Desde hace siete meses las pinturas están encerradas en bodegas de la Casa Frisac
Autoridades de Tlalpan tienen incomunicados 24 murales
Las obras surgieron durante el primer encuentro de muralistas efectuado en la demarcación
Aseguran los artistas que han sido ignorados por el actual delegado, Guillermo Sánchez
Ampliar la imagen Unos 40 artistas trabajaron frente a la sede de la delegación Tlalpan para crear 24 murales. Dos estudiantes de la ENAP Foto: Todas las fotos, cortesía de Polo Castellanos
Ampliar la imagen Julio Carrasco, en plena creación
Ampliar la imagen El artista Arturo Estrada da los primeros toques al mural que creó para el encuentro de pintores que se realizó en Tlalpan
Ampliar la imagen Una de las obras surgidas durante el encuentro de muralistas
Ampliar la imagen Fragmento de la obra La ciudad y sus perros, de Polo Castellanos
Los 24 murales valuados en conjunto en 250 mil euros, realizados durante el primer Encuentro Regional de Muralismo Tlalpan 2006, se encuentran encerrados bajo llave, "incomunicados", en bodegas de la Casa Frisac, en esa demarcación, desde hace siete meses, no obstante existir el compromiso de esa delegación de organizar una exposición itinerante, y después asignar cada obra para su exposición permanente en escuelas, así como en centros culturales y comunitarios de la zona.
El muralista Polo Castellanos, organizador del encuentro, explicó a La Jornada que la obra es producto de la reunión de varias generaciones de creadores de arte público, desde los viejos maestros, algunos de ellos discípulos de los padres del muralismo nacional, hasta las nuevas generaciones de artistas interesados en este género.
Los argumentos de la delegación, agregó el artista, son que no tienen dinero para pagar el seguro correspondiente por si las obras sufren algún daño durante su exhibición, "pero la realidad es que no saben cómo actuar. Hay exposiciones que aseguran con recursos de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal y otras no, es bien sabido que la asignación de presupuestos se hace de manera discrecional".
Deslinde de autoridades culturales
En una reunión sostenida el pasado miércoles entre Castellanos y representantes de las áreas jurídica y cultural de Tlalpan (los titulares no acudieron) una cosa quedó clara: que la dirección de cultura de esta demarcación, a cargo de José Luis Cruz, se deslindaba del asunto, dejando la solución del problema a la Dirección de Desarrollo Social, cuyo titular es Adolfo Lluvere.
El argumento fue que esa dependencia, en la anterior administración, fue la que "recibió" los murales (cada uno mide 1.22 por 2.44 centímetros).
"Esto no tiene justificación jurídica ni moral", apunta Castellanos. El menosprecio a esa colección por parte de las autoridades de la delegación Tlalpan se originó desde el principio del proyecto, no obstante tratarse de una iniciativa que "entusiasmó" y fue apoyada en su momento por Raquel Sosa, secretaria de Cultura del gobierno capitalino en la pasada administración.
Castellanos recuerda que, si bien en las oficinas de Sosa siempre les dijeron que los recursos económicos eran escasos, "sí había el interés y la voluntad por llevar a cabo el encuentro de muralistas; por ejemplo, se hizo un esfuerzo para comprar los paneles de acero donde pintaríamos".
El acuerdo fue que los murales serían donados por los artistas para que formaran parte del patrimonio de la delegación Tlalpan, principalmente para que la comunidad los apreciara por medio de su exposición permanente en las escuelas primarias y secundarias de esa demarcación.
Se reunieron para trabajar desde los maestros Rina Lazo, Adolfo Mexiac, Arturo García Bustos, Daniel Manrique, hasta figuras de la nueva vanguardia muralística, como Alejandro Caballero, Gustavo Chávez, Julio Carrasco y jóvenes estudiantes de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Fueron 40 los artistas que durante la primera semana de septiembre del año pasado trabajaron de 10 de la mañana a cinco de la tarde, frente a los portales de la explanada delegacional de Tlalpan.
"Se juntaron todas las generaciones de muralistas que hay en México, como hace mucho no se veía, fue muy importante, porque se demostró que se trata de un movimiento plural, donde cabemos todos, desde las vacas sagradas hasta los jóvenes", puntualiza Castellanos.
No obstante el gran entusiasmo que el encuentro despertó entre los vecinos, las autoridades de Tlalpan les pusieron un sin fin de trabas. Querían que se metieran a pintar a la Casa Frisac, en lugar de hacerlo en la vía pública, "algo totalmente contrario al espíritu del muralismo, nos querían encerrar, cuando lo que hacemos es arte público, para que la gente lo vea".
Luego, "coincidentemente", iniciaron los trabajos de remodelación del adoquín de la plaza y les dijeron a los muralistas que se retiraran de la explanada principal, donde ya les habían autorizado estar. Pero buscaron un espacio frente a los portales y ahí se pusieron a trabajar.
A la inauguración del encuentro no acudió el entonces delegado Eliseo Moyao, pese a haber confirmado su asistencia. Luego, abogados de la delegación los acusaron del "delito" de manchar el piso nuevo, no obstante habérseles negado el préstamo de mesas para el manejo adecuado de las pinturas.
Aceptación del público
Pero el encuentro se realizó con éxito con el apoyo del público, el cual convivió con los artistas, observó el desarrollo de las obras y participó en las mesas redondas y debates en torno a ese género artístico que sigue siendo incómodo para los políticos y su burocracia.
"Se acercaron muchos maestros de la zona que querían que les apartaran una obra para su escuela, hasta comuneros; llegaron varios grupos de escolares, a los que les encargaban que hicieran investigaciones sobre el muralismo. Los muchachos nos preguntaban cómo hacer un dibujo o una lámina que les pedían de tarea, fue una convivencia muy nutriente para nosotros y para la gente", afirma Castellanos.
Agrega que, al final, el único apoyo que recibieron fue de la Dirección de Desarrollo Social, por conducto de Rafael Aréstegui y de Luis Miguel Aldama, titular del área de Desarrollo Comunitario en esa demarcación.
Otros problemas se dieron cuando se firmó el resguardo de la obra, las autoridades de Tlalpan se asustaron al conocer el avalúo de la colección: 250 mil euros. A pesar de ello, se acordó el destino de cada obra, pero con la condición de que primero se realizara una exposición itinerante por la delegación.
Con el cambio de gobierno al asunto le han dado largas y la colección de murales, en tanto, permanece embodegada. "Ahora nos dicen en Tlalpan que no se puede exponer la obra porque el precio del avalúo es exorbitante y la obra no tiene seguro, que no hay dinero y que si le pasa algo no pueden asumir esa responsabilidad, pero el primer acuerdo fue que los murales no iban a estar embodegados, ni así: encerrados, 'incomunicados'.
"Esto está sentando un mal precedente, la propuesta es que la delegación asuma esa obra como parte de su patrimonio y como tal quede bajo su responsabilidad. Pero nos dicen que los inventarios de este año ya están elaborados, que tendríamos que esperar hasta 2008. También argumentan que las escuelas no son de la delegación Tlalpan, sino de la Secretaría de Educación Pública (SEP), y que es esa instancia la que debe hacerse responsable de los murales."
Al nuevo delegado de Tlalpan, Guillermo Sánchez Torres, pareciera no importarle el asunto, "pues estamos cansados de pedir cita con él y no nos ha recibido, sólo manda a su secretario particular. Ahora esperamos que la Secretaría de Desarrollo Social nos dé una respuesta favorable y que no nos regrese los murales, que son patrimonio de los habitantes de esa delegación", concluyó Polo Castellanos.