Usted está aquí: jueves 1 de marzo de 2007 Política Deporte blanco

Miguel Marín Bosch

Deporte blanco

Esta primavera se cumplen 60 años de un acontecimiento que cambió el deporte y algo más en Estados Unidos. Fue el principio del fin de la política racial de los blancos hacia los negros resumida en la frase de "separados pero iguales" (separate but equal). La segregación racial cedería ante las presiones de los proponentes de la integración y de los derechos civiles, un proceso que duró décadas y cuyo dirigente emblemático y de más renombre fue Martin Luther King Jr.

El 15 de abril de 1947 apareció en la alineación de los Dodgers (entonces de Brooklyn, hoy de Los Angeles) Jackie Robinson, el primer negro que jugó en las ligas mayores de beisbol. Fue una decisión del dueño del equipo, Branch Rickey, quien la tomó por razones más bien de tipo económico que social. A Robinson le siguieron de inmediato otros jugadores de beisbol y esa ola integracionista se extendió también a otros deportes y a la sociedad estadunidense en general.

Hasta entonces los estadunidenses conocían bien pocos nombres de deportistas negros. Jesse Owens era uno y Joe Louis era otro. Lo que hizo Robinson fue allanar el camino para individuos de la talla de Althea Gibson, Muhammad Ali, Arthur Ashe, Michael Jordan y Tiger Woods.

En 1948 el presidente Harry S. Truman decidió integrar los contingentes negros a las fuerzas armadas estadunidenses. Pasarían 40 años para que un negro llegara a presidente de los jefes de personal comunes, el cargo más alto dentro de las fuerzas armadas estadunidenses (chairman of the joint chiefs of staff). Se trata de Colin Powell, nombrado por el presidente George H. W. Bush (1989-1993). Luego, en el primer cuatrienio del presidente George W. Bush, Powell se convirtió en el primer negro que encabezó el Departamento de Estado.

Los negros han recorrido un largo y difícil camino en la sociedad estadunidense. Empero persisten los estereotipos y falta mucho que corregir. Piensen en el Senado de Estados Unidos. Ha habido 1895 individuos que han ocupado un escaño en el Senado desde el año de 1789. De ellos sólo cinco han sido negros: tras la guerra civil, el congreso de Mississippi designó a dos senadores negros que estuvieron en Washington entre 1870 y 1881; en 1967 Edward Brooke llegó al Senado (por Massachusetts) como el primer negro elegido por voto popular (se retiró en 1979); en 1993 el estado de Illinois envió al Senado a Carol Moseley Braun, la primera mujer negra; y en 2005 llegó por ese mismo estado Barack Obama, hoy precandidato por el Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos.

Carismático, inteligente y de fácil palabra, Barack Obama se ha convertido en un fuerte rival de Hillary Clinton, que está a la cabeza en muchas encuestas para conseguir la designación de su partido como candidata a la presidencia. Doña Hillary tiene mucho dinero y mucha infraestructura. Hay no pocos políticos demócratas que también se han lanzado al ruedo. Uno de ellos, el senador Joseph Biden, de Delaware, tuvo un inicio de campaña poco afortunado pero muy revelador de los estereotipos que aún abundan en cuanto a la población de raza negra. El día de su autodestape se refirió a Obama como un negro "elocuente e inteligente y limpio" (articulate and bright and clean). Fue una metida de pata que retrató la actitud de algunos blancos hacia los negros. Lo que estaba pensando era: "Para mi sorpresa hay negros más o menos elocuentes que parecen no ser negros". Menudo error.

El propio Barack Obama suele autocriticarse al decir que es un "flaco medio chistoso" cuyo nombre la gente suele confundir. A veces -dice- me llaman "Alabama" y, en ocasiones, me gritan "Yo Mama". Pero una cosa es la autocrítica del senador por Illinois y otra, muy distinta, son las palabras de Biden.

Si uno se acerca a una cancha de basquetbol profesional en Estados Unidos quedará asombrado por el espectáculo de una afición intensa, casi toda de raza blanca y vestida de corbata, alentando a su equipo, integrado por un 80 por ciento de jugadores negros. Esa es parte de la herencia de Jackie Robinson.

Robinson abogó también por la integración de los negros al cuerpo de entrenadores y dirigentes de los equipos profesionales. Aquí el avance ha sido modesto. Por ejemplo, si bien un 70 por ciento de los jugadores de la NFL (National Football League) son negros, sólo lo son 16 por ciento de los entrenadores y muy pocos ocupan los cargos más altos de los equipos. De ahí la importancia que muchos comentaristas le asignaron al hecho de que los entrenadores de los equipos finalistas que disputaron el Super Bowl el mes pasado fueran negros, asegurando así que por fin un entrenador negro llegaría a coronarse campeón.

En el beisbol de las ligas mayores, la proporción de jugadores negros fue aumentando hasta llegar a 27 por ciento en 1974. Desde entonces ha declinado y hoy está en 10 por ciento, aproximadamente la misma proporción que en la población estadunidense en general. Los jugadores de origen latinoamericano, en cambio, ahora constituyen cerca de 30 por ciento de los peloteros de las ligas mayores.

Cabe subrayar que la integración de los negros a la sociedad estadunidense ha sido lenta y aún no concluye. Tras la llegada de Robinson y otros negros a los deportes profesionales, muchos seguían sin poder hospedarse en los mismos hoteles o comer en los mismos restaurantes que sus compañeros blancos. Ese tipo de segregación terminaría en la década de los años 60. Pero, como lo demostró el senador Biden, persisten los estereotipos

 
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