¡El puyazo de Alberto Juárez!
Alberto Jiménez el picador de Ignacio Garibay, revivió la belleza de la suerte de varas. Esa suerte que dio gloria a los picadores mexicanos. Cabe destacar las vueltas al ruedo en la plaza de las Ventas madrileña de Sixto Vázquez en los años 70 y recientemente de Efrén Acosta. Ayer en tarde soleada y torera, Alberto Juárez citó al torillo, con el caballo un poco terciado y cuando éste se arrancó se dejó caer para recibir la embestida del burel y clavar delantero, en el llamado "queso bola" que dicen en España. La ovación al picador fue clamorosa.
Algunos taurinos dicen que la suerte de varas no gusta al público. No gusta la suerte de varas que se suele practicar; en corto, tapándole la salida al toro y a base de puyazos traseros, hasta dejar a los toros amensados, medio muertos, listos a las faenas interminables, ya sin peligro. Cuando la puya se da en el "queso bola" no se lastima al toro, se ahorma sin perder fuerza y las faenas tendrán la emoción del toro con empuje bravo o manso. En esta forma podrá recibir tres puyazos. Es en el tercero, donde se capta la bravura del toro. Juárez demostró que cuando la suerte de varas se realiza como en grabado de Goya, delantero, la gente se emociona y disfruta con la estética de lance de toro y torero.
Esto sucedía en corrida en que Juan Ramón de la Fuente, tras recibir un brindis de Ignacio Garibay, obtuvo una ovación estruendosa por su labor sosegada, rítmica, a compás, desde la rectoría de la UNAM.
Todo esto en corrida en que la ganadería de Xajay mandó toritos muy discretitos de presentación; segundo, cuarto, quinto y sexto, difíciles, broncos. Primero y tercero dos bombones que de tan noblotes les faltaba ese punto de emoción que calienta el tendido. Garibay se llevó esos toritos a los que toreó con suavidad, tan fácilmente que se llegó a ver un poco frío. Manzanares en cambio tragó paquete con su lote y en el último consiguió dominarle y sacarle tandas chipén, rematada de un estoconazo.