Contribuye a mejorar la vida de campesinos pobres
Se consolida en Gran Bretaña aceptación del comercio justo
Canterbury, 10 de marzo. El café, los plátanos y ahora ciudades enteras, como la histórica Canterbury, en Kent (sudeste de Inglaterra), y su majestuosa catedral, llevan el sello del llamado "comercio justo", que aspira a cambiar las condiciones de los campesinos de los países pobres. Así, productos como café de cooperativas guatemaltecas, miel, flores y algodones africanos inundan las tiendas y supermercados en Gran Bretaña, donde los consumidores aspiran a ayudar a los campesinos en estado de pobreza.
Sin embargo, muchos se preguntan si, pese a su número cada vez mayor, estos consumidores tienen en realidad un impacto entre los campesinos de los países menos desarrollados.
Algunos reprochan que esta tendencia ayuda a mantener a los campesinos en el subdesarrollo, al no buscar por ejemplo industrializar el país, o mecanizar la agricultura, lo que les permitiría a los cultivadores salir del circulo de pobreza y de dependencia en que se hallan.
La portavoz de la campaña, Eileen Maybin, rechazó esas críticas, asegurando que el comercio justo ayuda a mejorar la situación de los trabajadores de los países pobres, al "garantizar que reciben un precio estable para sus productos", independiente de fluctuaciones estacionales.
Pero ahora, este comercio -que "garantiza un trato ético y justo" en las relaciones comerciales entre productores, intermediarios y distribuidores- se ha convertido en una de las principales tendencias entre los consumidores del Reino Unido.
Haciéndose eco de esta creciente tendencia, algunas cadenas de supermercados parecen haber descubierto que la justicia social es un atractivo adicional para estos consumidores "éticos", y la han convertido en parte de su estrategia de mercado.
Así, Sainsbury anunció recientemente que las únicas bananas que venderá en el futuro provendrán del comercio justo.
La cadena de ropa juvenil Topshop, una de las más populares en este país, lanzó este año una línea completa de ropa fabricada con tejidos que llevan el famoso sello, cada vez más codiciado.
Y en los almacenes del grupo Marks and Spencer, que se hallan en todas las ciudades británicas, se venden jeans, vestidos, chaquetas, camisetas, que llevan esa ahora la certificación de comercio justo.
"Trabajamos con 600 cultivadores de algodón en países pobres de Africa", indicó una fuente del grupo.
Unos 2 mil 500 productos, entre alimentos, especies, azúcar, ropa, incluso vinos y muebles, llevan ahora ese sello, contra 800 hace sólo dos años. Según un estudio efectuado por la firma Mintel, los británicos gastarán unos 2 mil millones de libras (casi 4 mil millones de dólares) en productos provenientes del comercio equitativo, productos orgánicos o producidos localmente, lo que constituye un aumento de un 62 por ciento respecto al año 2002.
Ahora, cientos de tiendas -desde grandes almacenes a pequeños comercios-, compañías, empresas, fábricas, escuelas, universidades, iglesias y organizaciones en Canterbury venden o utilizan productos con el sello "fairtrade", precisa.
Desde que Garstang mostró el camino, más de 230 ciudades británicas han sido certificadas con el sello, y hay una veintena más que está buscando hacerlo, lo que está generando una cultura en Gran Bretaña en apoyo de este movimiento.
Pero no sólo ciudades, sino que ahora Escocia entera está buscando acreditarse con el sello, adelantó una fuente vinculada con la campaña de promoción del comercio justo (Fairtrade Fortnight).
Esta campaña, que concluye el domingo, promovió durante dos semanas a través de todo el país la meta de "ofrecer mejor ingresos a los campesinos del tercer mundo".
¿Cómo es que una ciudad entera y una catedral que es Patrimonio de la Humanidad y recibe un millón de visitantes anuales pueden llevar el mismo sello "fairtrade" que llevan estampados centenas de productos, que incluyen desde el té hasta muebles?
"No sólo la ciudad y la catedral, sino también el distrito de Canterbury fue designado en marzo del año pasado 'distrito comercio justo'", explica Matt McLellan, quien trabajó en el departamento de políticas del Concejo de la ciudad de Canterbury.
McLellan explicó el viaje que debió recorrer este rico distrito agrícola del sur de Inglaterra para adquirir el sello que simboliza que los productos cultivados en el tercer mundo son pagados a los campesinos por arriba de su precio en el mercado mundial.
El recorrido empezó hace cuatro años, cuando activistas de organizaciones que se desempeñan en favor del comercio justo, como Oxfam, organizaciones religiosas y comunitarias empezaron a trabajar juntas alrededor de este tema y crearon una red, Canterbury Fairtrade District Network (CFDN), contó McLellan.