Usted está aquí: lunes 29 de enero de 2007 Cultura Almas y seres extraños se pasean por el festival

Almas y seres extraños se pasean por el festival

Arturo García Hernández

En Alamos espantan. Cual más lo asegura. Antiguas o recientes historias de misterio y terror se cuentan todo el tiempo, a la menor provocación. Esta propensión colectiva al miedo se vio incrementada en días recientes por los inusuales hechos que han tenido como escenario el panteón municipal.

Según cuentan quienes los han presenciado, a la medianoche sombras y seres extraños rondan el lugar en medio de una neblina inexplicable, acribillada por luces de procedencia desconocida. Llevan estrafalarias vestimentas que los cubren de pies a cabeza. Algunos bailan descoyuntadamente sobre muros y entre tumbas, al tiempo que gruñen y aúllan. Afuera, otros se sientan en círculo alrededor de una hoguera; ríen y chiflan de manera escalofriante.

Luego del ajetreo inicial, sobreviene una calma extraña; los miembros de la turba antes vociferante permanecen impávidos, con la mirada fija en una dirección. Se cuenta que ante sus ojos se llevan a cabo crímenes extraordinarios y terribles. De cuando en cuando el silencio es roto por breves estallidos de carcajadaso gritos.

Es la segunda vez que se tiene conocimiento de algo así. Ya ocurrió el año pasado, por estas fechas. Lo que más llama la atención es que entonces, como ahora, los hechos coinciden con las actividades del Festival Internacional Alfonso Ortiz Tirado.

De acuerdo con testimonios, el aquelarre dura unas dos horas y después el camposanto vuelve a su silencio habitual.

El panteón municipal de Alamos se encuentra en un paraje solitario, a orillas de la ciudad. Es considerado monumento histórico. Fue abierto en 1794, y según el Instituto Nacional de Antropología e Historia, muchas de sus mil 200 tumbas datan de finales del siglo XVIII.

En su libro Alamos: pueblo mágico, la periodista Karina Almada refiere que muchos de los restos pertenecen a quienes fallecieron de una epidemia de cólera que asoló el poblado en 1851: "más de un tercio de la población murió, y el panteón no se dio abasto para enterrar a tanta gente".

 

Noches de terror... cinematográfico

Sobre los hechos recientes, estamos en condiciones de informar que no se trata de nada sobrenatural, sino de un ciclo de cine denominado Terror en el panteón, que por segundo año consecutivo se lleva a cabo dentro del FIAOT. Durante cuatro (del 22 al 25 de enero) de los 10 días que dura el festival, se proyectan sendas películas de misterio, suspenso o terror, de directores mexicanos y extranjeros.

Este año se exhibieron Hasta el viento tiene miedo (Carlos Enrique Taboada, 1967), El fantasma del paraíso (Brian de Palma, 1974), El esqueleto de la señora Morales (Rogelio A. González, 1959) y La leyenda del jinete sin cabeza (Tim Burton, 2001). Cada cinta estuvo precedida por un performance de terror y cortometrajes de becarios del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora.

El cementerio y la explanada de frente, son considerados, por así decirlo, uno de los parajes sórdidos de Alamos, lugar de reunión de jóvenes noctámbulos marginales. Con el ciclo de cine, explica Mónica Luna, se busca integrar a esos grupos sociales al festival y ponerlos en contacto con la cultura a través del cine.

Luna ­videoasta y documentalista que imparte el taller de apreciación cinematográfica en la Universidad de Sonora­ sabe del marcado gusto de los alamenses por contar, oír, escribir y leer historias de misterio. Y lo aprovecha para reunir a la entrada del panteón a un público diverso en edades y nivel socioeconómico, que interactúa con la película en turno como lo hace un espectador de lucha libre ante sus ídolos o ante los enemigos de sus ídolos: grita, se burla, se involucra y festeja.

Tanto por lo que ocurre en la pantalla ­cintas de culto, buenas, raras, malas y tan malas que son buenísimas­ como por lo que pasa entre el público, el ciclo Terror en el panteón puede ser una experiencia delirante. A pesar del intenso frío y el viento filoso que corretea por el pueblo, el público no claudica. Hay quienes se retiran antes, acosados por el sueño o el frío, pero otros permanecen hasta que en la magna pantalla dispuesta para el caso se ve la palabra 'fin' o los créditos.

Además de este ciclo cinematográfico, el gusto que los habitantes de la región tienen por las "historias de miedo" ya derivó en la realización del primer Concurso de Cuentos y Leyendas de Misterio del Sur de Sonora, convocado por la universidad del estado.

Se entregaron premios en dos categorías, juvenil y general. En la primera, los ganadores de primero, segundo y tercer lugar fueron, respectivamente, Guadalupe Arturo Vega García, por La guillotina de la hacienda; Marcela Lucía Gracia Acosta, por Hay muertos que no se mueren; y Manuel de Jesús Jeshua Vidal Lerma por Las dos caras de la moneda.

En la categoría general, el primer lugar fue para José Francisco Padilla Martínez por Una leyenda más, el segundo para Manuel Hernández Salomón por El mal puesto y el tercero para José Eusebio Padilla Gocobachi por El tesoro del Chato Almada.

Uy, qué miedo.

 
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