Rebasar a la derecha desde la izquierda/ 4
1 Concesiones para ganar. El mal que afecta a nuestra democracia está enraizado en nuestros actores políticos. No se pone en tela de juicio que se requieren importantes reformas institucionales. Muchas de éstas han sido recientemente enlistadas con motivo de la aprobación en el Senado de la ley de reforma del Estado. Algunas han sido objeto de polémicas agudas. El juicio genérico más o menos aceptado por todos es que se requieren nuevas reglas del juego que sean capaces de generar incentivos para la cooperación entre actores. La búsqueda de consensos, las convergencias más alla de las fronteras partidistas se convirtió en la piedra de toque durante la transición democrática. No podía ser de otra manera saliendo como estábamos de un régimen cuya injerencia en todos sentidos había arriconado a los demás actores sociales y políticos. Pero apenas se percibieron signos inequívocos de la decadencia del antiguo régimen todos los actores en la oposición jugaron a obtener el máximo de ventajas con el mínimo de concesiones. De las sucesivas crisis terminales del sistema emergieron avances paulatinos sobretodo en materia de limpieza electoral y equidad en la competencia. El cálculo a trasmano es que podían aspirar a ganar solos la Presidencia.con las manos libres de compromisos. El regimen priista por su parte concebía que atraves de negociaciones graduales ganaba tiempo para reformarse. Las coaliciones políticas, los acuerdos de largo plazo y los pactos de gobierno estaban totalmente fuera del horizonte de todos los actores políticos.
2. Casi lo logra. La alternancia en el Ejecutivo parecía augurar el inicio de un periodo de acuerdos de largo alcance que construirían la nueva arquitectura institucional capaz de albergar el creciente pluralismo político, social y cultural del país.El dilema que enfrentó Fox: con el PRI para consolidar su gobierno e impulsar las reformas económicas, o contra el PRI para refundar el regimen político y desmantelar el autoritarismo, nunca fue resuelto. En su lugar una política selectiva centrada en individuos sea para incorporarlos al gobierno, para pactar concesiones o para denostarlos.Esta política profundizó aún más la fragmentación de las fuerzas políticas. Atizó las desconfianzas entre las elites políticas y económicas. Al entronizar una política de venganzas personales contribuyó a paralizar la acción política y a deteriorar el marco institucional que requería amplias transformaciones. Es una curiosa ironía que recientemente se anuncie el reconocimiento que recibirá el ex presidente Fox porque "logró el fin del presidencialismo.......". Para ser precisos casi lo logró durante su gobierno, pero da la impresión que ahora como ex presidente se propone culminar su obra.
3. Sin máscaras y sin vergüenzas. El clima de crispación política entre las elites ha asumido una forma peculiar. Por una parte todos los actores tratan o han tratado en algún momento de acercarse a un hipotético centro político. Particularmente en relación con la política económica ha sido manifiesto un relativo consenso producto más de supuestas conveniencias que de convicciones sólidas. Los mercados -como se les llama frecuentemente a los poderes financieros- han vendido bien su producto paralizando las propuestas económicas heterodoxas. Se pregona como el mayor valor en democracia al consenso, pero en vez de construirlo desde las distintas posiciones que representan los actores se le usa como mampara para eludir la polémica programática. Los espacios para el debate se confinan a las querellas personales, al cálculo de muy corto plazo y al espectáculo mediático. Este ambiente me recuerda un dicho de Cioran: "A medida que liquidamos nuestras vergüenzas, nos quitamos las máscaras. Pero llega un día en que nuestro juego se acaba: nos quedamos sin vergüenzas y sin máscaras. Y sin público. Hemos presumido demasiado de nuestros secretos, de la vitalidad de nuestras miserias."
4. Cual es la izquierda buena. El cuento de la izquierda buena y la izquierda mala es una maniobra política que además oscurece la realidad. Hay muchas izquierdas: partidistas, sociales, vinculadas a redes o a movimientos. Lo cierto es que la institucionalidad democrática es frágil, la desigualdad no cede, las clases dirigentes parecen menos dispuestas a colocarse en un horizonte de largo plazo y los ciudadanos están crecientemente furiosos y movilizándose. Estas expresiones nos están diciendo una cosa muy importante. Conforme se avanza en democracia y se conquistan algunos derechos, se vuelve más intolerable las fortalezas autoritarias que subsisten. Se vuelve intolerable para un segmento de la ciudadanía la percepción de pequeñas oligarquías que se benefician desmedidamente del nuevo contexto.
5. Autonomía. ¿Puede configurarse un polo de izquierda que articule luchas sociales, apele a las clase medias y atraiga a sectores importantes del empresariado? Si, pero solo a partir de una profunda transformación de la clase política. Se necesita otra manera de percibir la política. Otra manera de vincular la lucha electoral con el ejercicio parlamentario y con las reivindicaciones sociales. Otra forma de gobernar con un propósito central. Reducir la desigualdad desde el ejercicio pleno de la democracia. Rebasar a la derecha desde la izquierda es centralmente un ejercicio de ética política. Porque se trata de una izquierda construida a partir de valores como la justicia, la libertad, la tolerancia, la laicidad. La autonomía es su valor central porque sólo ciudadanos libres pueden hacer de la lucha contra la desigualdad una lucha contra toda forma de discriminación estableciendo el puente indispensable entre igualdad y libertad a través de la solidaridad.
6. Camaleonismo. A la vieja clase política de todos los partidos le queda como símbolo la penetrante película de Woody Allen, Zelig. Y como himno justamente Chameleon Man: You change your color to suit your weakness. Cambias de color para acomodar tu debilidad.