En el Chopo
Papa tiene una maleta nueva
EL CARTEL ERA excepcional; la noche, espléndida, y todo el personal estaba dispuesto a desvelarse al ritmo que marcaran los cinco refulgentes nombres anunciados. Habían transcurrido más de 30 minutos de la hora anunciada para empezar el concierto y nadie salía. Se decía que el abridor no quería que lo grabaran las cámaras de Televisa. Por fin, después de taparlas, apareció un cuate vestido con un pantalón color ladrillo, camisa y Gibson del mismo tono: era el papá de Johnny B. Goode, quien se echó su famoso pasito de pato al compás de Beethoven; Chuck Berry cedió el escenario a Jerry Lee Lewis, quien para demostrar que aún estaba en la cima, tocó el piano literalmente hasta con las nalgas entre Grandes bola de fuego.
CON UN TELON de fondo compuesto por media docena de bailarinas de entalladas mallas y lúdicas danzas, apareció un hombre corpulento vestido de levita verde, pechera con olanes amarillos y cabellera cuidadosamente peinada; a su izquierda, un grupo de coristas seguía el ritmo, y a su derecha, un quinteto de músicos integraba la célebre sección de metales instituida para emitir densas sonoridades funky: James Brown se veía orgulloso de ser negro, de estar en medio del escenario y de reproducir, perfecta y poderosamente, el beat creado por él a principio de los años 60. Entrañables canciones se pasearon entre los convidados a ese recital poli-rítmico. Papá tiene una maleta nueva, Me siento bien y Plis, plis, plis (esta rola nunca tuvo traducción entre el personal sesentero) fueron bailadas, sudadas y cantadas por James con la cachondez requerida. Ray Charles siguió el programa con inolvidables cortes como Qué dije, Tengo una mujer, y un chorro de canciones más. Clausuraron nada menos que B.B. King y su querida Lucille. Entre la neblina existente en el túnel del tiempo, aún reverberan algunos riffs de El llorar no te ayudará ahora y de Dulce angelito, blusesotes interpretados, cuando ya era de madrugada, por el de Mississippi. Al otro día no podía creerlo: asistí a un concierto con un pokarín de leyendas. Fui testigo de aquel suceso y nunca lo presumí; pero, en esa ocasión, descubrí por qué James Brown será por siempre jamás parte vital en el alma del soul y del funk.
Feliz 2007
ENTRE LOS PREPARATIVOS para ir a ver/escuchar a The Who, Coldplay y Roger Waters, la raza chopera enlista también sus prioridades. En primerísimo lugar aparece la seguridad en ese territorio: los locatarios ya organizaron la vaca para contratar a profesionales que den tranquilidad a los visitantes. Los malandrines tendrán que buscar otra zona para realizar sus ilícitos ante las estrategias asumidas por la vigilancia del tianguis; por ejemplo, no perder de vista a los ratas que merodean el tianguis fácilmente identificables, también se colocarán carteles con mensajes para prevenir atracos. Mientras tanto, que siga el rocanrol y salú por el año que viene.