Usted está aquí: miércoles 21 de febrero de 2007 Espectáculos Andanzas

Andanzas

Colombia Moya

Orígenes del ballet cubano

Alicia Alonso, estrella indispensable

LAS RAICES DEL ballet cubano se dispersan en la profusa
flora cultural que se dio después de la conquista en toda América Latina, reflejada en la conformación e idiosincrasia de lo cubano. Sin embargo, una detección más cercana se encuentra a mediados del siglo XVIII, cuando cantantes actores, bailarines y trovadores, ya fuera en compañías, troupes o aventureros, llegaban a las capitales atractivas del continente con sus repertorios y bagajes académicos, como el caso del ballet.

LA HABANA, MEXICO, Lima, Buenos Aires, etcétera, contaban con una sociedad que ya sabía y conocía de sobra los entretenimientos de los bailes de salón y los balletti de óperas, villancicos y divertimentos de múltiples facturas, donde la danza era indispensable. Desde entonces, nunca faltó quien quisiera permanecer en estas nuevas tierras de América, pletóricas de oportunidades para dar clases a nuevos alumnos, formar espectáculos y poner escuelas propias para la alta sociedad y sus bailes de salón, donde la buena postura y las cinco posiciones del tradicional ballet francés e italiano, posteriormente el ruso, nunca dejaron de alimentar esta profunda arteria vital que con el tiempo floreciera en un ballet de características propias.

TODO ESTE PRODIGIOSO tejido de vida y experiencias, cultura y aspiraciones encarnó en la elegida, la bailarina cuyas características pudieran cristalizar lo cubano en el ballet. Los maestros y el recorrido, la disciplina y el anhelo inquebrantable por instalar un ballet cubano en el nivel profesional de la excelencia y el más depurado arte y calidad capaz de pasear su insignia nacional por el mundo.

ALICIA MARTINEZ Y Fernando Alonso muy jóvenes estudian ballet en la Sociedad pro arte musical de La Habana, donde impartía clases madame Alexandra Fedorova, formada en las huestes del Ballet Russe de Diaghilew y afincada en La Habana, convirtiéndose así en la piedra, talismán generador del poderoso edificio del Ballet Alicia Alonso, convertido al triunfo de la Revolución Cubana (1959) en el Ballet Nacional de Cuba.

DE HECHO, EL matrimonio Alonso-Martínez engendró este maravilloso cuerpo de ballet con el talento excepcional de Alicia y la minuciosidad y poder de captación de Fernando como maestro para absorber, y juntos transformar el zumo de todos los maestros que tuvieron en Estados Unidos y Londres, así como su experiencia al ser parte del ballet Caravan, convertido posteriormente en el célebre American Ballet Theatre.

ESTE RECORRIDO EMPIRICO, rico, incomparable, con el apoyo de la Revolución Cubana y las múltiples generaciones de bailarinas y bailarines que han desfilado por la compañía, trabajaron infatigablemente y doblegaron sus talentos personales en la consecución de ideales prioritarios más importantes que la gloria individual.

EL BALLET NACIONAL de Cuba tenía una estrella indiscutible, una figura de carácter internacional, Alicia, que permaneciera con el apellido de Fernando aun después de su divorcio, y comandó las huestes maravillosas de bailarines en la montaña, la cosecha, la guardia miliciana y las abundantes pláticas, conferencias y funciones de ballet sobre tablados improvisados, donde las jóvenes figuras, con propia luz, convertidas en flamígera punta de lanza, mostraban qué era el ballet, Giselle, Odette, La bella aurora, o un ronde jambe desde su nacimiento.

FUE ALICIA, Y sigue siendo, el nombre refulgente que arrastra multitudes al templo de la danza, pero fueron sus bailarines, y especialmente aquellas perlas extraordinarias, el soporte invaluable de un sueño, el anhelo de ser, creer y hacer, realizar el arte, la belleza fugaz y efímera del cuerpo dibujando prodigios en el espacio más allá de todo.

JOSEFINA MENDEZ, AURORA Bosch, Mirta Plá y Loipa Araujo ya son parte de la historia gloriosa, casi épica del Ballet Nacional de Cuba, y sus nombres, como los de aquella pléyade inicial que forjó una joya para la isla, y los que están ahora merecen el aplauso, la ovación, no sólo el reconocimiento del público por su excelencia artística. Josefina Méndez, el diamante, falleció el 26 de enero pasado, sobreviven Aurora Bosch y Mirta Plá. Valgan mis humildes palabras para saludar su historia, su talento excepcional. Ella y ellos, Alicia y quienes la apoyan, todos han sabido tejer con sus cuerpos sudorosos la simbiosis exquisita de Francia, Italia, Rusia, Estados Unidos, Inglaterra, Suecia y, sobre todo, el Caribe prodigioso para exaltar la cubanidad en la danza.

UNA LABOR PODEROSA, frágil y sutil, profunda y portentosa.

SOLO QUIENES CONOCEN los secretos de la danza, aman la vida, o sólo quienes aprecian y conocen los secretos de la armonía del universo valoran el prodigio de la danza, digamos en un juego de palabras basadas en un antiguo texto del siglo IV.

MIENTRAS TANTO, AMIGOS, el Ballet Nacional de Cuba se presentará el día 21 de febrero en el Auditorio Nacional, en una gala especial con fragmentos de las joyas del repertorio del ballet universal, y nuevas formidables estrellas de la danza cubana.

DEL BALLET UNIVERSAL el precio más alto es de 800 pesos, que es la mitad de lo que comúnmente cuesta el ballet en el Auditorio, y por lo mismo precios súper accesibles al gran público mexicano, gracias al esfuerzo del empresario chileno Felipe Rodrigan y la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal.

 
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