Usted está aquí: domingo 25 de marzo de 2007 Capital El tornito de Regina

Angeles González Gamio

El tornito de Regina

Con este nombre se designaba durante el virreinato a un tramo de la actual calle de San Jerónimo, por haber estado en ese sitio el "torno" del convento de Regina Coeli. Este consistía en un aparato de madera, hueco, de forma cilíndrica, colocado en una ventanilla abierta en el grueso muro y dividido en varios compartimentos por tablones, colocados de tal manera que al girar sobre su eje para transportar objetos de fuera para adentro, no se pudiera ver al interior, ni a la "madre tornera" que recibía la mercancía tras un formal saludo: al escuchar un toquido decía Deo gratias, en latín, y el visitante contestaba "A Dios sean dadas", en castellano, y se efectuaba la entrega.

Con la aplicación de las Leyes de Reforma, el convento fue suprimido y la enorme extensión que ocupaba fue fraccionada y vendida en lotes, en donde se edificaron casas, salvándose una parte, que la altruista doña Concepción Beistegui convirtió en un hospital que ahora se ha convertido en asilo de ancianos. En el patio se conserva la hermosa fuente original recubierta de azulejos.

Ya hemos hablado del bello templo que afortunadamente se salvo, con todo y sus maravillosos altares, cuya exquisitez no se imagina a juzgar por la sobriedad del exterior, con sus altos muros desnudos, pintados de amarillo, ya muy deslavados, sólo interrumpidos por las dos portadas gemelas, características de los conventos de monjas. Sobresalen su campanario de tres cuerpos y la cúpula octagonal. Indigna saber que hace unos tres años, los sacerdotes encargados del templo habían logrado juntar recursos suficientes para pintarlo y los "maistros" se robaron el dinero.

En el interior deslumbra la hermosura de sus altares barrocos; la característica principal del altar mayor son los estípites, que son pilastras con forma de pirámide truncada, con la base menor hacia abajo. Los laterales no desmerecen. En algunos de ellos que seguramente datan de fines del siglo XVIII, se advierte la novedad de abandonar las partes arquitectónicas en función de la decoración, lo que dio lugar a que se favoreciera la pintura sobre la escultura, aunque sin eliminarla por completo; el resultado es bellísimo. En las pechinas de la gran cúpula se encuentran imágenes de los padres de la Iglesia: san Agustín, san Jerónimo, san Gregorio y san Ambrosio.

Plato fuerte es la capilla Medina Picazo, dedicada a la Inmaculada Concepción, que construyo, en 1733, el arquitecto Miguel Custodio Duran, por instrucciones y a costa de don Buenaventura Medina Picazo, opulento caballero que tuvo el cuidado de que pintaran su retrato dentro de uno de los cuadros que adornan la lujosa capilla, para que nadie se olvidara de quién la había financiado. La extraordinaria obra arquitectónica está techada con bóveda de cañón y al centro con una bella cúpula ochavada; hermosas pilastras con bases profusamente decoradas sostienen el conjunto. El retablo principal, obra del escultor Juan José Vidal y del arquitecto mencionado, está estructurado a base de estípites y adornado con espléndidas pinturas de Villalobos. Consta de tres cuerpos en los que destaca en el centro una grandiosa imagen de la Inmaculada Concepción, alrededor de la cual se distribuyen pinturas con escenas de la vida de la virgen.

En los muros laterales destacan otros dos ricos retablos de estilo barroco salomónico, en los que sobresalen las hermosas mesas de altar con sus cubiertas de espejo. Ambos están recubiertos de obras de arte: un notable conjunto escultórico de la Piedad, una soberbia Dolorosa, escenas de la Pasión de Cristo y lienzos alusivos a martirios de diferentes santos.

El templo de Regina Coeli está situado en una linda plaza, que se encuentra en la esquina de San Jerónimo y Bolívar; sobre esta última calle, en el número 131, se encuentra la cantina "familiar", Bahía de Vigo, que en su amplio salón, decorado con lambrines de madera y artesanías, desde hace 20 años ofrece sabrosa comida tipo español, atendida por su dueño, el afable gallego Luis Fernández, quien prepara una de las mejores "tortillas de patatas", tierna y esponjosa -traducido al "mexicano": huevos con papas- y los fines de semana prepara un vasto buffet, con más de 20 platillos y musiquita para bailar desde el mediodía.

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