Navegaciones
Resurrección
Un exceso de tiempo libre
Traducción y saludo para Miguel Concha
Casi todas las civilizaciones, e incluso cosas que no pueden llamarse propiamente civilización, como los rebaños de neanderthales, han buscado resolver el problema de cómo ocupar el abundante tiempo libre que les queda a las personas después de que fallecen. Si en torno a las vacaciones, que son a lo sumo un par de semanas, se desarrolló toda una industria mundial, imagínense el desafío que significa ofrecer esparcimiento para la Eternidad a no sé cuántos miles de millones de difuntos. La mitología sumeria dice que Ziusudra (antecesor de Noé, constructor de barcos para sobrevivir al Diluvio) fue enviado a Dlimun, donde viviría por siempre. Los pioneros en las agencias de viajes especializadas fueron, hasta donde sé, los egipcios, quienes disponían del Aaru, el Duat y otros sitios para pasar allí el feriado postrero.
La mitología griega ya imaginaba destinos de primera, segunda y tercera clases: los Campos Elíseos para los virtuosos, el Hades para la gran clase media y el Tártaro para los mal portados: tan abajo del Hades como el cielo está de alto sobre la tierra, alejado del sol y profundo en la tierra, rodeado por tres capas de noche, que rodean un muro de bronce, un pozo húmedo, frío y desgraciado, hundido en la tenebrosa oscuridad. Ahí mandaron al pobre Sísifo, por mentiroso y ladrón, a pasar una muerte que no tenía nada de descanso: empuje y empuje cuesta arriba su piedrota por los siglos de los siglos, amén. El Hades era más bien aburrido y desesperante, según los pocos que lo conocieron y volvieron a este mundo. Odiseo, por ejemplo, se encontró allí con su mamá, quien había adquirido el hábito de beber sangre y se quejaba amargamente de las condiciones del alojamiento. Por su lado, los zoroastrianos de Persia también andaban tras la patente y consignaron en los Ghatas conceptos abstractos de Cielo e Infierno. Y del lado de acá, los mesoamericanos plasmaron en unos murales preciosos, en Teotihuacán, su idea del paradisiaco Tlalocan, pero tenían, además, su Mictlán, su amargo Xibalbá y su siniestrísimo Metnal. Una curiosa variación sobre el mismo tema es el de la rencarnación: antes de tu vida actual fuiste una llama peruana, en uno de tus ciclos te convertiste en el general De Gaulle, hoy eres Claudia, la del departamento 9, y tras tu muerte serás un árbol de aguacate.
La idea cristiana del Cielo y del Infierno (a los que el catolicismo añade luego el Purgatorio y el Limbo) viene del judaísmo, el cual abandonó en algún momento su concepción del She'ol, inframundo general para buenos y malos, y adoptó la de los seguidores de Zaratustra. Y fue al Cielo, a ese sitio que simboliza el retorno al estado previo a la Caída, "segundo y renovado Jardín del Edén, donde los humanos se reúnen con Dios en un perfecto y natural estado de existencia eterna", adonde subió Jesús el domingo posterior a la crucifixión, o sea, hoy, para encontrarse con su Padre.
La resurrección es algo más que revivir a un muerto y devolverle su equipo biológico más o menos intacto, como solían hacerlo Eliseo, en el Viejo Testamento, y el propio Jesús, en el Nuevo. Implica entrar en relación estrecha con la Divinidad y gozar de felicidad eterna. La teología moderna sostiene que la resurrección es una alegoría del acto personal de conciliación con Dios. Pero la tradición católica nos tiene acostumbrados a una iconografía abracadabrante de esqueletos que se paran, se sacuden la tierra y se ponen a bailar o a llorar mientras asoma en el Cielo el rostro del Señor, justo en el momento del Juicio Final, en el que unos serán resurrectos y otros se irán, literalmente, al Infierno.
