Usted está aquí: jueves 25 de enero de 2007 Cultura Difundir la música popular, objetivo de Ortiz Tirado

"Canto para huir de mis preocupaciones", señalaba

Difundir la música popular, objetivo de Ortiz Tirado

ARTURO GARCIA HERNANDEZ ENVIADO

Alamos, Son., 24 de enero. A las 11 de la mañana del 24 de enero de 1893 nació en esta ciudad, en pañales de seda, un niño de nombre Alfonso y apellidos ilustres: Ortiz Tirado. Con los años llegaría a ser médico eminente y cantante famoso. Profeta en su tierra y gloria nacional. Eso dicen sus apologistas y confirman los maltratados recortes de periódicos que se exhiben en el Museo Costumbrista de Sonora, con sede en Alamos.

El recinto fue abierto en noviembre de 1984 y una de sus primeras actividades fue conmemorar, en enero de 1985, el natalicio de Ortiz Tirado. Así nació el festival musical más relevante del estado, que al principio sólo llevó el nombre de Remembranzas. Antonio Estrada Cantú es director fundador del museo y creador del festival. Ni en sus momentos de mayor optimismo supuso la magnitud que alcanzaría el festival y el impacto que tendría en la vida cultural del estado y la región.

En el auditorio del museo, Estrada Cantú recuerda en entrevista aquellos días: "Aquí dio inicio todo. Apenas en diciembre de 1984 se había fundado el museo y como parte del programa de trabajo nos nació la idea de crear un festejo para celebrar el aniversario del doctor Ortiz Tirado. Fue un concierto en el que participó la cantante hermosillense Elsa Limón y el pianista Rito Emilio Salazar, un acto muy modesto, pero al que asistieron más de cien personas".

Durante algunos años "fue así, hasta que en 1989, en el gobierno de Rodolfo Félix Valdez y de Enrique Ibarra como presidente municipal se sacó al festival del museo para realizar una noche de gala en el foro-teatro del palacio municipal".

La respuesta del público obligó a que el festival aumentara su duración e incrementara sus actividades. En el libro Alamos pueblo mágico, de reciente edición, Karina Almada cuenta que fue entonces que cambió su nombre por el de Festival Dr. Alfonso Ortiz Tirado, y su duración se prolongó a tres días: "Un año más tarde, fueron cinco días y en 1992 y 1993 tuvo una duración de 10 días".

Hubo un periodo en que las actividades del festival se centraron en el bel canto, posteriormente otra administración diseñó una programación versátil y actualmente se están combinando ambas propuestas.

Dice Estrada Cantú que "hubo un momento en que la intervención de las autoridades estatales fue arrolladora, no la asimilaron ni las autoridades municipales ni la gente, fue rebasada toda expectativa. Pero poco a poco le ha puesto de nuevo alma al festival, lo ha hecho más humano y lo ha acercado a la gente, diseñando espacios alternativos en los barrios. Y por otro lado se está consolidando en el noroeste y está trascendiendo las fronteras".

Admiración por el artista

La admiración que se tiene en Alamos por Ortiz Tirado no radica en su fama ni en su prestigio públicos, sino en su calidad humana y el trato que siempre manifestó hacia la gente de su ciudad natal; "era una persona muy tierna, querendona".

Quienes lo conocieron dan constancia de su bonhomía. Es el caso de Manuel Cásares, quien vio al médico la última vez que visitó Alamos, "en su retirada de cantante". En ese tiempo Cásares vivía en un poblado del municipio llamado Los Tanques: "Mi esposa y yo teníamos un niñito de un año, que nació con un problemita en el pie derecho. Un compadre nos informó que el doctor estaba en Alamos, y me dijo 'compadre, hay que aprovechar que está el doctor. Nos vinimos en su camioneta aquí a un hotel, donde estaba el presidente municipal de ese tiempo, don Raymundo Robles, que tenía amistad con mi compadre y le dijo que si nos hacía favor de decirle al doctor Ortiz Tirado si podía atender a nuestro niño".

Raymundo Robles accedió. "El doctor estaba cantando y le dijo al público que lo tenían que esperar una hora porque iba a atender a un niño. Entonces fuimos al consultorio del doctor Guerra Flores, que ya tenía la camilla y todo el equipo listo. 'Este niño se va a corregir muy pronto, lo voy a enyesar y si a los tres meses ven que el piecito se le pone rojo, le quitan el yeso y me lo llevan a México".

Alfonso Ortiz Tirado no se sentía en conflicto con sus dos vocaciones, médico y cantante. Entrevistado en una gira a Costa Rica, en noviembre de 1932, dijo a un reportero: "Yo no soy un profesional del canto. Soy médico. Sí señor. Médico como usted es reportero. Yo soy médico y en las vacaciones canto. Es extraño, dicen todos. Será extraño, pero es. Está usted creyendo que he fracasado en mi profesión y por ello me dediqué a mi gira artística. No. Respeto y quiero mi carrera y la ejerzo con fortuna, sí señor. Soy jefe del Hospital Morelos de Ciudad de México.

"Canto porque cantando salgo del círculo de preocupaciones que forman mi vida. Consultorio, hospital, enfermos, exámenes, diagnósticos... Cantando la canción mexicana me sumerjo en otra actividad, en otra vida. Es la música un descanso, un alivio. Si cualquier otro médico tuviera voz, haría lo mismo".

Encarrerado en su reflexión, Ortiz Tirado agregó: "Pero el objeto que persigo es otro: es popularizar la canción de mi tierra, original en fraseo, de estructura nueva, bellísima de melodía, con toda la intensidad de la raza. México, mi patria, ha pasado años de dolor. Dolor cruento que requirió todas las fuerzas vitales del pueblo para sostenerse. Pasada la Revolución, ahora que México se encamina por trazos de paz, el alma del pueblo que sufrió, que lloró, que mató y vio morir, tiene una explosión de lirismo, de emoción contenida".

 
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