Vuelve José Tomás un torero que se asume gay y ateo
Es un hecho: José Tomás Román Martín, uno de los diestros más polémicos de la fiesta contemporánea, ha decidido regresar a los ruedos después de casi cinco años de ausencia, cuando en pleno auge de una carrera excepcional, asediado por las empresas y ensalzado por los poetas, de repente se retiró sin cortarse la coleta el 19 de septiembre de 2002. Ahora anuncia que vuelve pero no por la puerta de atrás, sino haciendo mucho ruido, nada menos que en Barcelona y en abierto desafío a la Catalunya que le tiene declarada la guerra a la tauromaquia.
A diferencia del resto de la península ibérica, donde Televisión Española transmite corridas casi todo el año, en Catalunya, por exigencia de la población, esa práctica fue prohibida. Y mientras los pueblos aledaños han perdido la costumbre de ofrecer festejos taurinos en sus ferias anuales, en Barcelona un poderoso movimiento ciudadano exige la clausura definitiva de la plaza, invocando los conocidos argumentos de los ecologistas que para salvar de la crueldad de la lidia a los toros bravos prefieren que éstos se extingan como especie puesto que nadie los criaría gratis ni podrían existir como fauna silvestre.
Pero los animalistas son así -Hitler fue uno de ellos, no en vano mató a su perra antes de pegarse un tiro él mismo, para asegurarse de que la mascota no sufriría su pérdida-, y José Tomás ha resuelto salirles al paso con todo el arte que tiene y con la aguda inteligencia y el valor civil que, por otra parte, le permitieron afirmar públicamente su homosexualidad, en un medio ultraconservador como el de los toros donde machismo y sexismo caracterizan a amplios sectores de los aficionados.
Nacido en Galapagar, periferia de Madrid, el 20 de agosto de 1975, exactamente tres meses antes de la muerte de Francisco Franco, José Tomás creció como un espíritu libre que pronto, ya como figura, llamaría la atención de la gente no sólo por su personalísima, intensa y profunda interpretación del toreo, sino por su desapego de la religión. A despecho de legiones de matadores y subalternos que durante siglos han vivido rodeados de estampitas milagrosas, con las que incluso se retacan el chaleco, el corbatín y la chaquetilla para sentirse más seguros delante del toro, José Tomás ha proclamado que no tiene el hábito de rezar antes de vestirse de luces y que en vez de coleccionar santos y vírgenes le gusta más rodearse de osos de peluche, con los que solía viajar durante sus giras de trabajo.
Considerado por algunos críticos ibéricos como un genio, tanto por su excentricidad como por la honda pureza de su expresión artística, fue en la Plaza México donde José Tomás recibió la alternativa el 10 de diciembre de 1995, de manos de Jorge Gutiérrez y con toros de Xajay, uno de los cuales le pegó una cornada gravísima, y fue en la México donde el pasado domingo 7 de enero, al ver la pasmosa resurrección de Rodolfo Rodríguez El Pana, comprendió que ya estaba listo, él también, para regresar al campo de batalla. Ahora habrá que esperarlo y ver la que por el camino se le arma...