubriendo en un futuro si no hay una verdadera inversión en esta rama del conocimiento, además de que la globalización es cada vez más difícil sin estas herramientas.

Para Grabendorff, la cooperación internacional es un elemento trascendental, imprescindible en la búsqueda de la integración regional. Pero lamentablemente observa en AL muy poca voluntad política para lograrla. "Hay mucho nacionalismo y eso, aunque entendible históricamente, no es una fórmula para avanzar en un mundo que es cada vez más y más globalizado".

Estima necesario que en algunos momentos se tenga que prescindir de estos nacionalismos, aunque no ve fácil que ello ocurra en la región, pues a los latinoamericanos les cuesta mucho ceder en favor del bien común de todos. De hecho, argumenta, en la actualidad los países no tienen casi ningún control sobre su comercio, porque es cada vez más internacionalizado; tampoco sobre su moneda, pues también depende de reglas mundiales, y hasta en las elecciones se tienen hoy observadores internacionales.

En este sentido, considera, se debe buscar un sano equilibrio entre ese nacionalismo -que también es importante para la cohesión social como país-, y la cooperación internacional y la globalización. "Yo veo que hay falta de voluntad de crear y construir un bien común regional; siempre se ve al bien común como el interés nacional. Pero para avanzar en un sistema globalizado es muy importante tener suficiente cooperación, que implica apoyar al país vecino, y eso también es costoso, no sólo en el terreno económico, sino a veces hasta en el campo político".

Incluso, puso como ejemplo las relaciones que sostienen Francia y Alemania, que fueron enemigos en guerras mundiales que costaron millones de vidas, pero que tras esa experiencia tomaron la decisión política de apoyarse mutuamente en diferentes circunstancias y hoy día no existe rivalidad.

Destaca que la integración regional no se hace meramente con acuerdos, sino se construye día a día, con una cooperación transfronteriza, donde prevalece el bien común de todos, apoyando a un país en determinado momento y a otros en otro tiempo; desde luego que esta fórmula a veces no se ve a corto plazo, pero es seguro que se percibirá con claridad en el transcurso del tiempo.

En este caso, los políticos casi siempre tienen su mirada puesta sólo en las próximas elecciones, con una visión muy corta, dice Grabendorff, quien opina que aquí podrían ser de mucha utilidad los intelectuales o académicos, quienes regularmente tienen una visión amplia y de más largo alcance.

De EU se refiere como otro de los elementos que juegan en contra de la integración regional latinoamericana. Sin duda, dice, tiene una visión imperial y no está en favor que se creen nuevos centros de poder en el mundo, y es probable que busque frenar dicho proceso. Pero para eso debe existir un verdadero deseo de todos los países por trabajar de manera coordinada, sin esperar la solución o ayuda de otras naciones o regiones.

Por ejemplo, los esfuerzos de Europa por integrarse se hicieron, no siempre, pero sí en parte, en contra de EU. Primero fue el esfuerzo y deseo de los gobiernos europeos, y luego del lado de los empresarios, destinando fondos del presupuesto para ayudar a los países menos avanzados.

Pero ante las dificultades económicas de los países latinoamericanos, donde los presupuestos son notoriamente insuficientes para sus propias necesidades, esta vía se ve difícil, reconoce Grabendorff.

Se muestra preocupado porque esta realidad ha llevado a la región a tener cada vez un menor peso internacional, donde los países más grandes económicamente, como Brasil y México, podrían salir adelante de manera individual, aunque desde hace casi dos décadas viven una innecesaria rivalidad, sobre todo en el campo diplomático y económico, y eso en la actualidad no sirve de nada.

Pese a este análisis, dice estar más optimista del rumbo que tomará Latinoamérica en los próximos años y décadas, y considera que México podría jugar un papel importante también como puente de entendimiento entre el norte y el sur del continente, aunque se le ve como un actor que ha cambiado su rumbo.

 
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