En su séptima edición enfrenta un vivo debate interno sobre su propio futuro
Arranca el Foro Social en Nairobi, con el reto de formular nuevas acciones globales
En Africa impulsa su expansión al incorporar otros actores sociales y políticos
Ampliar la imagen Integrantes de la delegación suiza, que participarán en el Foro Social de Kenya, interactúan con pobladores locales Foto: Reuters
Ampliar la imagen Estudiantes de primaria de Kenya observan desde su escuela la llegada de una delegación de Suiza a su poblado situado a 56 kilómetros de Nairobi. Miles de altermundistas se congregan en este país africano para participar en el séptimo Foro Social Mundial. Las actividades coordinadas por el foro responden a la actualidad del continente africano: lucha contra el sida, peso de la deuda, soberanía alimentaria, necesidad de acuerdos de comercio justos, modos de vida alternativos para los jóvenes, empleos que respeten la dignidad de la persona, entre otros asuntos Foto: Reuters
Nairobi, 18 de enero. El séptimo Foro Social Mundial se abre por primera vez en un país africano, este sábado 20 en la capital de Kenya, en un escenario internacional tanto o más tenso que los precedentes, en particular en esta región oriental africana, donde las políticas expansionistas de Estados Unidos han creado una enorme inquietud. Lo hace además marcado por un vivo debate interno sobre su propio futuro.
La escalada militar estadunidense del mes pasado en Somalia, y el endurecimiento del discurso de George W. Bush en materia de política internacional, dirigido muy especialmente a esta zona estratégica del planeta, donde Estados Unidos sitúa sus ambiciones hegemónicas y Kenya tiene un papel geopolítico clave, parecen desde ahora marcar al foro con una clara voz antiimperialista. Las cuestiones centrales que ha de resolver son, sin embargo, las inherentes a su papel, derivadas de su crecimiento y de la exigencia de los participantes en sentido de que asuma posiciones más claras y eficaces.
En una reunión preparatoria efectuada aquí en marzo pasado, a propuesta de la delegación brasileña se acordó salir del falso dilema creado por la necesidad de mantener al Foro Social Mundial (FSM) como un espacio abierto de encuentro, intercomunicación y expresión de las diversidades de la sociedad civil lo que constituía su objetivo histórico desde su creación, y por el requerimiento de transformarlo en un catalizador de las nuevas luchas globales, como se venía reclamando desde Mumbai 2004.
Al traerlo al continente africano, los organizadores quisieron que el encuentro propiciara ese proceso de expansión que comenzó en la India, no sólo en términos de la incorporación de nuevos actores sociales y políticos, sino por la presentación de nuevos temas y diferentes perspectivas y puntos de vista, que analizaran propuestas y que no nada más concretaran acciones, sino que además las formularan, como venía siendo un reclamo creciente.
En Africa, donde el colonialismo tuvo entre los siglos XVI y XX sus más depredadoras manifestaciones y donde el capitalismo neoliberal ejerce hoy un papel devastador, la voz de quienes han experimentado algunas de las peores violaciones a los derechos humanos que se conozcan en la historia debe ser contundente en las formulaciones de las nuevas acciones globales.
En Africa no puede argumentarse, como en América Latina, que los peores gobiernos dictatoriales, como el de Bokassa en República Centroafricana, o el de Idi Amón Dada, pertenecen al pasado.
El escritor africano Charles Onyango-Obbo recordaba hoy en las páginas del Daily Nation, el diario kenyano de mayor tiraje, que experiencias como la de Idi Amín, acusado de haber matado a 300 mil ugandeses y exiliado a medio millón, que hace años filmara Barbet Schroeder y ahora recrea el estadunidense Kevin Macdonald en su reciente film El último rey de Escocia, no deben confundir sobre el proceso histórico. En Ruanda se cometió en 1994, hace sólo 13 años, un genocidio de más de un millón de personas.
Del 20 al 25 de enero, adelantándose así unos días al Foro de Davos, reunión con la que expresamente el FSM ha buscado coincidir en tiempos, y donde los dirigentes del mundo, entre otras cosas, buscan lavar sus conciencias por la depredación que están haciendo del planeta, más de 150 mil participantes de los cinco continentes, según anunciaron los organizadores, harán de este Foro de Nairobi 2007 un espacio de encuentro e intercomunicación, pero también un catalizador de sus luchas y de sus propuestas.
Sobre todo, debatirán sobre su futuro en el Centro Deportivo Internacional Moi, situado en el Distrito de Kasarani, a diez kilómetros al noroeste del centro de Nairobi, y lo harán ante el cerco desinformativo mundial.
