Tres mexicanas competirán por la primera edición del premio Ernesto Che Guevara

El festival de cine de Mar del Plata tiene hoy un sesgo más latinoamericano, dice su director

JORGE CABALLERO

Desde hace cinco años, cuando asumió la dirección del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, Miguel Pereira busca que el encuentro tenga identidad, y en esta odisea, confiesa en entrevista telefónica, "lo que encontré fue mucha aceptación, mucha necesidad de los latinoamericanos por ver su cine. Este año concluyo un proceso que comencé hace un lustro, con la entrega por primera vez del premio Ernesto Che Guevara, galardón dotado con 50 mil dólares, destinado a operas primas o segundas películas, ficción o documental, exclusivamente para trabajos latinoamericanos. De esta forma lo que queremos es descubrir el talento en nuestro continente, difundirlo por medio de la distribución para que se pueda ver la ganadora".

El festival cinematográfico, al que asistirán la actriz alemana Hanna Schygulla, el director italiano Mario Monicelli y el compositor argentino Gustavo Santaolalla, será inaugurado mañana jueves y durará hasta el 18 de corriente. Se exhibirán alrededor de 300 películas de 56 países, que competirán por el Astor de Oro.

El violín, Morirse en domingo y Pancho Villa: la Revolución no ha terminado

Entre las cintas latinoamericanas que compiten por el premio Ernesto Che Guevara se encuentran las mexicanas: El violín, de Francisco Vargas; Morirse en domingo, de Daniel Gruener, y Pancho Villa: la Revolución no ha terminado, de Francesco Taboada; la cubana El Benny, de José Luis Sánchez; la coproducción hispano-cubana La edad de la peseta, de Pavel Giroud; la paraguaya Tierra roja, de Ramiro Gómez; la boliviana Cocalero, de Alejandro Landes, y la ecuatoriana Esas no son penas, de Daniel Andrade y Anahí Hoeneisen. A ellas se suman las argentinas Regresados, de Cristian Bernard y Flavio Nardini; En obra, de Eduardo Pérez, y M, de Nicolás Prividera.

Miguel Pereira recuerda: "De lo que adolecía el festival internacional de Mar del Plata era de identidad; se realizaba por inercia histórica, que tuvo una interrupción de 25 años por los golpes militares. Se retomó en 1996, coincidiendo con la etapa de gobierno de Carlos Saúl Ménem, con el híper liberalismo económico que produjo la crisis de 2001. Hasta ese momento al festival no lo querían ni la crítica ni la industria del cine en nuestro país. Se entendía que era algo muy fatuo, no tenía un perfil definido ni se entendía para qué se hacía el festival. A mí me convocan para cambiarlo, porque con semejante crisis parecía inmoral gastar dinero en figuras del exterior cuando en ese momento en la pantallas de televisión de todo el mundo transmitían el hambre que estaba padeciendo el pueblo de Argentina".

El también director y guionista cinematográfico agrega: "Ahora el festival de Mar del Plata es otro; he tratado de sintetizarlo con la frase: 'Nuestras raíces en América Latina y nuestros ojos en el resto del mundo'. Ese fue el golpe de timón, hicimos un encuentro con sentido e identidad más marcados, para que tanto su programación como sus invitados construyan una misma idea. Le dimos un sesgo mucho más latinoamericano, no era desde lo ideológico, sino que comenzaba el gran despertar del cine de la región: el argentino comenzó a ganar muchos premios en el mundo; Brasil y México despertaron paralelamente. Estos tres países comenzaron a tirar del carro en Latinoamérica".

Entre otras actividades que se desarrollarán en el festival de Mar del Plata están los homenajes con el Astor de Oro a la trayectoria de la cineasta y productora argentina Lita Stantic; a Mario Monicelli, quien a los 91 años presentará Le rose del deserto, su más reciente filme, y a Gustavo Santaolalla, quien acaba de ganar su segundo Oscar consecutivo a la mejor banda de sonido por Babel, del mexicano Alejandro González Iñárritu.