Un poco de historia
A más de 20 años de que fue creada la primera planta transgénica 1983, definida como organismo vivo al que se injertaron genes de otras especies para generar propiedades distintas a su estructura natural, especialistas e investigadores señalaron que fue en 1975 cuando se descubrió el mecanismo que hizo posible "manipular la información genética".
Elena Alvarez-Buylla, catedrática del Instituto de Ecología de la UNAM, indicó que tras el descubrimiento de la molécula del ácido desoxirribonucléico (ADN, por sus siglas en inglés), en 1953, considerado la base material de la herencia, fue a mediados de la década de los 70 cuando se encontraron las enzimas de restricción y ligazas que hacen posible "cortar y pegar" el material genético.
Poco años después, indicó, en 1983 se hicieron los primeros experimentos para desarrollar plantas transgénicas, y ese mismo año se consiguió "introducir el gen de una luciérnaga a la planta del tabaco para conseguir que fuera fluorescente, y aunque se trató de un experimento sin fines comerciales, poco después comenzó el desarrollo de semillas transgénicas para lanzarlas al mercado".
Al comprobar que era posible manipular su material genético, indicó, en 1985 se eligió el maíz para ser la primera planta transgénica en ser comercializada, ya que era considerada un grano de "importancia comercial por su valor alimentario, además de que es una de las plantas modelo en la investigación genética".
Por desgracia, destacó, desde un principio se detectó su potencial como biorreactor, al pretender usar la planta de maíz como productor de sustancias industriales o farmaceúticas y con ello cancelar la vocación alimenticia de una planta que da de comer a millones de personas en países en desarrollo.
La planta transgénica, que contiene uno o más genes que han sido insertados de manera artificial, puede ser manipulada con un transgén o secuencia genética insertada que puede provenir de otra planta no emparentada o de un organismo completamente diferente, como en el caso del maíz Bt, al que se ha insertado el gen de una bacteria para que genere su propio insecticida.