"Crimen histórico", la fusión con Nacional Financiera, afirma el ex diputado
El desmantelamiento de Bancomext, por intereses personales: Suárez Dávila
A Nafin la quieren convertir en banco de factoraje; es una caricatura de lo que fue, dice
Ampliar la imagen Mario Laborín, director general de Nacional Financiera Foto: Francisco Olvera
El desmantelamiento del Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext) y su silenciosa fusión con Nacional Financiera (Nafin), se puede calificar como "un crimen histórico". La decisión, sin consultar al Poder Legislativo, obedece a intereses personales del director general de Nafin, Mario Laborín, y del secretario de Economía, Eduardo Sojo Aldape, afirmó Francisco Suárez Dávila, ex presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados.
Explicó: Laborín quiere hacer de Nacional Financiera un banco de factoraje, sin apoyar a la pequeña y mediana industria en sus proyectos de inversión productiva. Sólo quiere cobrar los intereses de las facturas, y así lo ha planteado desde que llegó a aquella institución con la representación de empresarios poderosos del norte del país.
A su vez, Sojo quiere que la opinión pública crea que la Secretaría de Economía existe, cuando no ha podido ni siquiera controlar el precio de la tortilla y de otros productos básicos que afectan la economía popular.
Se trata, dijo en entrevista, de un asunto de interés nacional porque en todos los países existe un Exinbank dedicado a las exportaciones, y el único parecido en México es Bancomext, pero ahora lo quieren eliminar para dar esas funciones a la Secretaría de Economía que ni siquiera puede controlar los precios de los productos básicos.
Afirmó que, por separado, el país requiere de las dos instituciones y lejos de fortalecerlas las desmantelan. Es necesario que se abra un debate en el Congreso sobre el destino de esos bancos, para determinar el interés nacional y no personal.
Desde la 58 legislatura agregó se luchó por defender la permanencia de esas dos instituciones, pero ahora los legisladores no han hecho nada por defender su prestigio. Las dos tienen leyes orgánicas que sólo pueden cambiar los diputados, pero de manera soterrada quieren acabar con Bancomext.
La fusión de las dos instituciones, precisó, es de facto y significa una burla para el Congreso de la Unión. Es una acción extra legal que viola las reformas que se hicieron a las leyes orgánicas de las dos instituciones desde la 58 legislatura. Los dos funcionarios están en contra del Ejecutivo federal, que ofreció defender el empleo.
También, indicó, contravienen "la bandera de la legalidad" que dijo Calderón defender. Están, simplemente, en la frontera de la violación del derecho. México debe tener un banco que impulse las exportaciones, pero Laborín y Sojo sólo buscan ampliar su esfera de poder.
Para nadie es un secreto que el Instituto Mexicano de Comercio Exterior, creado en el gobierno de Luis Echeverría, fracasó y sus funciones pasaron a Bancomext, que tuvo que absorber sus recursos. Ahí empezó su descapitalización y ahora quieren pasarle las operaciones a la Secretaría de Economía.
Suárez Dávila sostuvo que México necesita instituciones fuertes; se debe también revigorizar al Banco Nacional de Comercio Exterior. El actual secretario de Hacienda, Agustín Carstens, así lo ha manifestado, pero tampoco ha hecho nada para frenar las ambiciones de Laborín y Sojo.
Históricamente, puntualizó, Nafin fue un banco de desarrollo industrial, pero ahora "es una caricatura de lo que fue", y se ha dedicado, y ahí están sus informes, a cobrar sólo comisiones por el pago de facturas. No puede considerarse una banca de desarrollo.
Por último, el ex legislador opinó que el país lleva años de estancamiento. Si bien se ha privilegiado la estabilidad, pero se ha desentendido del crecimiento económico, y con el desmantelamiento de Bancomext y Nafin, no se podrá avanzar.