Usted está aquí: sábado 10 de febrero de 2007 Economía México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

El gobierno, de nuevo a la carga para imponer IVA a todo

Exprimir más a causantes cautivos, sinónimo de reforma

Retoma Caracas control de la electricidad

Tal y como sucedió seis años atrás, la artillería gubernamental comienza a disparar estudios, análisis, amenazas, chantajes y demás balas de supuesto alto calibre para "convencer" de que a México la "única" reforma fiscal ("reformón", de acuerdo con el argot del "cambio") que sacará de la medianía a las finanzas públicas es la enfocada a gravar todo y a todos con IVA.

No hay más, dicen en el gobierno de la "continuidad" y entidades afines, y para confirmarlo un ex secretario de Hacienda del régimen priísta y hoy director general de la OCDE, José Angel Gurría, vino a participar en un foro de políticas públicas y dijo exactamente lo mismo.

Por estas fechas, seis años atrás, el que decía ser el inquilino de Los Pinos aseguraba que "no menos de 55 por ciento" de los mexicanos apoyaba una reforma fiscal en tal sentido, pero como en tantas mentiras por él difundidas por medio del micrófono de la Presidencia de la República la realidad lo desmintió. Simple y sencillamente el "reformón" no pasó.

Nadie duda de la urgencia de concretar una reforma fiscal en México. Su bajo nivel de captación impositiva ­el más reducido de los países pertenecientes a la OCDE­ y la creciente dependencia del ingreso petrolero no hacen más que confirmar esa premura.

El problema radica en que exprimir aún más a los causantes cautivos es considerado sinónimo de "reforma fiscal", porque el objetivo de las "adecuaciones" planteadas no es otro que el grupo de mexicanos que, quiéranlo o no, pagan impuestos, mientras en la acera de enfrente ­un año sí y el otro también­ se reduce la tasa fiscal al capital y las ganancias.

Durante su participación en el foro de Políticas Públicas "para el Desarrollo de México", el ex secretario de Hacienda Gurría consideró que "la más urgente, la más importante, la más trascendente de las reformas pendientes, es la reforma fiscal, que puede constituir uno de los más poderosos instrumentos del Estado mexicano para enfrentar con éxito el Siglo XXI. La recaudación impositiva de México en relación con el PIB es la más baja de la OCDE. Si excluimos los ingresos petroleros, es de las más bajas del mundo. Ningún gobierno de ninguna tendencia política puede gobernar así con éxito. Lo hemos repetido una y otra vez: mientras México siga recaudando sólo el 12 por ciento de su PIB en impuestos (sin petróleo), no podrá invertir lo necesario ni en materia social ni en infraestructura, que son las dos turbinas del crecimiento competitivo.

"Además de las limitaciones de la actual base fiscal, la vulnerabilidad de las finanzas públicas se acentúa, no solo por depender de un factor volátil como son los precios del petróleo, sino además por la previsible caída de la producción de crudo. Adicionalmente, la excesiva dependencia del fisco en los ingresos petroleros ha dejado a Pemex sin suficientes recursos para explorar, modernizarse y aumentar su capacidad de producción y refinación. Ante un consumo interno creciente, esto está obligando a importar energéticos en cantidades cada vez más importantes. Es decir, la ausencia de la reforma fiscal afecta tanto a las finanzas públicas como a las finanzas Pemex y a la balanza de pagos".

No es equivocado el análisis de Gurría. El problema comienza cuando los mártires de esa "reforma" resultan ser los mismos de todas las batallas fiscales pasadas. Pocas, por no decir inexistentes, son las propuestas ­públicas y privadas­ en torno a la ampliación del padrón fiscal ­especialmente el empresarial­, pero sobran las relativas a que se grave más a los causantes cautivos. Si ese es el único objetivo, la "reforma" fiscal no tendrá mayor potencial, ni muchos mexicanos que la soporten.

Y ya que se recuerda el ambiente vivido seis años atrás y las advertencias sobre el impacto que el IVA generalizado tendría en los bolsillos más pobres del país, retomemos una propuesta presentada en esos días por la Coparmex, con la sensibilidad social que la caracteriza: "que las clases de menores ingresos modifiquen sus hábitos de consumo para adaptarse a la merma de ingresos que les provocará la aplicación del IVA en alimentos; si comen carne de res, pues que cambien a pollo o carne de puerco".

Fue una propuesta brillante (que nada raro sería verla de nueva cuenta en este segundo embate del "reformón", versión de la "continuidad") y de doble alcance: si sobran pobres, mátenlos de hambre. La Coparmex ­que agrupa a 50 centros patronales y alrededor de 35 mil empresarios en el país­ circuló ­allá por abril de 2001­ un documento entre la bancada panista en San Lázaro, en el que proponía lo anterior, aunque reconocía que la reforma" promovida por Los Pinos "no es integral sino recaudatoria; promete beneficios que sólo llegarán a una minoría y, en general, resulta lesiva para las clases medias.

Hay que estar atentos, pues, ante la creatividad y sensibilidad de los promotores del segundo capítulo del "reformón" foxista.

Las rebanadas del pastel

Hugo Chávez trascendió el mero anuncio de futuras nacionalizaciones y expropiaciones, y puso manos a la obra: ayer comenzó el "papeleo" para que el Estado venezolano reasuma el control de la Compañía Electricidad de Caracas. En la lista están consorcios petroleros, eléctricos y de telecomunicaciones. En Bolivia Evo Morales hace lo propio, y ayer nacionalizó la Fundidora Vinto.

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