Estudian viabilidad de la medida para evitar que el gas contribuya al cambio climático
Entierran en Alemania grandes volúmenes de dióxido de carbono
Buscan que la industria aplique el proceso; principal inconveniente: el alto costo de la técnica
Ecologistas critican el experimento; "debería invertirse en combustibles alternos": activistas
Berlín, 7 de marzo. Científicos europeos están experimentando cerca de Berlín un método para sepultar dióxido de carbono (CO2) en las profundidades de la Tierra, a fin de impedir que este gas emitido por las industrias contaminantes siga contribuyendo al recalentamiento climático.
En Ketzin, una localidad de la ex República Democrática Alemana, situada a 40 kilómetros de Berlín, un equipo internacional de científicos comenzó a perforar el suelo para hallar, a 800 metros de profundidad, una napa de agua salada subterránea. A partir del verano próximo y durante dos años, los investigadores esperan inyectar 60 mil toneladas de CO2 puro, que será transportado al lugar en camiones cisterna.
"Vamos a equipar el lugar con una serie de sensores que nos ayudarán a verificar la perennidad de este almacenamiento", explicó Günter Borm, profesor del Centro de Investigación de la Tierra (GF7) de Potsdam, cerca de Berlín, entidad que coordina el proyecto.
"No hay nada peligroso: el sitio elegido es muy estable y el gas que inyectamos es el mismo que se utiliza para gasificar los refrescos" aseguró el profesor Borm.
El proyecto, que costará 35 millones de euros -cofinanciados por la Unión Europea, Alemania y Francia, así como por universidades y empresas europeas- está dirigido a verificar la factibilidad del "almacenamiento geológico" de CO2, principal gas responsable del efecto de invernadero.
Aplicación industrial
Si la técnica fuera aplicada algún día a escala industrial, el gas sepultado será previamente captado allí donde es emitido en fuertes concentraciones, por ejemplo en las plantas de cemento y siderúrgicas o en las centrales térmicas que producen electricidad, y gracias a técnicas por ahora experimentales.
La tecnología de enterramiento de CO2 en las profundidades, por su parte, ha sido objeto de un número relativamente pequeño de ensayos en el mundo, en condiciones diferentes, como por ejemplo almacenamiento en los fondos marinos frente a Noruega o a Australia, en el fondo de un yacimiento petrolero en Texas (Estados Unidos) o una veta de carbón en Polonia.
En el suroeste de Francia, el grupo petrolero Total experimentará a partir de 2008 el almacenamiento en un antiguo yacimiento de gas natural de CO2 emitido por las calderas de una de sus plantas.
En Ketzin se trata de un acuífero salino profundo, es decir, una napa de agua salada subterránea, sin contacto con las napas freáticas, elegido por los investigadores alemanes, británicos, franceses, polacos y escandinavos para inyectar el gas.
Apenas lanzada, la iniciativa suscita críticas de algunos ecologistas militantes.
"Sería mejor emplear las enormes inversiones necesarias para este almacenamiento en el desarrollo de energías renovables", comentó Matthias Seiche, de la Federación Alemana para el Medio Ambiente y la Protección de la Naturaleza (BUND).
Por su parte, la geóloga Gabriela von Soerne, de la asociación proambientalista Greenpeace, denunció este experimento que, dijo, no impedirá "que se continúen utilizando masivamente energías fósiles".
La técnica, cuando esté a punto, seguirá siendo muy costosa, al menos 40 euros la tonelada de CO2 sepultada. En comparación, en el mercado europeo del carbón, las empresas que sobrepasan su cuota de emisión pagan aranceles de menos de dos euros la toneladas por la contaminación que ocasionan.