Tráfico de hachís, detrás de la trama de los atentados de Madrid en 2004
Comparecen en el macrojuicio del 11-M cinco imputados considerados actores secundarios
Ampliar la imagen Mohamed Larbi Ben Sellam ayer durante la quinta sesión del macrojuicio por los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, en que murieron 191 personas. Se trata del mayor ataque en España, con 10 explosiones simutáneas en cuatro trenes Foto: Reuters
Ampliar la imagen Rachid Aglif ayer durante la quinta sesión del macrojuicio por los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, en que murieron 191 personas. Se trata del mayor ataque en España, con 10 explosiones simutáneas en cuatro trenes Foto: Reuters
Ampliar la imagen Saed el Harrak, ayer durante la quinta sesión del macrojuicio por los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, en que murieron 191 personas. Se trata del mayor ataque en España, con 10 explosiones simutáneas en cuatro trenes Foto: Reuters
Madrid, 21 de febrero. En la quinta sesión del macrojuicio por los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid (11-M), en que murieron 191 personas, testificaron hoy cinco imputados más, considerados "actores secundarios" de la trama, y el primero fue el marroquí Rachid Aglif, imputado por los delitos de colaboración con organización terrorista y tráfico de explosivos.
Aglif reconoció su participación en una reunión, en octubre del 2003, en un restaurante de Madrid, con Emilio Suárez Trashorras -el minero asturiano que vendió los explosivos- y su pareja Carmen Toro; Jamal Ahmidan, El Chino, uno de los siete suicidas de Leganés y con quien admitió tener estrecha amistad, y Rafa Zouhier, ex confidente de la policía, donde se acordó el intercambio de explosivos por hachís, el día y la forma de la entrega.
También se refirió a un encuentro con Zouhier, en septiembre de 2003 en su apartamento, en que además de hablar sobre los negocios de tráfico de drogas fue testigo de una prueba de explosivos y de un detonador del ex confidente policial, quien sufrió quemaduras en una mano.
Pero en sus declaraciones Aglif incurrió en varias contradicciones, entre ellas la de que en el restaurante "se habló de la venta de hachís, pero nada se dijo de explosivos".
El segundo interrogado fue Abdelilah el Fadual, un marroquí acusado del delito de colaboración con organización terrorista, que compró a El Chino el automóvil en que fue trasladado el explosivo desde Asturias hacia Madrid.
Sin embargo, negó su participación en la trama y justificó su presencia en la casa del barrio de Chinchón, días antes del atentado, para recoger el vehículo en que la policía encontró restos de explosivo.
Otro marroquí, Saed el Harrak, acusado de colaboración con organización terrorista, dijo que mantuvo estrecha colaboración laboral con Abdenabi Kounjaa, presunto autor material de los atentados, quien se suicidó en Leganés.
Según la fiscalía, desde el teléfono celular de El Harrak se realizaron llamadas a varios autores materiales de los atentados, entre ellos El Chino, además de que se halló el testamento de Kounjaa en su bolsa deportiva y un contrato a su nombre en el departamento de Leganés.
El imputado dijo que desconocía la existencia del supuesto documento.
Un marroquí más, Mohamed Larbi Ben Sellam, era el presunto mensajero de Rabei Osman, Mohamed El Egipcio, el presunto autor intelectual de los atentados, pero negó que lo haya conocido.
Los investigadores creen que Larbi se encargaba de reclutar adeptos y adoctrinarlos para la jihad (guerra santa), y que fue a Cataluña para preparar la huida de los responsables de los ataques.
A Hamid Ahmidan, primo de El Chino, se le atribuye colaboración para perpetrar los atentados en la casa de Morata de Tajuna, donde se prepararon los explosivos. Dijo que una vez vio a su pariente manejar un objeto cilíndrico del que salían cables.