Dios le alertó que en septiembre habrá otro atentado, dice el reverendo Pat Robertson
Sin rumbo y empantanado en Irak empieza el gobierno del presidente Bush el nuevo año
Ampliar la imagen La activista antiguerra Cindy Sheehan responde en el Capitolio preguntas de los reporteros Foto: Ap
Nueva York, 3 de enero. Empezó 2007 sin rumbo ni propuesta sobre qué hacer con la guerra y las secuelas de un año desastroso para el gobierno estadunidense, en que la propuesta de rehacer el mapa político de Medio Oriente acabó con lo que muchos incluyendo generales y soldados consideran ya una derrota de la nación más poderosa del mundo en las arenas de Irak.
El año recién concluido se inició con grandiosas proclamaciones de "triunfos" en la guerra contra el "terror", prosiguió con la legalización de la tortura y la anulación del habeas corpus, y concluyó con una comisión de expertos de alto nivel incluía a ex secretarios de Estado y oficiales militares que declararon que la guerra de George W. Bush estaba al borde del fracaso como resultado de una estrategia fracasada e inepta.
Tal vez el mejor símbolo de todo esto fue uno de los grandes eventos de 2006, cuando el vicepresidente Dick Cheney, el más ferviente promotor de la guerra, le dio un balazo de escopeta en la cara a su mejor amigo mientras ambos estaban gozando al cazar animales más chicos y débiles que ellos.
Pero no es accidental que hubiese entre 12 mil (según reportó ayer el gobierno de Irak) y 26 mil 782 (en cifras de Naciones Unidas para los primeros 10 meses del año) muertes iraquíes en 2006 (vale recordar que un equipo prestigioso de funcionarios de salud pública de Estados Unidos calculó que unos 600 mil civiles iraquíes han muerto desde el comienzo de la invasión estadunidense, en 2003).
A la vez, en el último día del año recién concluido se registró la muerte número 3 mil de militares de Estados Unidos en la guerra de Irak (sin contar Afganistán).
La Casa Blanca concluyó el año con el comandante en jefe reconociendo que "no estamos ganando" en Irak, aunque rápidamente agregó que "no estamos perdiendo" y anunció que presentaría una "nueva" estrategia antes del fin de 2006, pero todos la siguen esperando.
El vocero de la Casa Blanca, Tony Snow, comentó este miércoles que en torno a la "nueva" política sobre Irak "el discurso aún no está redactado", pero agregó que el tema sería "la victoria, ganar".
En tanto, los fantasmas de Vietnam revivieron aquí en los funerales del ex presidente Gerald R. Ford, centro de atención los últimos cinco días. Con rituales y honores militares, entrelazados con misas, surgieron imágenes que recuerdan el nada glorioso fin de la guerra estadunidense contra Vietnam, el mayor escándalo de corrupción y abuso de poder que causó una crisis constitucional en torno a Richard Nixon y las inevitables comparaciones con la coyuntura actual.
De hecho, muchas de las caras de los tiempos de la breve presidencia de Ford, a mediados de los años 70, siguen en Washington, incluso dos prominentes políticos que formaron parte de su gabinete y ahora son responsables del desastre bélico en Irak: el hasta hace uno días secretario de Defensa Donald Rumsfeld (quien ocupó ese mismo cargo en la presidencia de Ford) y Cheney (jefe de gabinete de Ford).
Pero ninguna figura tiene la sombra de Henry Kissinger, quien como secretario de Estado de Nixon y de Ford fue el encargado de los últimos años de Vietnam y de la política estadunidense hacia otras regiones, en particular Chile y las juntas militares en América del Sur.
Basta resaltar que Kissinger ha sido un "asesor informal" de Bush sobre la guerra de Irak en los últimos meses, quien se ha opuesto a un retiro de las tropas, al igual que en los tiempos de Vietnam, donde muchos consideran que Kissinger prolongó la guerra para preparar un final "honroso".
A la vez, mientras la Casa Blanca continúa buscando su "nueva política" en Irak, este miércoles fue inaugurado el nuevo Congreso con control demócrata. La nueva mayoría es en gran medida resultado del rechazo a la política bélica de Bush y su Partido Republicano, reflejo de que una cada vez más amplia mayoría de este país se opone ahora a esa aventura trágica.
Sin embargo, a pesar de que el centro del debate político en Washington es Irak, el liderazgo demócrata no ha anunciado propuesta alguna sobre la guerra en la lista de prioridades legislativas que serán el enfoque de las primeras 100 horas de trabajos del nuevo Congreso.
De hecho, una conferencia de prensa de líderes legislativos demócratas fue interrumpida hoy por la pacifista Cindy Sheehan y otros 10 manifestantes que coreaban "regresen las tropas a casa ahora", y dejar así patente su insatisfacción porque los demócratas no están ofreciendo, hasta el momento, alternativa a la guerra.
Nadie duda que cuando Bush anuncie su "nueva política" se enfatizará una vez más que Irak es el campo de batalla "central" en la guerra global contra el "terrorismo", y que un retiro pondría en riesgo la seguridad nacional de Estados Unidos.
Eso, como ha sido el caso hasta ahora, coloca a los demócratas en lugar incómodo ya que nadie quiere ser responsabilizado de haber "perdido" a Irak o de una "derrota" ante los "terroristas". Y, una vez más, la grande y poderosa herramienta del temor será empleada.
Por casualidad el reverendo Pat Robertson, figura central del movimiento cristiano derechista, declaró ayer en su programa de televisión nacional que Dios le había dicho que habrá un atentado terrorista contra Estados Unidos antes del fin de 2007.
"El Señor no dijo nuclear, pero yo creo que será algo así", comentó. Agregó que Dios le informó que ciudades mayores y millones de personas serán afectadas por el atentado, que ocurrirá en algún momento a partir de septiembre, y que "gobernará el caos". Robertson hace un retiro personal una vez al año para dialogar con Dios.
Por otro lado, organizaciones antibélicas siguen manifestando su demanda por el fin de la guerra. Hubo protestas en decenas de ciudades para marcar la muerte número 3 mil de efectivos estadunidenses en Irak, y hay por lo menos dos mítines nacionales programados en las próximas semanas, empezando en Washington el 27 de enero.
Aunque circulan varias propuestas entre la elite política sobre qué hacer con Irak, o más bien cómo rescatar a Estados Unidos del desastre, aún no hay consenso de cómo proceder y, por tanto, se mantiene el curso actual, que genera más de lo mismo.
Con ello, el nuevo año empieza aquí como concluyó 2006: con más noticias de muertos y heridos en Irak, más fotos de madres que lloran y con un Dios (cristiano, musulmán, judío) que aparentemente habla sólo con fundamentalistas pero que, hasta el momento, se mantiene mudo ante el sufrimiento desencadenado por estos autoproclamados soldados de la misión divina.