El escultor participó en el Simposio Internacional de Cerámica Escultórica, en Jalapa
Con casi 35 años en el oficio, aún me asombra la misteriosa plasticidad del barro: Gustavo Pérez
Reconoce su incapacidad para realizar proyectos monumentales, ''pero tengo gran respeto por quienes sí lo hacen''
Legará a la Galería de Arte Contemporáneo un mural de 3 x 1.5 metros
Ampliar la imagen El ceramista supone tener unas 50 mil piezas realizadas, aunque sólo tiene contabilizadas unas 20 mil, ''de a mil por año''. En la imagen algunas de sus obras Foto: Alejandra Olivio
Jalapa, Ver., 17 de febrero. Con casi 35 años en el oficio de la cerámica y más de mil piezas creadas cada año a lo largo de dos décadas, el mexicano Gustavo Pérez acepta que aún lo asombra la misteriosa plasticidad del barro, y el trabajo creativo, subraya, se torna una investigación infinita.
En entrevista en su taller ubicado en las afueras de Jalapa, entre innumerables piezas de diversos tamaños, formas, texturas y colores, además de la estantería en donde reposan las obras que todavía no son sometidas a cocción en el gran horno elaborado ex profeso en tabiques y que se encuentra a la retaguardia de todo el material creativo, el prestigiado ceramista dice:
"Hacer cerámica durante casi 35 años me ha permitido saber que el torno es aparentemente mi instrumento favorito para acercarme al barro; puedo ver que en el torno he hecho miles de piezas que, a pesar de ser tantas, y de parecerme en el momento la misma cosa, a lo largo de los años han cambiado; también sé que lo que más me interesa del barro es su plasticidad, esa característica misteriosa que es intrínsicamente específica y que, sin acabar de entenderla, me fascina cada día más".
Desde 1994, Pérez es integrante de la Academia Internacional de la Cerámica y reside la mitad del año en Francia, donde trabaja ininterrumpidamente en su taller.
El ceramista asegura que lo primordial es jugar. "Pienso que, debido a esta voluntad interminable de jugar, la decisión de hacer cosas pequeñas es comprensible y natural; probar las variaciones de una forma resulta mucho más fácil y directo en pequeños formatos, porque voy de una pieza a la siguiente con la fluidez que me convenga". Pese a esta convicción, el prestigiado artista participó en el primer Simposio Internacional de Cerámica Escultórica, que se realizó durante un mes en esta ciudad, a la cual legará un mural de 3 x 1.5 metros, compuesto de elementos sueltos, que será instalado en la Galería de Arte Contemporáneo, el cual estará culminado en tres semanas y que contribuirá "al esfuerzo monumental que se echaron encima las organizadoras" del encuentro.
El artista es enfático cuando asegura que no le interesa hacer cerámica escultórica monumental, pero dice: "quizás justamente por mi incapacidad o renuencia a realizar proyectos a esa escala, tengo gran respeto por quienes sí lo hacen, por aquellos que en general elaboran cosas muy grandes y que, en algunas ocasiones, son para admirarse."
Ello sucede, agregó, cuando la obra monumental consigue la calidad indispensable, que de alguna manera la integra al paisaje, cuando el monumento posee esa calidad extraordinaria que lo hace casi tan bella como ciertos árboles, que para mí, son los más importantes del mundo, y los ejemplos de este tipo son pocos entre tanta basura monumental, entre tantos monumentos a la gloria X o a la consagración del dios o a la celebración de quién sabe qué masacre que nos hizo los más fuertes del planeta, etcétera".
Maravillas y monstruos, subraya, es la contradicción de todo lo que ha generado la cultura. ''Es inevitable pensar en tanto lo monumental que nos rodea, tan feo y agresivo, tan barato, demagógico y lamentable".
Pérez, quien ha expuesto individual y colectivamente en México, Estados Unidos, Europa, Japón y Corea, y ha sido invitado en varias ocasiones para impartir cursos y dirigir talleres en diversos países, dijo que es importante el esfuerzo realizado para este simposio, que debe enfrentar "retos de talla también considerable."
Abunda: "Con Nina Hole en Jalapa -quien elaboró in situ una escultura monumental- tenemos la oportunidad de conocer de cerca este movimiento actual que ha roto con los límites tradicionales del oficio, porque lo que hace la artista la distingue de lo que la mayoría de los ceramistas hace al enfrentar el reto de lo monumental, por una característica definitiva: construir una gran pieza de una sola pieza".
Con el resultado de este trabajo en Jalapa, añade, tendremos un ejemplo interesante de las posibilidades de la cerámica y de un buen ejemplo del tipo de obra pública que vale la pena tener en nuestro entorno, resultado de un trabajo honesto, auténtico, vivo.
En la atención, prosiguió, que cada uno presta a sus intereses personales profundos radica la verdad y la calidad del trabajo creativo, tanto en la cerámica como en cualquier obra de arte.
"De las pirámides de Teotihuacán, la muralla china, los murales de Orozco y Rivera, a una figurilla de Jaina o la Venus de Willendorf, o las caritas sonrientes totonacas, no hace falta establecer una preferencia o una jerarquización cualitativa; todo es arte".
Pérez, nacido en 1950 en el Distrito Federal, se autodefine como un apasionado del juego y de las posibilidades infinitas que brinda la plasticidad del barro y, aunque no ha contabilizado el número de obras, "supongo -dice- son unas 50 mil, pero sólo sé que en los pasados 20 años he numerado mis piezas, que son como mil cada año, y de otras más que no lo hago."
Ante un torno y una masa de barro que manipula con habilidad, finaliza: ''Abrirse camino en la cerámica es como en cualquier disciplina, no existe camino fácil ni en la literatura, ni en la música, ni en ninguna disciplina artística".