Las defensivas impusieron condiciones y el espectáculo se quedó en las tribunas
Pumas hilvanó su sexto empate consecutivo; esta vez ante el América
El clásico del odio había generado mucha expectación, pero tras el silbatazo final nadie festejó
Ampliar la imagen El americanista Ricardo Rojas, marcado por Antonio Sancho, cae de fea manera en su intento por rematar a la portería universitaria Foto: Víctor Camacho
Silbó el árbitro Roberto García Orozco el final y nadie festejó. Los cánticos cesaron y un aire de desencanto recorrió las gradas del estadio Olímpico Universitario.
Duelo tenso, cerrado, en el que las defensivas impusieron condiciones y el espectáculo se quedó en las tribunas.
Y es que el conjunto de la UNAM no pudo romper el cerrojo amarillo, para el empate a un gol que por momentos fue entretenido, pero que en términos generales quedó a deber.
El Pumas-América, llamado por algunos el clásico del odio, generó mucha expectación entre sus aficionados, quienes dieron colorido a las gradas pero que observaron un duelo con pocos momentos para el recuerdo.
De lo poco para rescatar, los goles de Darío Verón y Germán Villa, dos elementos de características defensivas que tuvieron la puntería de la que carecieron los hombres de talento, nulificados por recias marcas, bajo nivel (Ailton da Silva y Pipino Cuevas) y, en el caso de Cuauhtémoc Blanco, por sus desplantes entre divo futbolero y niño malcriado.
Se la pasó protestando y en el césped, pero fue amonestado hasta el tiempo de compensación.
El cuadro auriazul hilvanó su sexto empate al hilo, mientras las Aguilas mantuvieron su ventaja en el grupo tres.
Y si Villa se sigue consolidando no sólo como incansable recuperador de balones, sino ahora también como anotador, en el otro lado Leandro Augusto brindó un par-ti-da-zo (así, remarcado) y muchos ya lo ven con la playera de la selección nacional.
A fin de cuentas está en trámites de naturalización y Hugo Sánchez lo valora a plenitud.
Antes del inicio del encuentro, el Himno Universitario fue contrarrestado por gritos de Huelum, en lo que se considera la rivalidad del futbol americano llevada a terrenos del balompié.
Y las emociones empezaron apenas a los 25 segundos, en disparos de Francisco Palencia y Antonio Sancho sobre la meta de Guillermo Ochoa.
Después el América creó peligro, pero por un error del portero Rogelio Rodríguez, quien no pudo controlar un centro, aunque de inmediato lavó su error al realizar oportuna salida sobre Juan Carlos Mosqueda.
Los fanáticos universitarios corearon frases puntillosas sobre los amarillos, en especial groserías contra Cuauhémoc, mientras en la cancha Leandro brindaba uno de sus mejores cotejos.
El brasileño cobró un tiro libre que Ochoa desvió a córner a dos manos y de ahí surgió la anotación auriazul.
Leandro mandó el centro al área, donde Verón se anticipó a todos y de certero cabezazo abrió el marcador, mientras el Temo reclamó a su guardameta que no hubiera salido a despejar el balón.
CU hizo erupción. Impresionante fue el grito de gol que surgió de las gargantas universitarias.
En la banca, el técnico Luis Fernando Tena relevó a un perdido Mosqueda, pero ingresó Cuevas, quien tampoco tuvo mucha participación. Luego relevaría al paraguayo por otro intrascendente: Saritama.
Con el marcador a favor, el Tuca replegó a su escuadra y el rival tuvo llegadas, las más claras al 40, en una falla de Cabañas cuyo tiro cruzado pasó cerca del poste izquierdo, y al 44, cuando el Gringo Castro llegó sin marca ante el Ro-ro pero disparó como defensa que es: a las gradas.
Los aficionados apenas se reacomodaban para el complemento cuando cayó la igualada.
Fue en un rechazo de Verón al centro, que Villa tuvo tiempo para controlar y de potente tiro anotó a media altura, ante el lance tardío de Rodríguez.
Los papeles se invirtieron. El América se replegó otra vez y Pumas buscó la ofensiva con el ingreso de Da Silva, quien llegó como refuerzo y sólo había jugado 59 minutos hasta antes de este encuentro.
El brasileño realizó desbordes, pero se nota fuera de ritmo. Sin embargo, fue para él la mejor llegada de la segunda parte, al 73, cuando no pudo definir en un mano a mano con Ochoa, quien realizó una salida oportuna.