Mientras las grandes cadenas estadunidenses como la CNN o la ABC dedican ya enormes espacios a Davos 2007, nada dicen sobre el Foro de Nairobi.
Algunas de estas cuestiones fueron planteadas desde ahora por el economista egipcio Samir Amin en un artículo publicado en Le Monde Diplomatique de enero, discutido ya por muchos de los participantes, pues en vistas al próximo foro se preguntan: ¿qué altermundismo se requiere ante las dimensiones del conflicto actual?
Las formas actuales de la globalización, destaca, poco pueden ofrecer a la mayoría de los pueblos del Sur, pues benefician a una minoría y exigen en contrapartida el empobrecimiento de los demás, en particular de las sociedades campesinas que constituyen cerca de la mitad de la humanidad, principalmente porque la lógica de la ganancia ha entrañado la progresiva destrucción de la vida, mientras la privatización de los servicios públicos ha reducido los derechos sociales de las clases populares.
A la vista de esta realidad, subraya, el capitalismo, del cual la globalización es la expresión contemporánea, debe ser considerado un sistema obsoleto. Sin embargo, la mayoría de los movimientos que luchan contra sus efectos cuestionan cada vez menos sus fundamentos, y comprometen así su capacidad de proponer alternativas. Esas que deberían asociar la democratización de la gestión de la vida política, económica, social, ecológica y familiar a la tarea de alcanzar un progreso para todos, empezando por los más desprotegidos.
Lo anterior, sin olvidar otros objetivos claves que serían el respeto a la soberanía de los Estados, de las naciones y de los pueblos; la construcción de un sistema internacional policéntrico, lo que supone instituciones internacionales diferentes de las actuales (la OMC, el FMI, el Banco Mundial, la OTAN), otros proyectos regionales (el ALCA) y un distinto tipo de acuerdos económicos. Pero sobre todo detener la ambición hegemónica de Estados Unidos, que sigue avanzando en el Cercano Oriente, lo mismo en Palestina, Irak y Afganistán, hoy ocupados, que en Siria, Irán y Líbano, cada vez más amenazados.
Varios altermundismos
Una revisión de las listas de las participaciones que aparecen en el programa preliminar, y que durante seis días constituirán el eje de las actividades en el Centro Deportivo Internacional Moi, donde todos esperan que se definan salidas a la crisis global, confirma el señalamiento de Amín en sentido de que el movimiento altermundista está copado por quienes, sin proponérselo, han desvirtuado sus objetivos, de manera que la radicalización de las luchas no constituye en la actualidad la opción de numerosos movimientos sociales.
No existe hoy, recuerda, un altermundismo sino varios, y uno es el que parece prevalecer: el que en nombre del necesario realismo está marcado por la preocupación de no aislarse en una capilla de extrema izquierda, en especial por la multiplicación de pequeñas minorías radicales que, tentadas de autoproclamarse vanguardias, rechazan toda crítica y cierran los ojos ante las transformaciones.
El fracaso de las primeras experiencias históricas que se hicieron en nombre del socialismo les hace creer a quienes comparten esta posición que el capitalismo es un horizonte irrebasable, y así dan a sus luchas objetivos modestos, buscando sólo hacer retroceder al neoliberalismo por lo que en realidad preconizan un capitalismo con ''rostro humano''. No creen en las luchas a nivel nacional, ignoran la cuestión del Estado para remplazarla por el combate en la sociedad civil, y denigran la ''política de los partidos''.
Frente a este altermundismo fofo y uno progresista, que no va por esas vías, habría además otro que se presenta como ''moderado'', que es crítico del capitalismo pero que se interesa poco por las preocupaciones reales de las clases populares y la situación de los países del Sur. Al no ser mayoritario, por su acceso a los mecanismos de financiamiento ha estado sobrerrepresentado en los foros. Esta compleja situación constituye un desafío especial en Nairobi 2007, según Samir Amín, donde todas estas posiciones deberían unir sus esfuerzos, particularmente frente al peligro que representan las ''guerras preventivas'' de Estados Unidos, a fin de poder construir ese ''otro mundo posible''.
La moneda de Nairobi 2007 está en el aire y al parecer, por lo que se dice y escucha, los participantes van a hacer de este espacio privilegiado su foro y a rebasar, una vez más, las previsiones de los organizadores, sobre todo ante el desafío de plantear ya acciones más concretas para la lucha global de los pueblos contra el poder de las multinacionales.