Usted está aquí: miércoles 14 de marzo de 2007 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

Pugna por la educación en la capital

La mano de Gordillo y sus huestes

Los números rojos del foxismo

La batalla entre los gobiernos federal y de la ciudad de México por ofrecer a los capitalinos una educación pública que solvente las necesidades de niños y adolescentes aún no entra en su etapa de fragor, pero de un lado y otro están listos los cañones. Hoy, podríamos decir, se está en un periodo frío en el que nadie, aparentemente, quiere ser el primero en jalar el gatillo.

Se trata, desde luego, de dos proyectos, de ideas diferentes. Al terrible fracaso del modelo de educación que levantó el panismo de Vicente Fox, cuyos resultados han sido la inoperancia de sistemas de trabajo como la Enciclomedia, se suma la represión, también panista, en contra de los maestros oaxaqueños ejercida por el gobierno de Felipe Calderón, y en ambas instancias, como eje maligno, está la presencia de Elba Esther Gordillo.

Esa forma, que además advierte el abandono casi total de los inmuebles que albergan las escuelas primarias y secundarias, principalmente de la periferia de la ciudad, tiene que ver con la idea panista de desalentar la educación pública, para dar paso al sueño azul de privatizarlo todo.

Frente a ello, como decíamos, el esfuerzo cada vez más palpable del gobierno de la ciudad por hacer de la educación pública un detonante para la restauración del tejido social ­cada vez más deshilachado, cada vez más peligroso­, con base en la educación pública, laica y gratuita, no puede ser ignorado.

Los datos hablan por sí solos. Al inicio del milenio, cuando apenas se cernía sobre el país la desgracia del panismo en el gobierno, los niños y niñas de entre cinco y 14 años que no asistían a la escuela en la capital rebasaban los 64 mil. La cifra se redujo en más de 20 mil para 2005, y no precisamente por el trabajo de la Secretaría de Educación Pública.

Vale decir aquí que la construcción de la Universidad de la Ciudad de México puso como ejemplo la capacidad, y la voluntad del Gobierno del DF, encabezado entonces por Andrés Manuel López Obrador, por resolver la crisis de educación superior que afectaba decididamente a la población demandante de espacios educativos universitarios, y que no tenía cabida en la Universidad Nacional Autónoma de México, entre otras cosas por los recortes a su presupuesto impuestos por el gobierno federal panista.

Tres delegaciones, dos de ellas las más grandes en cuanto a población y extensión territorial, son las que más padecen la ineficacia del sistema educativo federal: Iztapalapa y Gustavo A. Madero, a las que se agregan una buena parte de los habitantes en Alvaro Obregón.

Escuelas en ruina, escasez ignominiosa de materiales para la enseñanza, maestros dominados por un sindicato cada vez más perjudicial para la defensa de sus derechos laborales, y como resultado la deserción del alumnado que ve incumplidas sus esperanzas de educación, son la síntesis del gobierno panista que recién concluyó.

El Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard en particular, está dispuesto a dar la batalla por cambiar de fondo la penosa situación de los niños y jóvenes que deberían estar en las escuelas, aunque la idea del gobierno federal camine por otros rumbos.

Total, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, cómplice abierto del gobierno federal, nos da muestra día con día del rumbo que pretenden. Las bibliotecas se convertirán en lujosos centros de festejo y las aulas en recintos para recepciones ampulosas.

Y si no, que le pregunten a Luis Carlos Ugalde, el mero mero del IFE, que dispuso del personal de la Biblioteca Nacional de Educación, hoy centro de diversiones y festejos, para celebrar su primer matrimonio. Esa es, queda claro, la importancia que Elba Esther Gordillo y sus cómplices dan a la educación.

¿Para eso quieren seguir las autoridades federales al mando de la educación pública en el DF? La guerra apenas empieza, ojalá y los sacrificados no sean los niños y niñas de la ciudad, a quienes tanta falta hace una buena aula y un profesor bien preparado. Ya veremos.

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