Usted está aquí: domingo 25 de marzo de 2007 Política Contra el maquiavelismo

Contra el maquiavelismo

Jose agustín Ortiz Pinchetti

Reformas que sacudan

AMLO ha continuado de lleno en la política. La mayoría de periódicos y medios electrónicos no hablan de sus giras a 230 municipios, donde ha sido recibido por miles. En los 27 mítines que vi en Oaxaca la semana pasada se respiraba el entusiasmo de la campaña. Hoy domingo aquilatará sus trabajos en el plenario de la segunda Convención Nacional de su movimiento en el Zócalo. Además del efecto político, ¿hará propuestas para reformar las instituciones mexicanas? Sabemos que varios equipos están trabajando en ese sentido y usted va a conocer estas iniciativas si asiste al gran plenario.

En el Congreso avanza tambaleante la reforma del Estado. Su destino no es claro. Muchos analistas piensan que es una ley redundante, porque la Constitución y las leyes establecen cómo hay que legislar. Para mí la ley Beltrones es una cortina de humo para distraer a la opinión pública de los temas críticos.

¿Cuáles reformas pueden ser importantes y viables a la vez? Como no hay una hegemonía en las cámaras, tendrían que ser aquellas que parecen aceptables para todos los partidos.

La más importante es la reforma electoral. La actual ley demostró, en la jornada del 2 de julio pasado, que no es capaz de garantizar certeza, imparcialidad y equidad en las contiendas. Hay que controlar el dinero y los abusos de los medios electrónicos y los grupos de interés. La ley debe tener dientes y uñas, y sancionar severamente la intervención de los gobernantes. Esto debe incluir la cancelación de las candidaturas de quienes sean favorecidos por la competencia desleal.

Además, hay que remover al actual Consejo General del IFE, descaradamente parcial en favor de los panistas, y renovar a fondo toda la organización administrativa que está en manos de gente que responde a Calderón y Elba Esther Gordillo.

Otra reforma: autorizar la relección de diputados y senadores, incluso para el periodo inmediato. Esto obligaría a los legisladores a rendirle cuentas a sus electores, debilitaría el control de las mafias en los partidos y abriría cauce a las carreras políticas parlamentarias.

Debemos exigir también que se complete la reforma política del Distrito Federal. Deben desmantelarse las tutelas que permiten los abusos del gobierno federal sobre el capitalino. Nos merecemos una constitución local, promesa incumplida desde 1828.

Habría otras reformas importantes. La Convención Nacional Democrática está en vías de organizar una consulta (plebiscito) para que la población se manifieste en favor de una revisión integral de la Constitución. Este ejercicio puede significar una presión importante si tiene éxito antes de las elecciones de 2009. Pero no podemos hacernos ilusiones: sólo habrá reforma de fondo cuando los reformistas tengan hegemonía en el Congreso.

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