Usted está aquí: miércoles 24 de enero de 2007 Mundo Inmigrantes, salvavidas político de Bush ante el conflicto en Irak

La guerra contra el terrorismo "es generacional", dice en su informe a la nación

Inmigrantes, salvavidas político de Bush ante el conflicto en Irak

Llama el presidente al Congreso a "aprobar una reforma migratoria integral" este año

EU no abandonará la causa de la libertad, reitera para justificar su nueva estrategia bélica

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Ampliar la imagen George W. Bush durante su informe a la nación estadunidense desde la tribuna del Capitolio. Al fondo, el vicepresidente Dick Cheney y la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi Foto: Ap

Nueva York, 23 de enero. George W. Bush ofreció su informe a la nación en el momento más débil de su presidencia con la idea de rescatar sus últimos dos años en la Casa Blanca mediante un enfoque sobre temas domésticos como inmigración, salud y educación, al encontrarse cada vez más solo en su gran aventura bélica.

La gran ironía ahora es que México y sus inmigrantes podrían ser un salvavidas político para Bush, ya que la reforma migratoria es tal vez el único tema en donde hay un frágil consenso bipartidista y le ofrece al presidente, por lo menos, una oportunidad para mostrar su capacidad de liderazgo con su cada vez más reducido capital político.

El escenario donde ofreció su discurso también ha cambiado con Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes y líder de los demócratas, ahora sentada detrás de él en el Capitolio, y ya no sus colegas republicanos. Esta es la primera vez que Bush rinde su informe ante un Congreso bajo dominio del Partido Demócrata. O sea, en su momento más débil, sus críticos están en su momento más fuerte desde 2001.

Lo reconoció: "felicito a la nueva mayoría demócrata". Pero a la vez pidió colaboración. "El Congreso ha cambiado, pero no nuestras responsabilidades", y solicitó trabajar conjuntamente para beneficio del pueblo, no obstante sus diferencias.

Obligado a defender su "nueva" estrategia para la guerra en Irak, Bush dijo que no había otra opción más que ganar esta gran confrontación con el "terrorismo". Argumentó: "nuestros comandantes y yo hemos evaluado cuidadosamente las opciones.... Al final, opté por este curso de acción porque ofrece la mejor posibilidad de éxito. Muchos en esta cámara entienden que América (Estados Unios) no debe fracasar en Irak, porque entienden que las consecuencias del fracaso serían graves y de largo alcance".

Advirtió que "la maldad que inspiró y regocijó el 11-S aún está obrando en este mundo. Y tanto sea así, América es aún una nación en guerra". Repitió que "la guerra sobre el terror que libramos hoy es una lucha generacional que continuará mucho después de que ustedes y yo hayamos trasladado nuestros deberes a otros".

Insistió en que Al Qaeda y sus aliados, "al matar y aterrorizar a estadunidenses, quieren forzar a nuestro país a retirarse del mundo y abandonar la causa de la libertad. Así estarían libres para imponer su voluntad y difundir su ideología totalitaria".

Subrayó, después de explicar su nueva estrategia, que "nada es más importante en este momento de nuestra historia que América tenga éxito en Medio Oriente, tenga éxito en Irak, para evitar que el pueblo estadunidense enfrente este peligro".

Sin embargo, tuvo que ofrecer este mensaje a la nación cuando una abrumadora mayoría del pueblo rechaza su propuesta para Irak y en momentos en que su índice de aprobación general se ha desplomado al punto más bajo de su presidencia, alcanzando niveles parecidos a los peores días de Richard Nixon.

Peor aún, sólo 24 horas antes de su discurso otros aliados lo abandonaron en torno a Irak. El senador republicano John Warner, ex presidente del Comité de Fuerzas Armadas y ex secretario de la Marina presentó, con otros tres senadores republicanos y un demócrata, una resolución legislativa en oposición al envío de más tropas y solicita al mandatario "regresar y revisar otras opciones", subrayando que la solución a la crisis en Irak tiene que ser política más que militar.

Ya circulan otras medidas legislativas que, con diferentes matices, expresan la creciente oposición de legisladores, incluidos cada vez más integrantes del Partido Republicano. Esta noche el presidente habló ante senadores que, la próxima semana, aprobarán una versión de estas resoluciones que reprueban su propuesta para Irak.

De hecho, el corresponsal en Washington de The Nation, David Corn, comentó hace unos días en su blog que se topó con un asesor del Pentágono al cual le dijo que parecía que había sólo siete personas en todo Washington que apoyaban el plan del presidente. El asesor le respondió que eso no era cierto y, entre broma y no, aclaró que ahora sólo quedaban seis, ya que esta mañana otro más abandonó al comandante en jefe.

