Se encuentra en un momento crítico y difícil, dice el fundador de Alligator Records
El blues debe reinventarse para que tenga futuro: Bruce Iglauer
Se le considera música vieja; los jóvenes negros ya no lo tocan, lamenta el creador del mayor sello independiente del género en el mundo
Imagino bandas con tornamesas, shuffles y rapeo, esboza
Ampliar la imagen Bruce Iglauer en su pequeña oficina, donde se respira la memoria de una gran historia, en Chicago Foto: Tania Molina Ramírez
Chicago. Las ganas de compartir la música que tanto le apasiona con los demás culminó en la creación de lo que es hoy la mayor disquera independiente de blues en el mundo.
En la pequeña oficina de Bruce Iglauer, de 59 años, fundador de Alligator Records, se respira tanto la memoria de una gran historia como la viva experiencia actual: las paredes están tapizadas de carteles de festivales y de fotografías de legendarios bluseros; una repisa sostiene un cúmulo de premios, incluyendo un polvoso Grammy, y en el piso montones de sobres contienen propuestas musicales que fueron enviadas desde distintas partes del mundo en los meses recientes y que esperan ser abiertos por Iglauer.
Alligator Records recibe en promedio unas cinco propuestas diarias, muchas de Europa. Iglauer escucha los demos e intenta responder a cada envío.
Al productor le interesan los artistas y las piezas por sí mismas. Las guarda y de vez en cuando le pasa alguna a los músicos que graba.
De todos modos, rechaza 99 por ciento de lo que recibe: "Es difícil encontrar un artista de blues que tenga una buena comprensión de la tradición, pero que no la repita. Busco alguien que tenga un pie en la tradición y un pie en el hoy y el mañana. No puedes igualar a Muddy Waters si haces una canción suya. Tienes que encontrar una manera de tomar eso y hacer algo propio. Muddy Waters no trató de imitar a Son House, (más bien) se inspiró en él".
En sus 35 años de vida, Alligator ha grabado a grandes como Hound Dog Taylor, Johnny Winter, Koko Taylor, Big Walter Horton, Buddy Guy, Son Seals y Albert Collins. Actualmente, el catálogo comprende a músicos como Corky Siegel y Lil' Ed and The Blue Imperials. "Ed es el tipo de músico por el que inicié Alligator: no es refinado, nos divertimos mucho grabando, hacemos los discos lo más rápido y vivo posible; así como grababa con Hound Dog Taylor: no pienses, sólo juega".
Distorsión, ritmo y alegría
En los años 60, Iglauer era un joven apasionado de la música folk. A través de este género "descubrió" el blues. En una revista de folk leyó sobre Bob Koester, dueño de Delmark Records disquera clave del blues y de Jazz Record Mart.
Convenció a su universidad (como a 300 kilómetros de Chicago) de realizar un concierto, y llegó a la ciudad del viento a buscar artistas. Fue a Jazz Record Mart y encontró a Koester, quien lo llevó a los clubes de blues.
El joven terminó llevando a su universidad al mismísimo Howlin' Wolf.
En 1970 dejó los estudios y llegó a Chicago con el plan de quedarse un año. De día empacaba cajas en Delmark y de noche visitaba los clubes. Y no se ha ido...
En una ocasión, Hound Dog Taylor lo invitó a escucharlo. Iglauer ya lo había visto con otros músicos y "era un desastre. Yo creía que la gente le permitía tocar porque era bien buena onda". Sin embargo, cuando lo oyó con su banda "fue mágico: era la música más viva que jamás hubiera escuchado. No había pista ni escenario, y la gente bailaba por todas partes. El micrófono estaba enchufado al amplificador de la guitarra, que estaba a todo lo que daba, así que era difícil escuchar la voz. Había un montón de distorsión y ritmo y alegría. Y cuando tocaron lento era muy intenso y profundo, muy emotivo. Me enamoré de la banda".
Iglauer le pidió a su jefe que grabara a Hound Dog. Koester no compartió su entusiasmo. Así que en 1971, el joven montó Alligator para grabar a su banda favorita, "básicamente lo que he estado haciendo durante 35 años: grabar a mis músicos favoritos. Y tratando de convencer a los demás de que deberían ser sus favoritos también".
Sobrevivir de la propia fuerza
Iglauer inició la disquera con la reducida y precaria cantidad de 2 mil 500 dólares. Al principio, Alligator vivía con él en su diminuto departamento: "Estaba empeñado en no pedir dinero prestado y en hacer que el sello sobreviviera con su propia fuerza".
En ese mismo departamentito nació Living Blues, la primera revista estadunidense dedicada al blues.
Algunos músicos afroamericanos se quejan de que el negocio discográfico blusero, desde la mítica Chess Records, está en manos de blancos. En el paquete de quejas meten a Iglauer. El aludido simplemente se ve a sí mismo como un hombre que ama este género y quiere compartirlo con otros.
