Usted está aquí: miércoles 28 de marzo de 2007 Cultura Isocronías

Isocronías

Ricardo Yáñez

Caminos y añoranzas

NO SOY TALLERISTA de prosa, si bien a veces lo he sido, pero en Puebla no sé por qué los talleristas insisten en hacer prosa. Yo no digo demasiado. Su gusto es. Prosa narrativa. Aparte uno colectivo, se han hecho tres libros de autoría individual, de los cuales, con buena fortuna, se han editado dos. Los tres, aunque con hálito poético, son realistas, pero diversos entre sí.

EL INEDITO, DE Celia Tobón, cuenta historias de reclusión (Celia trabajó como profesora en dos centros penitenciarios). Los otros, de Elena Quirós y Servanda Heredia se llaman, respectivamente, Caminos de Piedraluna y Añoranzas de la Coyotera. Los dos proceden por pequeñas historias para contar una mayor: la de un pueblo en cierta época a partir de su relación con la escuela rural el de Quirós, quien para realizarlo acudió a su propia memoria, y la de la salida, que se diría imposible, de un muchacho de un mundo marginal y sórdido hacia nuevos horizontes el de Heredia, quien se sirvió del género entrevista para estructurar su obra.

SIN LIBRO AUN trabajan en sus propios proyectos Estela Cuervo y Fortunato Díaz (me refiero sólo a la prosa, que en poesía, aparte de algunas visitas, trabajan Ignacia Muñoz -ya con poemario, Texcal-, Nadesh, joven francesa cuyo apellido se me escapa ahora, y Aurora Jiménez; en música -está en proceso su primer disco-, si bien antes ha escrito narrativa, trabaja María Lorencez).

AQUI SOLO QUIERO hablar de los casos de Elena y Servanda, porque ambas, luego de esforzarse por sacar adelante sendas, pequeñas ediciones, casi de autor, aunque amparadas por Lunarena, han tenido la fortuna de que el Consejo Nacional de Fomento Educativo se interesara en sus títulos, lo cual sin duda reforzará su vocación.

EL LIBRO DE Servanda es en buena medida una historia neorrealista; costumbrista la de Quirós. Ambas mezclan tragedia, humor, manejan con discreción y tino la crítica social y cuando menos se lo esperaría desbordan calculada ternura. Ambas nos hacen vivir tiempos idos y metafóricamente nos enfrentan a una realidad dolorosamente presente (urbana en Añoranzas..., campesina en Caminos...) en nuestros días. Ana María Dolores Huerta Jaramillo escribió para la cuarta de forros del libro de Heredia: ''La Coyotera es una vecindad de tres patios donde se confunden espacios familiares y comunes, los lavaderos, los excusados y los arcos de la entrada son escenarios de la contradictoria complejidad de la vida. Del otro lado de un río los territorios son paseos o cárceles, y la calle se recorre como un verdadero hogar. Un parque es aula del conocimiento, y alrededor de una fuente los niños juegan volados para olvidar el hambre. Desde cualquier lugar un coyote regresa a la madriguera, con el olfato bien alerta, recorre cantinas, iglesias y barrancas, y nos ofrece el placer de ir a su lado".

AL FINAL DE la ''cuarta" del libro de Quirós quien esto escribe anota: ''...viñetas rurales de educación sentimental de una joven maestra respecto al espacio y las personas en el que, y entre las cuales, habrá de aprender a enseñar y, por supuesto, dicha verdadera, a aprender".

 
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