Usted está aquí: lunes 5 de marzo de 2007 Política Fuerzas armadas, aumentos y VIH

Jorge Carrillo Olea

Fuerzas armadas, aumentos y VIH

Raras veces se encuentran noticias en los medios sobre las fuerzas armadas que no se vinculen a conmemoraciones o a encuentros con criminales. Parece que han pospuesto informar a la sociedad sobre tantas riquezas como las que hay en su vida interna y han decidido convertirlas en misterio. Sin embargo, en estas semanas recientes han estado cotidianamente en los medios, gracias a los anuncios hechos por el Presidente de la República sobre impresionantes y oportunistas aumentos y sobre la discusión en el Poder Judicial de la Federación sobre un articulado de la ley de asistencia social que les es propia.

Viendo cómo pasan los meses y el tema del aumento no se concreta, no hay más que pensar que se hizo un anuncio de orden general sin los cálculos correspondientes. Un incremento extensivo de 46 por ciento para casi 300 mil personas tiene un impacto presupuestal que, a mi juicio, no fue ponderado. Resulta que la cuarentena de generales de división en el activo ganarán igual o más que funcionarios civiles como es el director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Sin duda el propósito de Felipe Calderón fue beneficiar a los más esforzados y menos gratificados. El resultado no fue ése. Y para más todavía, está por discutirse, para hacer peor el asunto, cuál será la situación en esta materia de los militares retirados que ganarían, con el aumento propuesto, aproximadamente 10 por ciento de los que están en el activo. Estas líneas están totalmente ausentes de un juicio de merecimiento, no es su fin hacer una valoración sobre un esfuerzo que toca más bien hacer a todos los mexicanos.

El otro tema también presente en estos días fue si los portadores de VIH-sida tenían derecho de permanencia y a las prestaciones sanitarias que los que no padecen ese mal. Esto es, simplemente se pretendió incorporar a una ley una violación de garantías. Este mal, hay que decirlo con todo énfasis, no es incapacitante para el servicio militar ni para ninguna actividad productiva normal; sus pacientes pueden aportar a la colectividad tanto como cualquiera, no son discapacitados y, al revés de lo que el ilustre ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Sergio Salvador Aguirre Anguiano dijo vergonzosamente a través del canal de televisión, ni "es transmitido por bacterias" ni "se van a infectar primero los miembros del Ejército y luego todos". Así se expresó la ignorancia del ilustre jurista.

El tema de los afectados por el VIH-sida, que por el momento pende de un amparo, deberá perfeccionarse modificando la ley por las vías que sean necesarias y dar así seguridad jurídica a todos los afiliados a los grandes institutos de salud: Secretaría de Salud, IMSS, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y el Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas (ISSFAM). Hay que desarrollar adhesión y compromiso en una sociedad que suele manifestarse insolidaria.

El tema del aumento habrá que resolverlo con justicia por lo ofrecido y con prudencia de lo que es posible, pero deja atrás una preocupante huella más de precipitación.

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