El terreno doméstico

Los estrategas del presidente y sus encargados de "mensaje" y "spin" han buscado cambiar de canal y enfocar la atención en temas domésticos. La reforma migratoria, iniciativas de salud (más bien, un plan de negocios para las aseguradoras a costo de financiamiento de hospitales y clínicas públicas), un plan para reducir el consumo de petróleo (20 por ciento en 10 años), y propuestas en algunos aspectos de educación, fueron resaltados con algunas ideas sobre cambios en el régimen fiscal.

Bush renovó su llamado al Congreso para aprobar una reforma migratoria "integral" este mismo año que combine la seguridad fronteriza y un flujo migratorio ordenado.

Subrayó una vez más que la reforma debe asegurar las fronteras, mejorar la aplicación de la ley al interior y, a la vez, establecer un programa de trabajadores temporales y resolver "sin animosidad y sin amnistía" la condición de los indocumentados. Reiteró que no se puede asegurar plenamente la frontera, "a menos que se reduzca la presión, y eso requiere un programa de trabajadores temporales".

Entre los invitados especiales para sentarse con la primera dama Laura Bush se encontraban un africano y un mexicano, para representar a dos inmigrantes "exitosos". Alejandro Monteverde, director y guionista de su empresa Metanoia Films en Los Angeles, nació en Tampico y llegó a Estados Unidos a estudiar cine. Su primera película, Bella, ganó el premio del Festival de Cine de Toronto en 2006, mismo año que obtuvo su ciudadanía estadunidense. El otro inmigrante fue el estrella de basquetbol de los Houston Rockets, Dikembe Mutombo, originario de Congo.

Encuestas, escándalos y sangre

Todas las encuestas de los últimos dos días registraron el punto más bajo de esta presidencia, y pocos esperan que este discurso cambie mucho las cosas por ahora. Sólo un tercio aprueba la gestión de este presidente, quien esta noche dijo al concluir: "el estado de nuestra unión es fuerte, nuestra causa en el mundo es correcta y esta noche esa causa avanza".

Sin embargo, según las encuestas más recientes, 70 por ciento cree que el país avanza sobre un carril equivocado.

Mientras, esta semana comenzó el juicio de Lewis Libby, quien fuera mano derecha del vicepresidente Dick Cheney, acusado de perjurio y obstrucción de justicia en la investigación sobre la filtración de la identidad de una agente clandestina de la CIA por la Casa Blanca. El proceso para seleccionar el jurado de 12 personas (más cuatro alternos) en Washington se alargó al doble de lo esperado.

El problema fue que muchos de los integrantes potenciales del jurado, al ser entrevistados por el juez, expresaron que era muy difícil ser imparciales ante cualquier figura del gobierno de Bush. "No puedo creerle a ninguna declaración del gobierno de Bush. Adiós", comentó una fuente. Varios indicaron que su repudio de la guerra no permitía que escucharan sin perjuicio a testigos del gobierno (Cheney podría ser uno de los testigos principales en el juicio).

En su presentación inicial del caso en el juicio hoy, el abogado defensor ofreció una bomba: sugirió que la Casa Blanca había intentado convertir a Libby en chivo expiatorio en este escándalo para proteger a Karl Rove, estratega e íntimo amigo de Bush. Y esto apenas empieza.

A la vez, las investigaciones de los escándalos de corrupción entre legisladores republicanos avanzan, con varios políticos más bajo escrutinio de la FBI, mientras tres ya están encarcelados.

Y, por supuesto, las noticias sangrientas desde Irak no cesan. El mismo día que Bush ofreció su informe, las primeras planas y los noticieros informaban de uno de los peores ataques de la guerra, con hasta 100 muertos en Bagdad. Más de 27 soldados estadunidenses murieron en los últimos tres días, y cada evaluación sobre la situación es pesimista.

Contra el consejo de sus militares, veteranos de esta y otras guerras, contra la voluntad mayoritaria de su pueblo, contra las advertencias de sus propios aliados políticos en la legislatura, y contra la opinión mundial, el comandante en jefe marcha cada vez más solo en Washington.

Después del discurso, pocos creen que el presidente logró convencer a un pueblo que dice que no sólo se opone a sus propuestas sobre la guerra, sino que dice que ya no le cree a su líder. O sea, el estado de la nación, se puede concluir, no es tan bueno. O tal vez lo bueno es que de repente la mayoría se dé cuenta de ello.

 
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