Ambos mandatarios tuvieron en común promesas incumplidas entre ellos y sus electores
La zanahoria de un acuerdo migratorio gravitó en las reuniones entre Fox y Bush
Buenas intenciones, alabanzas mutuas y periodos de frialdad del texano, la tónica
Ampliar la imagen En imagen de archivo, los presidentes Vicente Fox y George W. Bush, durante una conferencia ofrecida en la Universidad de Baylor, en Waco, Texas Foto: Notimex
Debutantes simultáneos en el ejercicio del poder presidencial, Vicente Fox Quesada y George W. Bush tuvieron un elemento en común a lo largo de los seis años en los que coincidieron como mandatarios: prometieron a sus respectivos electores mucho más de lo que en algún momento estuvieron dispuestos a cumplir. Pero en términos retóricos no se regatearon buenas intenciones y alabanzas mutuas porque, quizá como nunca antes en la relación bilateral entre México y Estados Unidos, se encontraron en numerosas ocasiones y tuvieron además regulares contactos telefónicos.
Lejana cualquier pretensión de enfadar a su vecino, Vicente Fox padeció, sin embargo, entre 2002 y 2003, un virtual congelamiento de parte de Bush. Esto, a pesar de los buenos augurios con los que habían iniciado su relación durante su primer encuentro, en el rancho del mandatario mexicano en San Cristóbal, Guanajuato, en febrero de 2001.
En esa ocasión había caído como música para los oídos de Fox Quesada el compromiso de su invitado para diseñar una política migratoria que garantizara seguridad jurídica, condiciones de empleo dignas, tránsito ordenado de los trabajadores mexicanos y fin a toda forma de violencia en la franja fronteriza.
Ese mismo año volvieron a verse en Quebec, Canadá, en la Cumbre de las Américas, y ambos refrendaron su credo por el libre comercio a escala continental; al mes siguiente, otra vez se encontraron en Washington. Pero meses más tarde, cuando ocurrió en Estados Unidos el ataque del 11 de septiembre, la lenta reacción del gobierno foxista para expresar su respaldo a la decisión que tomaría la Casa Blanca contra Al Qaeda, en Afganistán, suscitó un primer enfriamiento entre Fox y Bush, que al mexicano le tomó varios años de persuasiva labor tratar de remontar.
Encuentro ''sin precedente'', frase repetida durante seis años
Apenas en los primeros días de ese mes, Fox Quesada había realizado una visita de Estado a Washington donde, como consignan las notas de este diario enviadas por Juan Manuel Venegas y David Brooks, la labia de los dos vaqueros volvió a manifestarse. Los reporteros escribieron: ''Como siempre, la frase clave es 'sin precedente'. En esta cumbre de los presidentes de México y Estados Unidos la 'cooperación', 'amistad' y la voluntad para resolver problemas bilaterales se califica de 'sin precedente'.
''Se afirma que los esfuerzos antinarcóticos, sobre el medio ambiente, seguridad pública y asuntos comerciales, así como la 'relación personal' entre los gobernantes, 'jamás han estado mejor. Nunca antes, a un nivel inédito, una nueva relación', etcétera, son frases que se repetirán al comenzar esta reunión entre Vicente Fox y George W. Bush. Pero esta retórica no es nada novedosa y tiene precedente: las mismas frases fueron utilizadas al reunirse los antecesores de los actuales mandatarios durante los pasados 12 años.''
Pese a todo, y para subsanar los errores de los primeros días, Fox viajó en octubre a Estados Unidos y acudió a la Casa Blanca para expresar su ''solidaridad y tristeza'' por lo ocurrido el 11 de septiembre.
En 2002, Fox Quesada redoblaría sus afanes por halagar a su homólogo estadunidense. En marzo, la víspera de la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, convocada por la ONU, a la que acudieron numerosos mandatarios del orbe, incluido George W. Bush, ocurrió el ya célebre ''comes y te vas'', que dispusiera el mandatario mexicano a Fidel Castro, para evitar de ese modo cualquier contacto entre el cubano y el jefe de la Casa Blanca. Este hecho trascendió semanas después, cuando el gobernante cubano hizo públicas las ''indicaciones'' que le dio Vicente Fox. Castro abandonó Monterrey momentos antes del arribo de Bush, quien fue recibido por su anfitrión y ambos estuvieron a sus anchas el resto del tiempo.
