Se tienen registrados más de 650 conflictos en el país, asegura el obispo emérito
Grupos pacifistas sustituyen a los armados en la búsqueda de justicia: Samuel Ruiz
La convergencia de objetivos es el punto débil del movimiento ciudadano en Oaxaca, dice
San Cristobal de Las Casas, Chis., 24 de enero. La tendencia y la convicción actuales en distintas partes del mundo es que "los movimientos de rebelión armada no son un camino que pueda dar perfectos y plenos resultados, como quizás era la convicción en épocas anteriores", afirmó el obispo emérito de San Cristóbal, Samuel Ruiz García.
"Hoy día la convicción más generalizada es que haya movimientos pacíficos, con la tendencia de que no sean grandes sino convergentes en distintas partes, para que haya una acción conjunta", agregó quien fuera mediador entre el gobierno mexicano y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
El jerarca católico emitió sus opiniones durante una entrevista pública con el activista Jorge Santiago en el centro cultural Tierra Adentro, acto con el cual se inauguró en ese sitio la modalidad de entrevistar a personajes para quienes quieran escucharlos en persona, y por medio de Internet.
Ante decenas de personas que acudieron para escucharlo y saludarlo, Samuel Ruiz habló de la "conflictividad generalizada que se vive" en el país. Informó que la agrupación Servicios para la Paz "ha registrado este año más de 650 conflictos, no todos de la misma magnitud, pero podemos decir que la conflictividad es una situación generalizada".
Aseguró que a la par de la "conflictividad, descubrimos que hay una solidaridad en cada una de las cosas. No hay la percepción de que haya una injusticia que no despierte en torno a las personas solidaridad que acuerpa (sic) y hace que los movimientos tengan una convergencia en su acción concreta, para buscar la transformación de la sociedad".
Sobre su reciente experiencia mediadora en el conflicto en Oaxaca, dijo haber aprendido que "la convergencia de objetivos suele ser bastante difícil, y casi todos estos movimientos (como el de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca) que tienen gran fuerza tienden a tener muchas veces una inconsistencia, porque las pretensiones justas y legítimas de cada uno de los grupos a veces no tienen una compatibilidad".
Señaló que no es fácil que varios movimientos, como en Oaxaca, puedan permanecer en forma compacta, pues a veces hay tendencias internas que llegan a tener o inducir cierta debilidad, y por lo mismo una falta de consistencia en la continuidad del movimiento.
Afortunadamente, sostuvo, el movimiento oaxaqueño "deja una enseñanza: que no tiene que abandonarse una lucha justa y tiene que caminarse hacia allá, que no podemos pensar que el tardar el resultado de lo que estamos apeteciendo no ha tenido un impacto en la sociedad y que no hay algunas cosas que hayan ido cambiando gradualmente. En ese sentido podemos decir que aunque ciertos movimientos sean desgastantes, no dejan de tener un impacto en la sociedad".
De 82 años de edad, Ruiz García explicó cómo vive el acercamiento de la muerte. "Se puede sentir y lo experimento como un momento en el que es el límite de la vida humana, pero en segundas convicciones y las experiencias que he ido teniendo es el momento en que voy a empezar la verdadera vida".
Dijo que "el día de la muerte estoy esperándolo como el paso a una situación diferente, que es la verdadera vida", pues "la vida está mucho más allá a través de la puerta que se llama tumba, que es la que nos hace pasar a una verdadera y auténtica vida".
Aseveró: "la única preocupación que tengo es que no voy a llegar con las manos cargadas de buenas obras como yo quisiera, sino que siento limitaciones en las contradicciones que ha habido en mi vida, pero siendo también un momento donde vamos a tener, como dice el apóstol Pablo, la concreción de aquello que ha sido la tarea del trabajo de encontrarnos cara a cara con el Señor, y no solamente a través de las experiencias que tenemos".