Todos los medios de comunicación destacaron la noticia de la muerte de Kapuscinski
España llora a ''una de las referencias éticas imprescindibles de nuestro tiempo''
Ampliar la imagen Riszard Kapuscinski durante la presentación de su libro Los cínicos no sirven para este oficio, en la Universidad Iberoamericana, el 26 de septiembre de 2002 Foto: Yasmín Ortega Cortés
Madrid, 23 de enero. Ryszard Kapuscinski era un hombre generoso, que allá adonde viajaba propagaba con vehemencia, sencillez y vocación didáctica la sabiduría que acuñó viviendo tantos años en las trincheras de los frentes bélicos o en sus largas estancias en los países más pobres y masacrados del planeta. En España, como en tantas otras partes del mundo, también se lloró la muerte del "mejor reportero del mundo", del referente ético y moral de una profesión el periodismo que hoy está de luto universal.
Minutos después de conocerse el fallecimiento de Kapuscinski, ocurrido en Varsovia, prácticamente todos los medios electrónicos y los diarios españoles en su versión de Internet la destacaron como la noticia principal. Su fotografía y su voz se propagó con singular intensidad, pero también con una sensación de orfandad y melancolía. Kapuscinski viajó numerosas veces a España, si bien sus últimos dos viajes fueron quizá los más emotivos, ya que recibió del público y las autoridades de este país un cálido reconocimiento a su infatigable labor de escrutador de la realidad más dura y como insobornable crítico de un orden internacional asfixiado por la barbarie de la guerra, las injusticias más lacerantes y el cinismo exasperante de las clases dominantes.
En 2003, en lo que fue su penúltimo viaje a España, Kapuscinski recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, que el jurado justificó en que "ha sido durante medio siglo un modelo de periodista independiente que ha dado cuenta veraz, hasta con el riesgo de su propia vida, de numerosos y trascendentales conflictos de nuestro tiempo en diversos continentes. No se ha limitado a describir externamente los hechos sino que ha indagado sus causas y analizado las repercusiones, sobre todo entre los más humildes, con los que se siente hondamente comprometido. Sus trabajos son valiosos reportajes, agudas reflexiones sobre la realidad circundante y, al mismo tiempo, ejemplos de ética personal y profesional, en un mundo en que la información libre y no manipulada se hace más necesaria que nunca".
Kapuscinski, quien hablaba un español pulcro y con ligero acento latinoamericano, convivió durante esos días con numerosas personalidades, pero sobre todo se acercó a los que hacemos esta profesión y defendió frente a estudiantes y jóvenes su ideario como periodista comprometido con la verdad y con los débiles. Por eso insistía en señalar allá donde iba: "El periodismo no puede ser una profesión ejercida por cínicos".
En aquellos días, el autor se encontraba inmerso en la escritura de su último libro, Viajes con Heródoto (Anagrama), con el que reflexionó sobre el oficio del periodista y su compromiso con la verdad histórica. "En el mundo de Heródoto, el individuo es prácticamente el único depositario de la memoria. De manera que para llegar a aquello que ha sido recordado hay que ir hacia él; y si vive lejos de nuestra morada, tenemos que ir a buscarlo, emprender el viaje, y cuando ya lo encontremos, sentarnos junto a él y escuchar lo que nos quiera decir. Escuchar, recordar y tal vez apuntar. Así es como, a partir de una situación como ésta, nace el reportaje".
Antes de recibir el prestigioso galardón en Oviedo, Asturias, Kapuscinski también reflexionó sobre una de las grandes tragedias de la humanidad, por su reiteración permanente: las guerras. "Justamente lo que pienso es que en todas las guerras y en todas las situaciones de conflicto armado hay sólo perdedores. La guerra es el fracaso del hombre. Muestra que la gente no puede encontrar un lenguaje de entendimiento y de comprensión. La guerra es la última fase del fracaso en la comunicación humana".
Graciano García, director de la Fundación Príncipe de Asturias, lamentó el fallecimiento del periodista polaco, al señalar que se fue "una de las referencias éticas imprescindibles de nuestro tiempo".
En sus largas disquisiciones ante los periodistas de todo el mundo que festejábamos su primer gran reconocimiento en España, Kapuscinski apuntó: "Nosotros nos relacionamos en nuestro planeta a través de los medios de comunicación electrónicos y otros, y entonces es muy importante qué lenguaje usamos. Si es el de la comprensión y la amistad, o si es el que fomenta el odio y la agresión frente al otro. La guerra empieza antes de las bombas. Empieza con el lenguaje del odio. Por eso es muy importante el mensaje que sale de los medios de comunicación masiva".
El también autor de Un día más con vida también reflexionó sobre el nuevo orden internacional tras la caída del muro de Berlín. "Estados Unidos es el único imperio mundial en este momento. Definitivamente Estados Unidos es un imperio, pues la definición de imperio es un Estado de gran poder humano, militar y material, y EU en este momento es un gran imperio, el único planetario".
Kapuscinski fue hasta el final de sus días un férreo defensor de una de sus máximas más propagadas: la de que su visión del periodismo cambió cuando descubrió que tenía que hablar de los más pobres y débiles del planeta. "Cuando empecé a escribir sobre estos países se refería al tercer mundo donde la mayoría de la población vive en la pobreza, me di cuenta que aquel era el tema al que quería dedicarme. Escribía, por otro lado, también por algunas razones éticas: sobre todo porque los pobres suelen ser silenciosos. La pobreza no llora, la pobreza no tiene voz. La pobreza no se rebela. Encontraréis situaciones de rebeldía sólo cuando la gente alberga alguna esperanza. Entonces se rebela, porque espera mejorar algo. En la mayor parte de los casos se equivoca; pero el componente de la esperanza es fundamental para que la gente reaccione. En las situaciones de pobreza perenne, la característica principal es la falta de esperanza. Esta gente no se rebelará nunca. Así que necesita que alguien hable por ellos. Esta es una de las obligaciones morales que tenemos cuando escribimos sobre esta parte infeliz de la familia humana. Porque ellos son nuestros hermanos y hermanas pobres. Que no tienen voz".
El último viaje de Kapuscinski a España fue en junio del 2006, también para recibir un reconocimiento a su carrera como periodista y escritor, en este caso el V Premio Miguel Gil Moreno, en honor a un corresponsal español asesinado en el año 2000 mientras cubría la guerra de Sierra Leona. En aquella ocasión, Kapuscinski quiso recordar a manera de homenaje a todos los periodistas que "cada año fallecen ejerciendo su profesión". Tal como él hizo hasta el final de sus días.