"El blues es la música que me cura: cuando sangro por dentro, el blues para el sangrado y cura las heridas; si me siento bien, el blues me hace sentir mejor. Es la música más directa, emotiva y reanimante que he escuchado. Tiene tanta profundidad emocional, de una manera muy sencilla. Tiene que ver con hacer que tu alma sea mejor.
"El blues fue creado para un grupo específico: los afroestadunidenses del sur; para hacer que se sintieran mejor en medio de la opresión. Así que tenía que ser música muy fuerte, porque la opresión era muy fuerte, y tenía que permitir que liberaran su enojo y frustración porque no había futuro. Quizá después estaba Chicago o un empleo o algo más, pero para la mayoría la vida era la misma desde su infancia hasta la muerte, así que necesitaban algo para liberarse. Esta música fue creada para eso. Lo asombroso es que gente como yo, que no creció oprimida, que no creció en el sur, que sí tenía un futuro, y gente que ni siquiera entiende toda la letra, siente la música, ¡y la siente profundamente! De modo que de algo particular creció algo universal. Eso es maravilloso."
Para Iglauer, el momento actual del blues "es muy difícil y crítico. El artista que creció en la tradición y aprendió de otros músicos en los juke joints (lugares donde se tocaba blues, se bailaba y se tomaba, frecuentados por afroestadunidenses), los clubes y los salones de baile, está desapareciendo.
El blues fue, hasta los años 80, una forma de música pop (en el sentido de popular) en la comunidad negra. Era, en cierto sentido, música folk aunque estuviera electrificado porque era interpretado por miembros de la comunidad para miembros de la comunidad. Ahora es una forma de música vieja. La mayoría de los jóvenes negros no interpretan blues".
Hace 30 años, si uno iba a un club clásico, como Florence's, del público salía la gente a cantar y tocar. Muchos no eran profesionales; "no siempre eran maravillosos, pero sentían la música. Y quienes escuchaban también la sentían", porque se compartía una vivencia común: muchas canciones de blues comienzan con la frase "esta mañana desperté".
"Para un negro viviendo en el sur, en 1930, 'esta mañana desperté' significaba 'en 30 minutos voy a estar parado tras una mula que se pedorrea en mi cara, empujando con toda mi fuerza un arado, bajo el sol, sudando, para tratar de plantar suficiente algodón para alimentar a mi familia. Y mañana y mañana y mañana haré lo mismo, con prácticamente ninguna alternativa de escape'. Así que 'esta mañana desperté' no significaba simplemente 'desperté', sino que era una experiencia compartida, y todos los que estaban en el público, consciente o inconscientemente, comprendían los niveles de significado y la liberación compartida, la tensión-liberación, que es crucial en el blues.
"Ahora, en cierta medida, el blues está divorciado de su audiencia original. Ahora los artistas aprenden escuchando discos", que es una experiencia "unidireccional". En cambio, en Florence's iba en ambas direcciones: el público alimentaba a los músicos y viceversa. Koko Taylor me dijo: '¿Por qué irías a la iglesia si no pudieras holler (vociferar, gritar)? Lo mismo pasa con los conciertos de blues: nadie se sienta quietecito, la gente holler o baila". El blues siempre ha sido "música para bailar. Cuando los blancos la descubrieron la gente dejó de bailar".
Dejar de tocar como estadunidenses
Iglauer dice que le encantaría escuchar a artistas de otros países incorporar sonidos locales, en vez de tratar de tocar como estadunidenses: "El blues nunca ha estado en una caja, siempre ha absorbido otros tipos de música".
En la plática con Iglauer participaron Eduardo Serrano, dueño de Ruta 61, oasis chilango blusero; el promotor cultural Raúl de la Rosa; La Jornada, y dos diarios más. La conversación se llevó a cabo en medio de una enorme cantidad de caimanes de todo tipo peluche, cerámica, plástico que Iglauer colecciona.
Bruce Iglauer sostiene que para que el blues tenga futuro "debe usar ritmos e instrumentos contemporáneos, y, ante todo, debe tratar sobre temas contemporáneos, además de que la gente debe poder bailarlo. Me imagino bandas de blues con blancos y negros, con hombres y mujeres, con instrumentos tradicionales y tornamesas, con shuffles y ritmos de hip hop, con gente que rapea a la mitad de la canción.
"Si el blues va a tener futuro, tiene que haber una reinvención. Quizá no me guste, pero otra gente responderá. Necesitamos encontrar la manera para que los chavos respondan a él como (una expresión) contemporánea". Ya hay ciertos intentos por fusionar blues con hip hop: "Se requiere de músicos de blues con imaginación y confianza en sí mismos y raperos que amen el blues. De hecho, el primer rap que se me ocurre lo grabamos en un disco de A.C. Reed, hace unos 15 años".