Usted está aquí: lunes 29 de enero de 2007 Deportes Herrerías volvió para sofocar los éxitos de El Pana

Herrerías volvió para sofocar los éxitos de El Pana

LUMBRERA CHICO

No, la sociedad mexicana no está enamorada de la poesía: la odia... ¿Que su majestad, Rodolfo Rodríguez El Pana, antes de matar a su segundo de la tarde del 7 de enero de 2007, brindó la faena "a las putas, a las mujeres que venden su cuerpo, a la que me entregaron sus pechos y sus muslos para mitigar mi hambre y mi sed"? Pues bien, ayer, en la división entre primero y segundo tendidos de sol, claro está, en la México, y dónde si no, dos anónimos porteadores recorrieron el pasillo con una gran manta, impresa en varios colores, que decía: "Gracias Pana, por el brindis a las mamás de El Profesor y El Alpiste".

¿No es conmovedor? El mensaje estaba firmado por un aficionado que vio la ocasión de hacer una broma de esas que no se olvidan, y que sin duda contribuirá a perpetuar, en la memoria colectiva de la Monumental Plaza México, las sentidas palabras que El Pana improvisó, vibrando, ante los micrófonos de Televisa instantes antes de matar al que sería, pensaba, el último toro de su vida en Insurgentes.

"Brindo la muerte de este toro a las hetairas, a las mujeres que venden su cuerpo por dinero, para que mejor me entiendan, a las putas, que me entregaron sus pechos y sus muslos para mitigar mi hambre y mi ser", dijo El Pana. ¿Eran bonitas aquellas palabras nacidas del fondo de los más nobles sentimientos? Pues a desvirtuarlas, faltaba más. Que no quede un solo verso de la poesía de ninguna clase en pie: aquí estamos para vivir al servicio de lo mediocre, de lo opaco, de lo uniforme, de lo que se puede manipular y, en consecuencia, repudiamos lo audaz, lo raro, lo extraño, lo que se sale de los cauces.

Así, en su esperada reaparición, a la que metió más de 30 mil personas en la plaza, El Pana salió con su arte, pletórico y anhelante, a luchar no contra los toros de Los Encinos ­que, como este espacio advirtió una semana atrás, fueron pésimos, o sea, mansos, débiles y rajados, exceptuando los que le salieron a Arturo Macías­, sino contra el país: el dizque "gobierno", la dizque "economía", las dizque "esperanzas" de convertirnos en una de las cinco potencias económicas del mundo, etcétera.

¿Y qué pudo hacer ante eso el extraordinario artista de Apizaco? No en vano, una semana después de su apoteósica reaparición en Mixcoac, la Plaza México recibió la visita de Rafael Herrerías, quien sin duda salió para aconsejar a Chilolín y Curro Leal, sus hombres de paja: "A El Pana hay que hundirlo, échenle los peores toros, no le paguen un quinto si le deben algo y desínflenlo, pero ya, porque lo nuestro no es ganar sino perder dinero con toreros y toros odiosos para el público".

En cumplimiento de lo anterior, ayer Chilolín y Curro Leal echaron seis reses de Los Encinos, todas, excepto la primera, descastadas, de las que al Pana le tocaron las dos peores, mientras Arturo Macías corría con la mejor de la suertes ante un lote al que le cortó tres orejas, y el español Curro Díaz se comportó como un representante de Repsol, la petrolera ibérica: buscando el dinero rápido antes de tomar el avión a Madrid. Un asco, vaya.

 
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