Usted está aquí: viernes 2 de marzo de 2007 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

La nueva película de terror: ''Rescate carretero III''

Denigrantes y mafiosas prácticas de despidos en el gobierno federal

Ampliar la imagen El presidente Felipe Calderón, acompañado por el gobernador de Nuevo León, Natividad González, y el de Coahuila, Humberto Moreira, durante el arranque de la construcción de la autopista Saltillo-Monterrey Foto: Alfredo Guerrero

¡Felicidades, mexicanos pagadores! La "continuidad" decidió que no existe mejor fórmula para resolver los crecientes problemas financieros derivados del "rescate" carretero que reproducir los errores que lo propiciaron, es decir, "reconcesionar" al capital privado las autopistas generosamente cedidas por el salinismo a sus amigos y magnánimamente "rescatadas" por el gobierno zedillista.

El inquilino de Los Pinos se encargó de explicar en qué consiste el (tercer) "nuevo" esquema de concesiones carreteras que días atrás anunció el secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez: "reconcesionar" a la iniciativa privada las carreteras que los ávidos empresarios del salinato reventaron ocho años atrás, que al país le han costado, le cuestan, más de 170 mil millones de pesos.

Nada raro sería que en breve con bombo y platillo se anuncie que los ganadores de las "reconcesiones" (tercer "nuevo esquema") son los mismos que Zedillo "rescató" ("segundo" nuevo esquema) y a los que Salinas concesionó (primer "nuevos esquema"), a saber: Tribasa (hoy Pinfra), Grupo Mexicano de Desarrollo e ICA, amén de gobiernos de Sonora, Durango, Tamaulipas, Tabasco, Querétaro y Coahuila, así como empresas de menor pedigrí que la tercia citada.

Tras su discurso de ayer en Santa Catarina, Nuevo León (en donde, entusiasmado, explicó su "nuevo esquema"), todo indica que al inquilino de Los Pinos nadie tuvo la cortesía de comentarle la delicada situación financiera del Fideicomiso de Apoyo al Rescate de Autopistas Concesionadas, y la pesada carga que implica para los mexicanos, pues el siempre sonriente michoacano entre otras cosas dijo: "... van a ser carreteras que hicieron particulares hace mucho tiempo, que quebraron con la crisis económica de México de los 90 y que el gobierno invirtió y finalmente saneó esas carreteras. Hoy esas carreteras, algunas de ellas están sanas, están siendo manejadas por el gobierno y concesionar algunas de esas carreteras nos va a dar de un solo golpe el dinero de los próximos años. ¿Y qué vamos a hacer con ese dinero? Lo vamos a meter para iniciar nuevas carreteras, para financiar. De manera tal que sin incurrir en más gasto para los contribuyentes, sin hacerle más apretadas de tuerca al presupuesto, con el mismo presupuesto vamos a hacer el doble de carreteras. Es decir, vamos a tomar el dinero de estas concesiones de carreteras que han sido saneadas, vamos a aplicar ese dinero a nuevas carreteras... concesionar de nuevo esas carreteras nos va a dar de un solo golpe el dinero de los próximos años..."

Saneados estarán los empresarios favoritos de los tres "nuevos esquemas" referidos, porque los pasivos del Farac y sus carreteras "rescatadas" (Calderón dice que "saneadas") han crecido como la espuma y hoy superan los 170 mil millones de pesos, más lo que se acumule en las próximas horas. Saneadas, las empresas Tribasa (Pinfra), GMD e ICA, que no sólo pasaron por el citado fideicomiso, sino por el Fobaproa, amén de nuevos contratos para "reconstruir" lo que ellos mismos mal construyeron (como en el caso de la Autopista del Sol) y a las que el siempre generoso gobierno federal les ha ampliado las concesiones carreteras no "rescatadas" durante el zedillato.

Así que, ¿a qué dinero se refiere el inquilino de Los Pinos para construir qué cosa?, porque quienes pagan el "rescate" carretero, como tantos otros, son los mexicanos; si algo sobra termina en el presupuesto federal (no necesariamente para invertir) y si alguna prioridad tiene el gobierno es, precisamente, atender financieramente los "rescates". ¿Entonces?

Desde tiempos de Salinas, cada uno de los que se han sentado en Los Pinos ha dicho lo mismo para justificar la participación del capital privado (léase privatización) de los distintos sectores económicos en los que participaba el Estado: abrir las puertas para "liberar" recursos a favor de la política social, para cubrir los rezagos, para atender las necesidades de los mexicanos y para lo que guste y mande. Lo cierto es que si eventualmente se "liberaron" recursos por la venta de garaje, éstos terminaron en algún "rescate". Sólo del carretero y el bancario (para no hablar de líneas aéreas, ingenios azucareros y demás) la "liberación" de recursos le ha costado, le cuesta, a los mexicanos alrededor de 120 mil millones de dólares, con todo y que Calderón se queje ("generalmente se piensa que la estabilidad económica no favorece en los bolsillos de la gente...").

¡Felicidades!, pues, porque con la creatividad" del "cambio" con "continuidad" y la siempre responsable participación de los consorcios privados favoritos, ya se cocina la nueva película de terror: "rescate carretero III".

Por cierto, sería más que prudente que Felipe Calderón cambie a sus redactores de discursos, porque los que ahora preparan para el inquilino de Los Pinos son iguales (nembutal puro) a los de Fox.

Las rebanadas del pastel

Resulta preocupante el despido masivo de trabajadores (córranlos en caliente) que se registra en el gobierno federal e instituciones afines (vg. IFE) y la denigrante forma en que lo hacen. Todo al estilo mafioso, según narra a México SA un flamante ex trabajador (15 años en la institución, servicio profesional de carrera) del Registro Federal de Electores, dependiente de las huestes ugaldistas: "firma tu renuncia, porque si no te quedas sin liquidación... Oiga, pero no estoy renunciando, me están despidiendo... Fírmale cabrón, ya, ahorita, órale"... En sentido contrario, Francisco Gil Díaz, secretario de Hacienda del "cambio", estrenó el hueso número dos de la temporada: ya despacha como presidente de Telefónica "México" (Movistar), y al entrar en funciones aseguró que "vengo en son de paz", porque supone que la "campaña" en su contra por el caso HSBC tiene apellido libanés. En vía de mientras, la veloz Secretaría de la Función Pública sigue "armando el expediente Gil".

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