Dio la orden de abrir fuego, afirma Yuri Ivanov
Culpa diputado ruso a Vladimir Putin por la matanza de Beslán
Moscú, 6 de febrero. A contrapelo de la versión oficial, que exime al Kremlin de toda responsabilidad en la tragedia de Beslán, ocurrida en los primeros tres días de septiembre de 2004, el diputado Yuri Ivanov está convencido de que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ordenó abrir fuego con morteros sobre la escuela en que un comando separatista checheno retenía a más de mil personas, lo cual desencadenó la matanza que segó la vida de una tercera parte de los rehenes, en su mayoría niños y mujeres.
Según Ivanov, el caos provocado por los intensos bombardeos sirvió como pretexto para lanzar el asalto a la escuela y, de ese modo, cancelar definitivamente la posibilidad de negociar con el entonces líder checheno, Aslán Masjadov, quien había manifestado su disposición de viajar a Beslán, con garantías que sólo podía darle Putin, para evitar un baño de sangre.
Una solución negociada, que empezaba a cobrar fuerza por las gestiones realizadas por el presidente de Osetia del Norte, Aleksandr Dzasojov, y otras figuras con ascendiente regional en el Cáucaso, era vista en Moscú como "vergonzosa" y el propio titular del Kremlin dio la orden de forzar la operación de rescate para no tener que hacer concesión política alguna a los secuestradores, denuncia el diputado de la Duma y también miembro de la dirección del Partido Comunista de Rusia.
Ivanov, uno de los dos representantes de la oposición que, junto con 20 legisladores oficialistas supeditados por completo al Kremlin, formaron parte de la comisión parlamentaria que investigó la tragedia de Beslán, se negó a firmar el justificatorio informe final, aprobado por el Parlamento ruso el 28 de diciembre pasado.
Tampoco avaló las conclusiones oficiales según las cuales la operación de rescate comenzó después de que los secuestradores hicieron estallar dos bombas en el interior del gimnasio de la escuela Yuri Saveliev, diputado del Partido Ródina y reconocido experto en explosivos, quien se distanció de la comisión en agosto y publicó un informe propio en que demuestra que las primeras explosiones fueron provocadas desde fuera, con morteros y tanques.
Pero a diferencia de Saveliev, el diputado Ivanov decidió guardar silencio para tener acceso a los materiales de la comisión y sólo ahora, cuando el quehacer político ruso empieza a recobrar la normalidad tras el receso vacacional de invierno, dio a conocer su inconformidad con el informe oficial.
En Hacia la verdad de Beslán, un texto de reciente difusión, Ivanov hace suya la tesis de Saveliev sobre el origen de las primeras explosiones, y además arremete contra el titular del Kremlin.
"¿Quién dio la orden de comenzar los fatídicos disparos y explosiones? El Servicio Federal de Seguridad pudo haber apretado el gatillo únicamente después de recibir línea desde la cúspide de la vertical del Estado. En la Rusia autoritaria de hoy sólo una persona puede tomar semejante decisión: el presidente. Putin fue quien creó esa rígida vertical de subordinación y ésta se manifestó trágicamente en Beslán. Todos esperaban la orden del patrón de utilizar la fuerza y, no tengo ninguna duda, él la dio", acusa el diputado.
Ivanov sostiene que la mayoría de los rehenes murieron por el fuego amigo de sus liberadores, que siguieron utilizando morteros, tanques, lanzallamas y misiles desde helicópteros aun cuando los secuestradores pusieron a los niños en las ventanas con pañuelos blancos.
Y tras detallar todos sus argumentos que ponen en entredicho la versión oficial, Ivanov concluye: "La verdad de Beslán me parece poco halagadora: muchas vidas de niños cortadas porque el gobernante del Kremlin no condescendió negociar; unos impotentes servicios de seguridad que no son capaces de evitar actos terroristas por carecer de una efectiva red de agentes; oficiales de esos servicios que en Beslán cubrían con sus cuerpos las granadas y en el Dubrovka (teatro moscovita donde otro comando realizó un secuestro masivo) dispararon en la nuca a mujeres (chechenas) inconscientes (por el gas); cuentos sobre Bin Laden y numerosos mercenarios árabes combatiendo en el Cáucaso ruso".
Asimismo, Ivanov ve "secuestros y torturas (en Chechenia), que ignoran los múltiples comisionados para derechos humanos del Estado; pequeños grupos de activistas que dicen la verdad sobre Chechenia, y por ello sufren acoso; una periodista comprometida con la verdad (Anna Politkovskaya) que no podía quedar viva en un régimen como éste; una Duma controlada por Rusia Unida (partido oficialista) que sólo es capaz de aprobar cualquier decreto presidencial y de tratar de aplastar a sus críticos. Y, por último, el elector común, bajo el efecto de las grandes dosis de distorsión televisiva que recibe, incapaz de evaluar correctamente la gestión de su hábil presidente".