Usted está aquí: miércoles 3 de enero de 2007 Cultura Mientras haya vida rural, el juguete tradicional mexicano persistirá: Florescano

El historiador coordinó un libro sobre estas artesanias, con ensayos de expertos

Mientras haya vida rural, el juguete tradicional mexicano persistirá: Florescano

Muchos de ellos se convierten en piezas de adorno, por su elevada calidad artística

Lamenta el desinterés de los creadores de cultura en las colecciones de pueblo

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Ampliar la imagen Arriba, rueda de la fortuna hecha de lámina y alambre por artesanos de Silao, Guanajuato, y que forma parte de la colección del Papalote Museo del Niño. A la derecha, arriba, ángel de palma hecho por artesanos de Tzintzuntzán, Michoacán; a la derecha, abajo, angelito de azúcar realizado por dulceros de Pátzcuaro, Michoacán. Ambos forman parte de la colección de Gerardo Sánchez Díaz Foto: tomadas del libro El juguete mexicano, coordinado por Enrique Florescano

Ampliar la imagen Arriba, rueda de la fortuna hecha de lámina y alambre por artesanos de Silao, Guanajuato, y que forma parte de la colección del Papalote Museo del Niño. A la derecha, arriba, ángel de palma hecho por artesanos de Tzintzuntzán, Michoacán; a la derecha, abajo, angelito de azúcar realizado por dulceros de Pátzcuaro, Michoacán. Ambos forman parte de la colección de Gerardo Sánchez Díaz Foto: tomadas del libro El juguete mexicano, coordinado por Enrique Florescano

Ampliar la imagen Arriba, rueda de la fortuna hecha de lámina y alambre por artesanos de Silao, Guanajuato, y que forma parte de la colección del Papalote Museo del Niño. A la derecha, arriba, ángel de palma hecho por artesanos de Tzintzuntzán, Michoacán; a la derecha, abajo, angelito de azúcar realizado por dulceros de Pátzcuaro, Michoacán. Ambos forman parte de la colección de Gerardo Sánchez Díaz Foto: tomadas del libro El juguete mexicano, coordinado por Enrique Florescano

El juguete tradicional mexicano, el que nace de las manos de los artesanos, no se encuentra en riesgo, afirma el historiador Enrique Florescano, coordinador del libro El juguete mexicano en el que, mediante ensayos escritos por especialistas, se hace un balance del pasado y presente de estos objetos lúdicos que, en muchos casos, sobre todo en las grandes ciudades, se han convertido en piezas de adorno por su elevada calidad artística.

El problema en el que se encuentra el juguete mexicano es otro, dice el investigador en entrevista con La Jornada. "Al fin y al cabo el juguete, las artesanías, las tradiciones son parte de algo mucho más grande que es la propia cultura local, regional, nacional".

En el libro, publicado por Taurus y que ya circula en librerías, se encuentran los ensayos Imaginación palpable: juegos y juguetes mexicanos, de Jorge F. Hernández; El juguete mexicano en el siglo XX, de Marta Turok; En busca de las historias de los juguetes mexicanos, de Gerardo Sánchez Díaz y las fotografías son de Jorge Pérez de Lara. El volumen, del que ya se prepara una edición especial para Michoacán, se presentará en Morelia el 11 de enero durante una exposición de juguetes mexicanos.

Cuando se me encargó este libro, añade, recurrí a los expertos en el tema, que ya son pocos. "Antes teníamos una gran tradición de antropólogos y de coleccionistas; ahora hay pocos porque no se les estima, sólamente cuando viene la desgracia de que murió el coleccionista y se perdió su colección; pero por ejemplo los periódicos, el sistema universitario, las instituciones educativas no están estimulando esto: nunca se ha hecho una gran exposición de los grandes coleccionistas mexicanos, nada más queremos ir a Bellas Artes pero deberíamos reconocer y valorar a los coleccionistas".

Sólo Toledo

En la elaboración de este volumen encontramos a muchos de ellos, muchos coleccionistas de pueblo con unas colecciones magníficas, que podrían perderse si los gobiernos o las instituciones académicas no se interesan en ellas, subraya. "Se va a perder una riqueza que estaba ahí acumulada, guardada, porque no hay conciencia de la conservación, que es la parte más importante de una sociedad, no solamente la innovación o la invención; conservar quiere decir guardar cultura, conservar una tradición que por haber durado quiere decir que tiene importancia tremenda en esa sociedad, en esa comunidad, pero se olvidan.

"No hay interés en los creadores de cultura, en este caso sí de cultura popular. Se crean museos personalizados lo cual es aberrante y un culto al ego de estas personas, pero no a la cultura. Tendríamos que desarrollar nuevas formas de valorar nuestras tradiciones para conservarlas. La iglesia sí lo hace con la Guadalupana porque le produce ganancias extraordinarias. Habría que promover las ferias de juguetes artesanales porque tienen su sentido social, político y cultural, pero no nada más es la artesanía, sino que hay que vincularla a su conjunto a su entorno socioeconómico para entenderla también".

Otro problema es que no se atiende al creador artesanal y "por eso tampoco hay competitividad, los diseños siguen siendo los mismos, mientras que el juguete internacional está basado en diseños anteriores pero ya le ponen formas y materiales más durables, competitivos. Creo que el único que se ha ocupado realmente de eso es el maestro Francisco Toledo, en Oaxaca, porque ya creó, además de los muchos museos que le debemos, una escuela para hacer papel, para mejorar la calidad del diseño, para los tejidos, para los juguetes etc.

"Eso está haciendo que el artesano tradicional conozca las nuevas técnicas, y ya se ve, porque la juguetería y las artes populares, y las otras, las que llamamos las bellas artes, tienen una expresión magnífica, extraordinaria en Oaxaca, y una continuidad generacional que asombra, digamos, desde la época prehispánica hasta ahora."

Sin embargo, el historiador es optimista: "No creo que exista el riesgo de desaparición del juguete mexicano en tanto persista la vida rural, campesina y pueblerina, porque en esos lugares, la fabricación de esos objetos, y en general de la artesanía tradicional mexicana, es imprescindible, precisamente por ser áreas incomunicadas, más aisladas, con menos relación con el comercio exterior. Ellos mismos fabrican sus propios objetos en cada pueblo y cada región, claro en las capitales comerciales es donde se hacen las ferias en época de festividades populares. Esas fiestas de gran raigambre y tradición provocan flujos y reflujos de población de un lugar a otro y eso es lo que promueve la venta de artesanías, en este caso de juguetes.

"Así que mientras exista la Guadalupana, los santos patrones de los pueblos y las ferias, no creo que esto se pueda extinguir. El problema es si se puede adaptar a una mayor competitividad con el juguete extranjero, fabricado en serie, con el juguete automático y ahora con el juguete electrónico. Pero en cada época siempre ha habido ese tipo de desafíos, de competencia y el juguete artesanal ha subsistido".

 
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