Todos de pie, cautivos de su magia, en el homenaje de Hispanoamérica al escritor
''Asustao'', dijo Gabo y rompió el silencio
Ampliar la imagen Gabriel García Márquez, su esposa Mercedes Barcha, Elvira Cuervo, ministra de Cultura de Colombia, y Martín Torrijos, presidente de Panamá, escuchan al escritor mexicano Carlos Fuentes durante la apertura del Congreso de la Lengua Española, en Cartagena Foto: Reuters
Cartagena, Colombia, 26 de marzo. ''¡Asustao!" Con esta única palabra Gabriel García Márquez rompió el silencio que lo caracteriza. De hecho ese silencio se quebró una vez más: Gabo, con su voz quedita, habló por primera ocasión en muchos años ante cientos, miles de personas, que abarrotaron el auditorio Getsemaní del Centro de Convenciones de esta ciudad. Fue su homenaje. El homenaje de Hispanoamérica a su gigante de la literatura.
A las 8:50 de la mañana los aplausos irrumpieron en el recinto, cuando García Márquez llegó al lugar acompañado de su esposa Mercedes Barcha y un séquito de funcionarios. Vestido de lino blanco, con una corbata que de lejos se veía verde con naranja y a veces naranja con verde, caminó hacia el escenario, pero faltaba más de una hora para la ceremonia de apertura del cuarto Congreso Internacional de la Lengua Española, así que lo llevaron detrás del telón y después, quizá, a un salón.
Mientras bajaba las escaleras, la pregunta fue:
-¿Cómo se siente?
-¡Asustao! -dijo, sonrió y prosiguió su camino.
Pero más que asustado se le vio feliz: estaba rodeado de amigos, de fans y al menos de momento no le hizo el feo a las cámaras de televisión y fotográficas.
Hizo una segunda entrada triunfal a eso de las 10:10 horas (9:10 tiempo de México), acompañado de su amigo Carlos Fuentes. Cinco minutos después llegaron los reyes de España y comenzó el homenaje al autor de El coronel no tiene quién le escriba.
Gabo, con un misterioso fólder rojo sobre sus piernas, escuchó los discursos a veces sonriente, en ocasiones serio, algunas su pierna derecha cruzada sobre la izquierda, otras a la inversa, comentando cosas con su esposa o con la ministra de Cultura de Colombia, Elvira Cuervo.
Luces y aplausos, todo para él
Las luces fueron todas para él. Los aplausos todos para él. Eso fue la ceremonia de homenaje: un aplauso continuo interrumpido por los discursos oficiales.
Llegó uno de los momentos más emocionantes de la ceremonia cuando el director de la Real Academia de la Lengua Española, Víctor García de la Concha, le entregó el primer ejemplar de la edición especial de Cien años de soledad. Y de pronto se aclaró el misterio del fólder rojo: García Márquez tomó el micrófono para contar cómo escribió su obra maestra.
''Ni en el más delirante de mis sueños, en los días en que escribía Cien años de soledad llegué a imaginar en asistir a este acto para sustentar la edición de un millón de ejemplares. Pensar que un millón de personas pudieran leer algo escrito en la soledad de mi cuarto con 28 letras del alfabeto y dos dedos como todo arsenal parecería a todas luces una locura, hoy las academias de la lengua lo hacen con un gesto hacia una novela que ha pasado ante los ojos de 50 veces un millón de lectores y ante un artesano insomne como yo, que no sale de la sorpresa por todo lo que le ha sucedido. Pero no se trata de un reconocimiento a un escritor. Este milagro es la demostración irrefutable de que hay una cantidad enorme de personas dispuestas a leer historias en lengua castellana y por lo tanto un millón de ejemplares de Cien años de soledad no son un millón de homenajes a un escritor que hoy recibe sonrojado el primer libro de este tiraje descomunal. Es la demostración de que hay lectores en lengua castellana hambrientos de este alimento."
Así, García Márquez volteó los papeles e hizo un homenaje a los lectores.
La historia de cómo escribió Cien años de soledad ya ha sido escrita en varios libros o artículos, pero contada de viva voz adquiere nueva dimensión. Ahí está Gabo escribiendo con dos dedos durante 18 meses, acompañado sólo por su esposa y sus hijos, sin apenas tener recursos para vivir. ''Ni siquiera sé cómo hizo Mercedes durante esos meses para que no faltara ni un día la comida en la casa". Los aplausos llenaron de nuevo la sala, en esta ocasión dedicados a la mujer que desde hace décadas comparte la vida del escritor.
A principios de agosto de 1966, recordó Gabo, la novela estuvo terminada pero el dinero sólo les alcanzó para enviar la mitad de las hojas por correo a la Editorial Suramericana, pero enviaron el final, así que su editor, Paco Porrúa, les dio un adelanto porque estaba ansioso por leer la primera parte: ''Así es como volvimos a nacer en nuestra vida de hoy".
Los aplausos y los ¡viva! no se hicieron esperar. Todos de pie de nuevo cautivos de la magia de Gabo. Calmadas las aguas, hablaron el rey Juan Carlos y el presidente de Colombia, Alvaro Uribe, y comenzó el final cuando miles de mariposas amarillas de papel cayeron en cascada para acompañar los acordes de un vallenato tocado por niños.
Gabo, de pie, sonriente, saludaba a diestra y siniestra, pero cuando cámaras y reporteros se acercaron emprendió, como siempre, la graciosa huida.