Usted está aquí: lunes 19 de febrero de 2007 Opinión Desde el otro lado

Desde el otro lado

Arturo Balderas Rodríguez

Solidaridad sindical

En un desplegado aparecido en el New York Times en días pasados, se pregunta: "¿Que pasó con Cesario Aguirre cuando decidió apoyar la formación de su sindicato?", y a continuación responde:

"El señor Aguirre es un trabajador que durante 28 años ha prestado sus servicios en Blue Diamond Growers de Sacramento, California, la más grande productora y procesadora de almendras en el mundo. Durante los pasados cuatro años los 600 trabajadores que ahí laboran (la mayoría de origen latino) han sido el principal factor en el crecimiento de las utilidades de la compañía. Al mismo tiempo los pagos que ellos hacen para recibir servicios médicos también han crecido en forma estratosférica... mas no los salarios.

"Hace cuatro años Aguirre sufrió un aparatoso accidente de trabajo y se le negó el salario por el tiempo que estuvo incapacitado, además de las vacaciones a las que tenía derecho. No era la primera ocasión que algo así pasaba, por lo que Aguirre y sus compañeros decidieron formar un sindicato para defender sus derechos."

El resto es historia conocida. La empresa hizo todo lo posible para evitar la formación del sindicato: despidió a quienes lo promovían, amenazó con cerrar la fuente de trabajo, sancionó por faltas inexistentes y... un largo etcétera. Un juez ordenó la reinstalación de los despedidos, pero la empresa despidió nuevamente a quienes quieren formar el sindicato.

Algo similar sucede con miles de trabajadores, en su mayoría de origen mexicano, que trabajan en las multimillonarias empresas de la industria vitivinícola de California. Estos casos no son la excepción, sino la norma, en empresas cuyos trabajadores son principalmente de origen latino.

El desplegado en cuestión proviene del apoyo que la poderosa central sindical AFL-CIO ha dado a Cesario Aguirre y sus compañeros. Hay que aplaudir esa actitud, máxime en momentos en que el sindicalismo en Estados Unidos necesita urgentemente incrementar su membresía, por lo que le es de vital importancia solidarizarse con esos miles de trabajadores. En ese mismo sentido promueve la regularización de los que están indocumentados, suscribiendo la reforma migratoria. A fin cuentas el beneficio será mutuo.

Hace algunos días la investigadora Beth Shulman, autora de The Betrayal of Work, decía en la cadena NPR que el número de sindicatos en el sector privado ha decrecido de 35 por ciento a 7 por ciento, que en la actualidad un trabajador sindicalizado gana 27 por ciento más que uno que no lo está, y que 86 por ciento de los que están sindicalizados tienen seguro médico comparado con 50 por ciento de quienes no lo están. Las ventajas son obvias.

En este contexto sería interesante conocer la reacción de los empresarios que en nuestro país distribuyen los productos elaborados en plantas en las que hay condiciones como las descritas.

No estaría mal que también dieran una muestra de solidaridad a los miles Cesarios Aguirres que trabajan en ellas, restringiendo la venta de sus productos.

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