Número
129 | Jueves 12 de abril de
2007 |
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Por Mario Alberto Reyes Comer pizza, ir de compras a algún mall y escuchar pop en inglés, son los pasatiempos favoritos de Sergio, quien tiene 23 años de edad y estudia la preparatoria. Su cantante favorita es Cher, la admira tanto, que incluso hace dos años se trasladó al Distrito Federal para estar presente en uno de los conciertos que la diva estadounidense ofreció en el Palacio de los Deportes. Originario de la ciudad de Monterrey, Nuevo León, donde siempre ha vivido, Sergio fue notificado de su seropositividad en agosto pasado. La noticia lo devastó de inicio. Sin embargo, sus planes de vida no se modificaron, al contrario, ahora prepara una serie de proyectos dirigidos a jóvenes en los que la prevención del VIH/sida es uno de los elementos fundamentales. “Fue en el Hospital Metropolitano de Monterrey donde me confirmaron que tenía VIH, pensé que moriría pronto. Esa fue la segunda vez que la vida me puso ante una prueba difícil. La primera ocurrió cuando mi ex pareja, de apenas 18 años, se suicidó. Quedé muy afectado pero aprendí a valorar la vida a pesar de los problemas que se nos presentan. “Hace tiempo mantuve una relación con una persona con quien inicialmente sí me protegía. Él no era monógamo y yo lo sabía. Aún así, un día me pidió no usar más el condón y yo acepté. Creo que ahí fue donde adquirí el virus. Ahora lamento no haberme protegido siempre. “Desde antes de practicarme el examen sabía que algo no estaba bien, pero no acudía al médico por temor al resultado. La prueba me la hice ante la insistencia del chavo con quien convivo. Hasta ahorita él es seronegativo. Estamos juntos no necesariamente por sexo o amor, sino por un fuerte afecto. “De mi familia, hasta hace poco sólo mi mamá estaba enterada, se puso muy mal cuando se lo dije, pero nunca me rechazó. Creo que no pasará mucho tiempo para que se enteren los demás por mi propia boca, aunque ya lo saben. Una tarde, olvidé mis recetas sobre la mesa y las leyeron. No habrá un momento especial para decírselos, simplemente ocurrirá cuando estemos todos en casa. Estoy seguro que me apoyarán. “Mi madre supo de mi homosexualidad cuando yo tenía 16 años. Fue un momento duro. Ella esperaba otra cosa. Tengo dos hermanas y también lo saben pero nunca me han reclamado. Cuando era niño experimenté actos de homofobia. Recordar es doloroso. La gente sigue siendo ignorante y tiende a humillar a quienes son afeminados. Me decían marica. Ya no me duele, ahora para mí esos comentarios carecen de importancia. “La noticia del VIH no cambiará mi proyecto de vida. Quiero terminar la prepa e ingresar a la Escuela Normal para ser maestro de inglés en alguna secundaria. Aunque en la organización Oasis me brindan todo el apoyo, no quiero convertirme en activista. Mucha gente no los quiere. “Ahora deseo fortalecer mi proyecto en Internet llamado Gente Positiva Vive y Deja Vivir, el cual está enfocado a informar a los jóvenes acerca de los riesgos que conlleva la práctica de relaciones sexuales sin condón. Es un foro en el que se publican artículos de interés sobre sexualidad y VIH. “Además, estoy escribiendo un libro en el que narro los últimos 11 años de mi vida, se titula En un abrir y cerrar de ojos. Me decidí a compartir mi experiencia porque estoy convencido de que no hay necesidad de ponerse a llorar todos los días, pues para salir adelante, siempre hay que estar de pie”. |