En octubre de ese mismo año, ambos presidentes volvieron a verse en Los Cabos, en la cumbre anual del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC). Ahí se expresaría, de manera contundente, acaso la única diferencia real que existió entre los dos gobernantes en esos seis años. Vicente Fox insistió en la posición de dejar en manos de inspectores de las Naciones Unidas (a cuyo Consejo de Seguridad pertenecía México en ese momento) la labor de revisar la existencia de armas químicas en Irak, antes de lanzar una acción militar contra ese país, como lo pretendía y acometió a la postre Estados Unidos. Bush, por su parte, según se consignó entonces en estas mismas páginas, ''hizo sentir el costo de la reiterada alineación (...) al abordar el tema de un acuerdo migratorio México-Estados Unidos, de máxima prioridad para el gobierno de Fox: 'será a largo plazo', dijo el estadunidense''.
Pero a partir de esa fecha, el nivel de contacto entre George W. Bush y Vicente Fox mantuvo su más bajo nivel. Pasaría casi un año desde su encuentro en Los Cabos, para que volvieran a verse. Más allá de algunos telefonemas y un par de encuentros casuales en Nueva York, durante la asamblea anual de la Organización de las Naciones Unidas, y en la cumbre de APEC realizada en Tailandia en 2003, prácticamente no tuvieron contacto.
En 2004, del 12 al 14 de enero, el gobierno mexicano fue nuevamente anfitrión de la llamada Cumbre Extraordinaria de las Américas, realizada en Monterrey. En marzo, Fox fue invitado por primera vez al rancho de Bush, en Crawford, Texas. Los comicios presidenciales en Estados Unidos estaban a la puerta y al jefe de la Casa Blanca le urgía ganarse adeptos entre la extensa comunidad latina.
En noviembre de ese mismo año, una vez relecto Bush, el presidente Vicente Fox mostró desmesurado interés por hacerle saber lo feliz que le hacía tal acontecimiento. Así, no obstante que ya le había expresado sus parabienes por teléfono, el guanajuatense viajó en noviembre a Chile, donde Bush participaba en la cumbre de APEC, para reunirse con él y tratar de persuadirlo, una vez más, de lograr el ansiado acuerdo migratorio.
En marzo de 2005, el jefe de la Casa Blanca invitó nuevamente a Vicente Fox y al primer ministro de Canadá, Paul Martin, a su rancho en Crawford. Y la zanahoria de alcanzar un acuerdo para regular la migración mexicana hacia Estados Unidos volvió a aparecer.
De nuevo la ilusión...
A su regreso de Crawford, el presidente Fox traía de nuevo la ilusión, pues George W. Bush le prometió ''en corto'' presentar una nueva iniciativa en materia migratoria y además tratar de ''venderla'' a su Congreso. El mexicano estaba feliz y por ello en la conferencia de prensa en la que participaron los tres mandatarios, el panista no hizo una sola alusión a los temas de la agenda bilateral entre México y Estados Unidos. Ese mismo año, los dos presidentes se vieron en Mar del Plata, Argentina, en una nueva edición de la Cumbre de las Américas, si bien ahí Vicente Fox estuvo más ocupado en llevar al extremo sus diferencias con el mandatario venezolano, Hugo Chávez.
Finalmente, en el año de cierre de la administración foxista (2006), ambos presidentes se vieron en San Petersburgo, en julio, durante la reunión del G-8, a la que fueron invitados además de México, Brasil, Sudáfrica y China.
En marzo de ese año, Fox Quesada invitó a Cancún -con una visita especial a Chichén Itzá- al presidente de Estados Unidos y al nuevo primer ministro de Canadá, Stephen Harper. Y la ilusión del guanajuatense por dejar resuelto el tema migratorio resurgió, como cada ocasión en que se encontraron, aunque no hay que ir muy lejos para ver el resultado de tanto candor.