Ciudad Perdida
Corrientes perredistas: debate necesario
Las otras alianzas de Víctor Hugo Círigo
Con delegados, confrontación fuera de control
La muy grave decisión de la corriente mayoritaria de la Asamblea Legislativa (Nueva Izquierda), para castigar en su presupuesto a las delegaciones gobernadas por grupos contrarios al suyo, aunque del mismo partido, y beneficiar inexplicablemente a las panistas que por otro lado son las menos necesitadas, ha desatado una reacción cuyo fondo no es previsible.
El asunto ha tomado un cariz que ya escapó de los cauces normales y se torna, cada vez más, en un problema de definiciones políticas que ya pesa en el quehacer de ese partido en la ciudad de México, y que no aparece en la lista de las soluciones prontas.
Víctor Hugo Círigo, en uso del poder que le da liderar a la fracción mayoritaria de la ALDF, dispuso privilegiar presupuestariamente a las delegaciones menos urgidas de recursos, en un acto que carece de explicación política, social y financiera, y que por ello mismo se ha interpretado como la inefable alianza entre Nueva Izquierda y la nueva derecha panista.
A la injusta distribución de los recursos se ha levantado una ola de protestas que inició el titular de Gustavo A. Madero, Francisco Chiguil, y que ahora secunda el de Tláhuac, Gilberto Ensástiga, quien profundiza y pide, además, la creación de un frente de jefes delegacionales para impedir que Círigo cometa otro atropello el año próximo.
Pero más allá de eso, lo que hoy está perfectamente bien señalado es que los caminos del PRD, una vez más, se bifurcan y parecen prefigurar un rompimiento que ya hoy está en boca de todos y que, según se comenta, para muchos es un rompimiento necesario y hasta sano para ese partido.
Hay que dejar en claro que en este asunto el PRD del Distrito Federal no ha tenido mayores pronunciamientos, es más, no hay, por el momento, una postura enérgica respecto del lío que cada vez se hace más grande y que lo divide profundamente.
No obstante, el problema sigue ahí, por más que se le quiera minimizar. Es más, los bandos se van alineando y queda a la mitad, sin ser árbitro ni protagonista, el PRD, pero a la bomba se le acorta la mecha conforme nadie quiere dar una solución a la discrepancia.
Así las cosas, podemos decir que en ese partido existe un grupo a favor de la representación perredista en el gobierno, y otro en contra, y en esa guerra se vale de todo, o a todo se le da cabida, porque sin duda la postura del Nueva Izquierda tendría que ser digna del análisis de los órganos partidistas que vigilan el actuar de la militancia. Cuando menos para tener una explicación a lo que ahora parece absolutamente oscuro.
El planteamiento de un frente de delegados perredistas, como propone Ensástiga, podría llegar incluso a que muchos militantes, y no, que fueron electos, fueran desconocidos por las bases que los eligieron, lo cual metería en un brete al partido.
Por todo ello, ahora se hace necesario que Víctor Hugo Círigo responda a la aceptación a debatir que le ha hecho el titular de la delegación Gustavo A. Madero. Mediante ese ejercicio, tal vez queden las cosas claras y la gente tenga elementos de juicio para saber cuál deberá ser su proceder respecto de las corrientes que integran al partido del sol azteca.
Si no sucediera así, si Víctor Hugo Círigo continúa sin hacer caso al reto, todas las especulaciones que acusan a su corriente tomarían un sesgo de realidad que tendría que ser tomada en cuenta por los electores desde ahora, y para el final del trienio. Así que el debate urge, no hay nada que lo impida y sí un partido político que lo necesita para zanjar sus profundas diferencias. Si no es así, que cada quien se haga cargo de sus consecuencias. Ni modo.