Primavera anticipada
En esta ciudad prodigiosa con el mejor clima del mundo, como sucede todos los años, se adelanta la primavera, temporada de renacimiento en la que florecen y reverdecen las plantas, se instala un agradable calorcillo y mariposas de colores comienzan a revolotear, incluso, en lugares impensables como el Centro Histórico, en donde por cierto, habitan muchos pajarillos que, al caer la tarde, se juntan a contarse los chismes del día piando estruendosamente, entre el follaje de los árboles de las plazas y algunas calles que aún los conservan.
El Paseo de la Reforma se alegra con cientos de coloridos geranios que amabilizan los polémicas pirámides del camellón central, en los laterales, los agapantos lucen esplendorosos, con su semejanza a fuegos artificiales; las originales bancas que diseñaron varios artistas en formas y materiales diversos invitan a los paseantes a sentarse para disfrutar la naciente primavera.
El placer continúa hasta llegar a la que fuera antigua glorieta del "Caballito", bautizada por la soberbia escultura ecuestre del rey Carlos IV, que realizó el escultor Manuel Tolsá y que durante muchas décadas presidió el centro de la plaza, que paulatinamente fue rodeada de altos edificios que la minimizaron, aunado al feroz tráfico que la rodeaba, por lo que con buen tino, en 1979, se decidió trasladarla a la plaza en donde se encuentran el Palacio de Minería, notable palacio neoclásico, obra del mismo artista, y los palacios de Comunicaciones, hoy sede del Museo Nacional de Arte, el de Correos, el antiguo templo de Betlemitas, cuyo convento, ahora maravillosamente bien restaurado, aloja al Museo de Economía, y varias otras bellas construcciones. En esta plaza ahora llamada Manuel Tolsá, se pueden apreciar tres siglos de arquitectura mexicana, lo que la convierte en un libro vivo de historia, ya que como hemos comentado, los estilos arquitectónicos son un reflejo de la mentalidad y los valores de una época determinada.
Volviendo a nuestro recorrido, en la antigua Plaza del "Caballito" se mandó poner, para que no quedara "pelona" y continuara con algún monumento alusivo, la monumental escultura de metal, del escultor chihuahuense Sebastián, que abstractamente semeja la cabeza de un equino y aquí surge una nota discordante, ya que la pieza esta deteriorada, la pintura amarilla que la cubre esta deslucida y manchada, un trozo del metal se ve oxidado y roto. Confiados en que pronto se arregle, no podemos dejar de pensar que muchos de los materiales que utilizan actualmente artistas y arquitectos, no parecen resistir bien el paso del tiempo; hay cerca de 250 años entre ambos caballos y el de Tolsá está impecable. Lo mismo sucede con muchos edificios del siglo XX; por ejemplo, la Torre Latinoamericana, el rascacielos que se volvió el símbolo del México moderno, y cuyo recubrimiento de vidrio y paneles color azul, es una desgracia; échenle un ojito a los palacios que mencionamos líneas arriba que le anteceden por lo menos un siglo, sin contar el de Minería que tiene más de 200 años, y están como recién construidos.
Volvamos a lo alegre, el tramo de la avenida Juárez, que pasa frente a la Alameda, es una fiesta, tanto por el colorido de las jacarandas que ya lucen sus deliciosas flores azulosas y las enormes y sensuales flores color perla de las magnolias, como por el bullicio de las cientos de personas que acuden a las flamantes torres, que diseñó el arquitecto Ricardo Legorreta y que alojan desde hace unos meses a la Secretaría de Relaciones Exteriores y al Tribunal Superior de Justicia, respectivamente. Es reconfortante el espectáculo, después de 18 años de ver la zona en el mismo lamentable estado, en el que quedó tras los sismos de 1985, así es que conviene caminarla para redescubrirla y aprovechar para comer en alguno de los buenos restaurantes de los alrededores.
Hace tiempo que no vamos al Heritage, situado en la avenida 5 de Mayo, número 10-A, que sigue conservando la buena comida mexicana que lo ha mantenido vigente durante 30 años. Que le parece acompañar el tequila o el aperitivo que prefiera, con unas "sesadillas", o sea unas quesadillas de sesos, si no es tan audaz, pida una salsa albañil, que son trozos de queso blanco en una salsita verde para taquear. Yo no perdono la sopa de fideo seca o la de queso, y para compartir, es buena idea el platón de mariscos, o más económicas y muy sabrosas, las albóndigas en chipotle. De postre, una tarta de manzana calientita, recién horneada, con su helado de vainilla al lado.