Usted está aquí: lunes 8 de enero de 2007 Opinión "Eso es Pana"

José Cueli

"Eso es Pana"

La noche se descolgaba por un balcón en la Plaza México, que era un clamor. Rodolfo Rodríguez El Pana daba vueltas apoteósicas al ruedo, que remató con salida a hombros en la tarde de su despedida, que toreó como nunca. Corrida en la que salió por delante, sin Luna ni horizonte. Solo su estampa de torero, incluido un tabaco en los labios que apuró desde el paseíllo con un desplante solemne, de rito antiguo. En el pecho la herida de lo que pudo haber sido y sólo fue.

"¡Cómo toreó El Pana, vaciándose en los pases por alto, los trincherazos, redondos y naturales de antología". Pases de corte añejo, de estilo propio, acampadas de gracia torera, de risas bandoleras, de remates inesperados. Corrida en que el tiempo era todo y ya no era nada. El torero, cercano a los 70 años, con ganas de ser un maletilla en busca de cartel. Bajo su traje de luces bordado en plata. Bebía sus ayes de sino negro, muy negro, consecuentes con su estilo único.

¡Qué salero el del torero pandero! Cortaban el aire sus banderillas de colores y de negro el par de Calafía! A paso lento arrastraba su torería y en los tendidos las bocas a risas y lágrimas de los aficionados. Lo mismo en sus trincherazos únicos, mando y temple y lo que tienen que tener, que en sus locuras que no podían faltar.

Fue El Pana diestro que odió lo rutinario, el método que castra, y se embebía de lo que le llegaba de dentro de acuerdo al toro. Tuvo la suerte negra que dos bombones planeadores de Garfias le tocaran en suerte. Y vaya que los aprovechó, con un gusto y un sentimiento que ya no se estila. Pero, con toros bravos o mansos, bombones o difíciles, el torero tlaxcalteca acababa el aburrimiento del interminable derechazo que se hio oficial domingo a domingo.

El Pana no aprendió el toreo, lo bebía en los magueyales, lo aspiró en el campo bravo tlaxcalteca, en las caminatas, en las corridas por los pueblos, en la búsqueda de tientas en las ganaderías... lo que llaman correr la legua. Por eso su toreo tuvo siempre lo sublime de lo inesperado, toreo lento, forjado por arte mexicano.

 
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