Usted está aquí: sábado 14 de abril de 2007 Sociedad y Justicia Readaptación social y reciclaje de basura

Readaptación social y reciclaje de basura

Internos de penales como Santa Martha confeccionan prendas con desperdicios

LAURA GOMEZ FLORES

Ampliar la imagen Envolturas de diversos productos, tarjetas telefónicas y encendedores son usados por los presos para elaborar originales bolsas, carteras y cinturones Foto: Yazmín Ortega Cortés

La basura se ha convertido en industria millonaria: transformada en bolsas de coctel, carteras, cinturones, sandalias, pulseras, aretes o sombreros -con precios entre 500 y mil 500 pesos en tiendas departamentales de la ciudad de México, Miami o San José, es portada por miles de mujeres y hombres de alto nivel económico.

Su elaboración está a cargo de 50 internos del Centro de Readaptación Social Varonil, ubicado en Santa Martha Acatitla -uno de los penales en que se lleva a cabo este proyecto-, quienes de lunes a viernes se concentran en un pequeño taller para transformar cientos de kilos de papel, destinado inicialmente a la envoltura de pastelillos, caramelos, galletas, frituras, en cuadritos de diferentes tamaños denominados grapas.

Tarjetas telefónicas, que cortan en cuatro tiras, perforándolas en uno de los extremos para enhebrar hilo cáñamo, y un viejo encendedor desechable, son los materiales con los cuales confeccionan prendas de alta demanda en los mercados nacional y extranjero por su originalidad y colorido.

La idea de utilizar la envoltura de diversos productos adquiridos en la tienda del penal llevó a un interno a formar cadenitas de grapas, para después darles diversas formas y fabricar prendas que empezó a ofrecer a sus compañeros y familiares. "Era increíble que lo que consideramos basura pudiera convertirse en una hermosa bolsa o cartera", comenta uno de los trabajadores del taller, impulsado por la asociación civil Grupedsac.

"No son productos realizados por indígenas mazahuas, como se ha creído, porque en las etiquetas de venta aparece un colibrí como logotipo, sino fruto del ingenio de internos, en su mayoría primodelincuentes, que crean verdaderas obras de arte con sus manos e imaginación. Ellos proponen formas, tamaño y colorido, y elaboran prendas que venden sobre pedido en tiendas de prestigio", explica la directora de Industria Penitenciaria, Juana Elena Montes de Oca.

El reconocimiento a la creatividad y la certeza jurídica otorgada a 30 empresas que participan en diez centros de readaptación social no sólo ha permitido que fluyan inversiones privadas por más de 500 millones de pesos en los pasados tres años, sino también ha propiciado el impulso a nuevos proyectos.

Uno de éstos es la producción de las primeras bolsas de basura con material reciclado para su exportación al sur de Estados Unidos, con cinco olores diferentes y un repelente contra mosquitos y fauna nociva, tarea llevada a cabo por Grupo Abuin, la segunda firma más importante del país en productos de plástico.

Próximamente se invertirán 5 millones de dólares en la adquisición de nueva maquinaria, indica César Moreno, gerente operativo del grupo, al comentar que además de los 50.57 pesos que se pagan a los internos en todos los talleres -de los cuales 30 por ciento va a un fondo de ahorro, que se les entrega cuando son liberados-, gozan de un bono de productividad de 25 pesos adicionales.

Ello se debe a la diversificación del mercado y a la confianza de empresas trasnacionales y de servicios, a algunas de las cuales se empezará a abastecer de popotes y agitadores, mientras se negocia con otra compañía la entrega de paquetes de cubiertos de plástico para su venta al menudeo, señaló.

Montes de Oca está consciente de que los salarios ofrecidos por una jornada laboral de siete horas son muy bajos, pero resalta que ese dinero permite a los internos contar con recursos para "sortear" sus gastos en el penal, ayudar a la manutención de sus familias y aprender un oficio que les permita autoemplearse o incorporarse al mercado laboral con mejores ingresos.

Casi la mitad de los 33 mil 372 internos en todo el país que participan en proyectos industriales y tres de cada diez han logrado crear su propio negocio o contar con un trabajo formal que evita que vuelvan a delinquir, pues "ya sufrieron en carne propia esta reclusión y la separación de sus seres queridos", subraya.

 
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