AL invierte en promedio 0.5% del PIB, pero aquí no se ha logrado rebasar 0.44, según estudio
México, entre las naciones que menos recursos destinan a ciencia y tecnología
No hay excusa para que el gobierno evada su responsabilidad, advierte experta del IPN
Ampliar la imagen Estudiantes procesan baba de caracol en un laboratorio del IPN, la cual es utilizada para fabricar gel contra la celulitis Foto: José Antonio López
América Latina y el Caribe, junto con Oceanía y Africa, ocupan los últimos lugares en el gasto destinado a ciencia y tecnología. En promedio los países latinoamericanos invierte 0.5 por ciento del producto interno bruto (PIB) de la región, tope financiero que, en el caso de México, en los pasados seis años no ha logrado superar la barrera de 0.44, pues para este 2007 sólo se destinó un presupuesto estimado en 0.36 por ciento del PIB.
En contraste, naciones como Japón destinan 3 por ciento de su PIB al desarrollo científico, en tanto que Estados Unidos mantiene 2.7 y los países de la Unión Europea un promedio de 1.9 por ciento.
Un informe de la Red Iberoamericana de Indicadores en Ciencia y Tecnología (Ricyt) revela que en 2003, América Latina sólo invertía 2.5 por ciento del total de los recursos mundiales destinados a la ciencia, estimados en 860 mil millones de dólares.
En tanto que Estados Unidos y Canadá, con 35.3 por ciento, y Asia, con 34.4, se ubicaron en las primeras posiciones de la inversión mundial para desarrollo científico y tecnológico; Oceanía destinó 1.2 y Africa 0.5 por ciento.
Destaca que a escala regional, sólo Brasil alcanzó la meta de canalizar al sector uno por ciento de su PIB, ya que, a pesar de enfrentar una "severa crisis económica", no disminuyó los recursos públicos para la investigación.
Las fluctuaciones económicas que experimentó la región de 1994 a 2003 revela el documento generaron caídas drásticas en los recursos para el desarrollo de la ciencia, en 1999, 2001 y 2002, luego mostraron una lenta recuperación, que no ha sido suficiente para alcanzar la meta regional de destinar al sector uno por ciento del PIB, además de garantizar la formación de tres investigadores por cada mil personas económicamente activas, como "requisito para lograr un desarrollo científico y tecnológico en los países emergentes".
El informe revela que tras una década de esfuerzos, los resultados para América Latina y el Caribe "no fueron óptimos", pues si bien se observa un crecimiento en la inversión, entre 1994 y 2003, "el esfuerzo no fue sostenido, al enfrentar fluctuaciones debidas en gran parte a los desequilibrios económicos y financieros de los tres países más grandes de la región México, Brasil y Argentina-, que representan 90 por ciento de la inversión para el sector en la década pasada".
Por ello, destaca que "más allá de las limitantes económicas, no parece existir una política sostenida que garantice la continuidad de las actividades científicas y tecnológicas capaz de hacer frente a los vaivenes de la economía. Es necesario que los Estados lleven a la práctica políticas de mediano y largo plazos, tomando conciencia de que el avance en ciencia y tecnología se convertirá en una herramienta para el desarrollo, y contribuir así a la superación de las crisis cíclicas que enfrenta la región".
Al respecto, Esther Orozco, catedrática del departamento de Patología Experimental del Cinvestav, del IPN, y reconocida con el premio L'Oreal-Unesco 2006, aseguró que "no existe excusa para que el gobierno federal abandone su responsabilidad de invertir en ciencia y tecnología, pues de lo contrario se estaría poniendo en riesgo el futuro del país".
Señaló que la administración de Felipe Calderón mantiene una visión de "inmediatez" en la búsqueda de soluciones para atender las carencias en el campo científico y tecnológico, cuando lo que se debe privilegiar es el "fortalecimiento de una educación de calidad, laica y gratuita, que consolide una visión de Estado y de compromiso con la sociedad no sólo en la formación de nuevos investigadores, sino en la canalización de recursos para el sector científico".
Los grandes avances de países como China, Irlanda y Corea del Sur "no son otra cosa que una apuesta por el conocimiento científico y la educación de sus ciudadanos, lo que alienta una mayor inversión pública y privada, pues si bien los empresarios están cada vez más interesados en la ciencia, el Estado no puede olvidar su responsabilidad de fortalecer el conocimiento en todos sus campos", concluyó.