Carnaval sin toros
En la plaza México quedaron los olés de los cabales que cantaban coros operísticos ante el drama del toreo. A esperar un año la brisa de los capotes sobre el redondel. Es larga espera el camino que se anda. Sueñan los aficionados tristezas que se vuelven palabras, como rayos que se traen el duende de Morante de la Puebla, el clasicismo de César Rincón, el sentimiento de Rodolfo Rodríguez El Pana, el ritmo mediterráneo de Manzanares y la entrega del debutante Arturo Macías que se volvió el triunfador de la temporada. Hace falta para captarlos el fino paladar de los que se hacen uno con el torero. Huellas para cubrir la nada que aparece en la espera.
Un domingo sin toros es domingo en silencio para los "viejos locos del toro", en intimidad cerrada de orígenes ignorados. En este inicio de la cuaresma solo el cuerpo de la morena mitiga la espera y resucita el toreo. Cuando en la penumbra su cuerpo ondula, baila y resuena con una queja en los labios y el carnaval en la cintura ¡Vente morena enhebrada en el hilo del amor imposible! Gira y gira y que tus muslos se burlen de la melancolía como el toreo se burla de la muerte en el pase natural cargando la suerte.
Los toreros mencionados se apoderaron del espacio torero a pesar de que la mayoría de los astados no ayudaban al toreo. Vendrá el intermedio de la feria torista en marzo, según se dice y la de novilladas en el verano. Es de desear que los jóvenes matadores y los novilleros hayan aprendido de los matadores y en especial de Arturo Macías, que le entrega y cala hondo en los aficionados.
Máxime cuando el aguascalentense salió a hombros en cada una de sus actuaciones y dejó un grato buqué a torería.