¿La Fiesta en Paz?
Tradiciones en demolición
Poca sensibilidad de autoridades para regular cosos taurinos
Ampliar la imagen FOTO Rafael Sánchez de Icaza
COMO MANDRILES CON plátano o ardillas con nuez pelada deben andar los protectores de mascotas y los antitaurinos en general luego de la reciente demolición de la plaza de toros El Toreo de Tijuana, propiedad de don Alberto Bailleres González, presidente del Grupo Bal, y uno de los taurinos de la revista Forbes, que anualmente da cuenta de los 700 individuos más ricos del mundo.
EL GRUPO BAL coordina y opera empresas tan exitosas como Peñoles, la mayor productora de plata en el mundo, los almacenes Palacio de Hierro, la aseguradora Grupo Nacional Provincial o el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), así como diversos negocios agropecuarios, ganaderías de reses bravas y la para nada exitosa firma Espectáculos Taurinos de México, SA (ETMSA), propietaria de las plazas de toros más importantes de los estados (dos en Aguascalientes, Guadalajara, León, Irapuato, Acapulco y Monterrey).
Y AUNQUE SERIA lógico pensar que actividades tan diversas tendrían criterios estratégicos, empresariales y operativos similares habida cuenta del éxito alcanzado por las empresas enlistadas al principio, en los hechos el rigor de resultados ha sido más bien escaso si no es que nulo en lo que a los negocios taurinos del grupo se refiere.
ESTE CONTRASTE DE profesionalismo en la división taurina del Grupo Bal para hacer repuntar en el país la fiesta de toros -desaprovechamiento de inmuebles y del mercado, escasa planeación, ninguna coordinación con otras empresas, nula política de búsqueda y seguimiento de nuevos valores, importación sistemática de diestros, carteles antojadizos, cero mercadotecnia, poca proporción entre productos ofrecidos y precios de entrada y una pobre publicidad-, trajo como consecuencia natural la cada vez más reducida asistencia a la desangelada oferta de espectáculo de ETMSA en todas sus plazas.
ASI, LUEGO DE más de 20 años de adquirir y manejar entre altibajos la plaza El Toreo de Tijuana, inaugurada el 3 de julio de 1938, con capacidad para 12 mil espectadores en una superficie de 10 mil metros cuadrados, el Grupo Bal decide demoler el coso y desentenderse de la fiesta taurina, por lo pronto en Ciudad Juárez y Tijuana, y destinar sus predios a negocios más redituables.
EL PROBLEMA DE fondo no es que ETMSA tenga la libertad para darle el uso que quiera a los inmuebles de su propiedad, sino su menguado interés por reposicionar la fiesta de toros, así como la escasa sensibilidad de los gobiernos mexicanos para regular el adecuado funcionamiento de los cosos taurinos del país, no sólo como empresas privadas más o menos eficientes, sino además con una responsabilidad histórico-socio-cultural ineludible si de verdad se quisiera evitar el secuestro de México por parte del imperio y sus globalizonzos.
LA CULTURA ANGLO-SAJONA instalada en cultura única de la posmodernidad podrá beneficiar a los barones del dinero y complacer a animalistas exquisitos, pero atenta contra una de las tradiciones que nutrían el espíritu de México... antes de ser anexado.