Usted está aquí: viernes 16 de febrero de 2007 Política De socialismo, Einstein y educación sexual

Gabriela Rodríguez

De socialismo, Einstein y educación sexual

Las recientes polarizaciones de la región están provocando reflexiones acerca de las izquierdas y las derechas, del sentido del socialismo y del capitalismo, de la democracia y la autocracia. En el muy particular campo de la educación sexual, estas coordenadas han implicado políticas públicas diferenciadas.

A 90 años de promulgada nuestra Constitución, recordamos que México desarrolló todo un proyecto de educación socialista que formó parte de la construcción de un nuevo país y de la consolidación de la Revolución. Desde esos tiempos los programas educativos buscaron llevar el conocimiento científico a todas las aulas con base en la educación laica y gratuita, protegida en el artículo tercero de la Carta Magna.

En plena década de los treinta, Narciso Bassols preparó todo un programa de educación sexual, que daba inicio a partir del tercer grado de primaria, con un enfoque integral y adecuado a las etapas del desarrollo. Era un proyecto pionero, anterior a las vanguardistas propuestas de los países escandinavos, que fue rechazado por la Unión Nacional de Padres de Familia que lo consideró ofensivo y parte de la agenda comunista, y le costó el puesto al entonces secretario de Educación.

Más de 40 años pasaron antes de poder operar un programa oficial de educación sexual en el país. La presión demográfica permitió la instrumentación del primer programa en 1974, con una visión biologicista y reproductiva que se impuso a las impugnaciones de los padres de familia de escuelas católicas y de los jerarcas eclesiales. Ese tipo de información tuvo un impacto efectivo en las conductas reproductivas y en la tasa de crecimiento poblacional.

En la década de los ochenta, la epidemia del sida llevó a adoptar una visión más preventiva e higiénica de la currícula escolar, lo cual generó un aumento de prácticas preventivas y del uso del condón entre las nuevas generaciones. Pero no fue sino hasta 1998 cuando el plan de estudios avanzó cualitativamente mediante una visión integral, formativa y enfocada a la equidad de género y a la promoción de los derechos humanos.

Asumiendo con seriedad los compromisos firmados por México en la Convención sobre los Derechos de la Infancia y la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer, se diseñó un programa que va más allá de la biología de la reproducción, y así se incluyeron aspectos relacionados con el fortalecimiento de la autoestima y la equidad de género desde el quinto grado de primaria, la sensibilización sobre el derecho a una sexualidad libre de enfermedades, de violencia y de abuso. Por primera vez una nueva materia, Formación Cívica y Etica, recoge en sus contenidos la cultura de los derechos humanos y la promoción de valores constitucionales, tales como responsabilidad, respeto, libertad, tolerancia y amor.

Los cambios curriculares no fueron apoyados, hubo un esfuerzo paralelo en la capacitación de los maestros, porque en el ínter sobrevino el cambio gubernamental. El equipo foxista intentó sin éxito echar atrás los logros curriculares e invirtió lo mínimo posible en estos temas para priorizar, al menos en el discurso, el de la competitividad empresarial y las nuevas tecnologías, que bien a bien no lograron aterrizarse.

Los nuevos funcionarios del sector educativo -comandados por una mujer panista que ha sabido negociar con Dios y con el diablo en la administración anterior-, ahora inundados por la burocracia sindical del SNTE, cuyo pragmatismo está por encima de las políticas de Estado, tendrán que tomar posición frente a dos presiones: la de las huestes conservadoras y yunqueras del PAN, que buscarán echar atrás los libros de texto tan avanzados, y los 33 años de exitosa educación sexual, frente a las presiones de las organizaciones de la sociedad civil, así como a la fuerza de una ciudadanía moderna y secular que no acepta la censura ni la visión fundamentalista religiosa en las aulas escolares.

Hoy resulta muy inspirador el pensamiento de Albert Einstein, quien mientras escapaba del régimen nazi y acá se pretendía implementar el proyecto socialista de educación, afirmó en su famoso texto ¿Por qué socialismo?:

"La mayoría de los grandes estados de la historia debieron su existencia a la conquista. Los pueblos conquistadores se establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada del país conquistado. Se aseguraron para sí mismos el monopolio de la propiedad de la tierra y designaron un sacerdocio de entre sus propias filas. Los sacerdotes, con el control de la educación, hicieron de la división de la sociedad en clases una institución permanente y crearon un sistema de valores por el cual la gente estaba a partir de entonces, en gran medida de forma inconsciente, dirigida en su comportamiento social.

"Hoy, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directa e indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación)... pero la competencia limitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a ese amputar la conciencia social de los individuos. Considero una mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero sufre de ese mal. Se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura. Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males, el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales."

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