http://es.wikisource.org/wiki/Odisea:_Canto_XI
http://es.wikipedia.org/wiki/Cielo_%28religi%C3%B3n%29
http://www.churchforum.org.mx/santoral/Junio/1606.htm
http://es.catholic.net/conocetufe/424/904/
http://www.elescoliasta.org/hombre/hombre11.htm
http://www.vidaeterna.org/esp/estudios/resureccion1.htm
A la espera de una definición más precisa del guión, yo, por mi parte, me voy a Disneylandia, que en mi cosmogonía personal se asemeja al Purgatorio, pero que en la de Clara, que va a cumplir nueve y está entusiasmadísima, equivale más bien al Paraíso. Y caigo en la cuenta de que llevo muchas navegaciones sobre asuntos de iglesias, religión y curas (con ésta dejo tales temas en paz), y que en ellas habría podido sentirse maltratado algún creyente. No será el caso de Miguel Concha Malo, querido y admirado, sacerdote, promotor infatigable de los derechos humanos y jornalero fundacional. Va, para saludarlo en este Domingo de Resurrección, un mal vertido a nuestro idioma que hice de una canción que me hace pensar en él cada vez que la escucho: La misa del colgado, de Brassens. El audio lo dejo en el blog.
http://www.laneta.apc.org/dh/consejo/consejoeditorial1.htm
http://www.jornada.unam.mx/2006/02/21/019n1pol.php
http://www.analysebrassens.com/?page=texte&id=135&masquerAnalyses=1
Anticlérical fanatique, / Gros mangeur d'ecclésiastiques, / Cet aveu me coûte beaucoup, / Mais ces hommes d'Église, hélas! / Ne sont pas tous des dégueulasses, / Témoin le curé de chez nous. // Quand la foule qui se déchaîne / Pendit un homme au bout d'un chêne / Sans forme aucune de remords, / Ce ratichon fit un scandale / Et rugit à travers les stalles: / "Mort à toute peine de mort!" // Puis, on le vit, étrange rite, / Qui baptisait les marguerites / Avec l'eau de son bénitier / Et qui prodiguait les hosties, / Le pain bénit, l'Eucharistie, / Aux petits oiseaux du moutier. // Ensuite, il retroussa ses manches, / Prit son goupillon des dimanches / Et, plein d'une sainte colère, / Il partit comme à l'offensive / Dire une grand' messe exclusive / À celui qui dansait en l'air. / C'est à du gibier de potence / Qu'en cette triste circonstance / L'hommage sacré fut rendu. / Ce jour là, le rôle du Christ(e), / Bonne aubaine pour le touriste, / Était joué par un pendu. // Et maintenant quand on croasse, / Nous, les païens de sa paroisse, / C'est pas lui qu'on veut dépriser. / Quand on crie "À bas la calotte" / À s'en faire péter la glotte, / La sienne n'est jamais visée. // Anticléricaux fanatiques / Gros mangeurs d'écclésiastiques, / Quand vous vous goinfrerez un plat / De cureton, je vous exhorte, / Camarades, à faire en sorte / Que ce ne soit pas celui-là.
Anticlerical y fanático, / Gran devorador de eclesiásticos, / esta confesión me cuesta mucho, / pero, ¡ay!, esos hombres de Iglesia / no siempre son asquerosos. / La prueba: el cura de mi pueblo. // Cuando la plebe enfurecida / colgó a un hombre de una rama / sin ningún remordimiento, / aquel cuervo hizo un escándalo / y bramó por todo el templo / "¡Muerte a la pena de muerte!" // Se le vio luego, extraño rito, / bautizando las margaritas / con el agua de la pileta / y prodigando las hostias, / el pan bendito, la eucaristía, / a las aves del monasterio. // Luego, se recogió las mangas / tomó su hisopo de los domingos / y llevado por santa cólera, / se fue como en una ofensiva / a decir misa en exclusiva / para el que danzaba en el aire. // Fue a esa carne de sospecha / que en esa triste circunstancia / se dedicó el santo homenaje. / Ese día, el papel de Cristo, / buen prospecto para el turista, / lo desempeñó un ahorcado. // Y ahora, cuando los paganos / de su parroquia nos burlamos, / no pretendemos devaluarlo, / cuando nos rasgamos el gaznate / gritando "¡abajo las sotanas!", / no es en la suya que pensamos. // Anticlericales fanáticos, / devoradores de eclesiásticos: / cuando se atiborren un plato / de sacerdotes, los exhorto, / camaradas, a hacer de cuenta / que él no se encuentra en el guisado.