Editorial
Pemex: futuro incierto
En el 69 aniversario de la expropiación petrolera, el gobierno federal enfrenta un desafío de vital importancia para el futuro: rescatar a Petróleos Mexicanos (Pemex) del abandono en que se encuentra.
En 2006, la empresa paraestatal generó ventas récord por 97 mil millones de dólares. Pero enfrenta factores que la han condenado al deterioro, como la disminución en la producción de crudo, reservas en declive, deudas millonarias y una gigantesca carga impositiva, entre otros. Aspectos que impiden que Pemex sea la empresa que el país necesita.
El progresivo y acelerado deterioro de la paraestatal revela la falta de visión prevaleciente entre los gobiernos federales. La estrategia de usar la décima empresa petrolera a escala mundial como el principal proveedor de recursos para la nación la ha dejado exhausta. Esta práctica, lejos de mesurarse, aumenta conforme pasa el tiempo: el año pasado Pemex aportó al fisco federal el equivalente a 57 mil 714 millones de pesos, uno de los montos más altos de la historia.
Sin recursos para invertir en sí misma y con las manos atadas por una burocracia codiciosa, los funcionarios del sector no han encontrado otra solución que el endeudamiento, que en los últimos años ha alcanzado un nivel alarmante: 107 mil 800 millones de dólares, monto superior al de la deuda pública neta total, que se ubica en 39 mil 806.6 millones de dólares. Peor aún, se prevé que Pemex siga recurriendo, al menos a corto y mediano plazos, a los proyectos de inversión financiada con impacto diferido en el gasto (Pidiregas), que han desplazado a la inversión presupuestal al representar más de 92 por ciento del gasto total de la empresa, para obtener dinero fresco.
Por si fuera poco, la producción va en picada, en gran parte por el agotamiento del yacimiento de Cantarell, que el año pasado registró una disminución de 12 por ciento en este rubro, y en parte por la falta de inversión para abrir otros yacimientos.
Los problemas se acumulan y no parece haber voluntad ni imaginación para resolverlos. Las consecuencias de este desgaste podrían ser fatales para el país. Un ejemplo: pese a su aún enorme producción petrolera, el país debe importar la mayor parte del combustible que consume, tendencia que se incrementará si no se hace nada al respecto y se invierte en la construcción de refinerías y en la actualización de técnicos y trabajadores.
La falta de visión y la ausencia de una política energética sólida, errores de cálculo y derroche de recursos, entre otros factores, han provocado que Pemex sea la única empresa de su tipo que opera con números rojos. Ni los ricos yacimientos del Golfo de México, situados a más de mil metros de profundidad, podrían salvarla, pues la empresa carece de los conocimientos y los elementos necesarios para explotarlos.
Más allá de las palabras grandilocuentes y las frases hechas que suelen acompañar las celebraciones nacionales como este aniversario, el gobierno de Felipe Calderón enfrenta el reto de definir una estrategia sensata para Pemex, de corto, mediano y largo alcances. Como señala el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, que "tome en cuenta los intereses presentes y futuros del país" para que se convierta en el principal impulsor de su desarrollo económico.