Grupos criminales ametrallan 8 comisarías y un hospital e incendian 4 autobuses
Ola de ataques en Río de Janeiro deja 18 muertos y más de 20 heridos
Desplazan a policías militares en 12 favelas; los reciben a balazos
Autoridades estatales no confirman la presencia del comando PCC
Ordenan reforzar la seguridad por fiestas de fin de año
Ampliar la imagen Rescatistas trabajan en la recuperación de cuerpos en un autobús incendiado por un comando armado cuando acababa de llegar a Río de Janeiro procedente del estado Espíritu Santo. En el ataque murieron carbonizadas siete personas Foto: Ap
Río de Janeiro, 28 de diciembre. Al menos 18 personas murieron y 22 resultaron heridas en sangrientos ataques lanzados en Río de Janeiro por presuntos grupos criminales contra objetivos civiles y policiales, que sembraron el terror en varios barrios de la ciudad, a tres días de la fiesta de Año Nuevo que congrega a cientos de miles de turistas en las playas brasileñas.
Ocho comisarías y puestos policiales, así como un hospital, fueron ametrallados, en tanto que cuatro autobuses y dos coches policiales fueron incendiados en diversas barriadas de Río de Janeiro y su zona metropolitana. Siete personas murieron carbonizadas en uno de los autobuses quemados en el ataque.
Dos policías, nueve civiles y siete atacantes, murieron en los incidentes que se extendieron desde la medianoche hasta las primeras horas de esta mañana, dijo el secretario de Seguridad de Río de Janeiro, Roberto Precioso, tras las acciones en que al menos unos 30 hombres armados participaban en algunos de los ataques contra autobuses.
El peor ataque fue contra un autobús que llegaba a Río de Janeiro desde el vecino estado de Espirito Santo con 23 pasajeros. Hombres fuertemente armados lo interceptaron y le prendieron fuego. Siete personas murieron carbonizadas. "Incendiaron el autobús sin dar tiempo a que todos bajaran", contó un testigo a la cadena TV Globo News.
Unas 20 personas resultaron heridas en los incidentes y tres supuestos atacantes fueron arrestados por la policía, que dijo haber incautado una granada, dos fusiles y dos pistolas. No obstante, la policía temía que la violencia pueda continuar hasta el domingo, cuando Río de Janeiro protagonizará la más importante fiesta de Año Nuevo en Brasil.
Los ataques ocurrieron en suburbios de Río de Janeiro pero también en zonas como Botafogo, Barra da Tijuca y la Laguna Rodrigo de Freitas. "El resultado fue trágico. Si no es por la intervención policiaca habría sido peor", afirmó Precioso.
La Policía Militar fue movilizada para controlar una docena de favelas, feudos del narcotráfico, y varias brigadas fueron recibidas a balazos. En dos de esos tiroteos fueron ultimados dos narcotraficantes, en una ofensiva criminal que hizo recordar los atentados en serie perpetrados periódicamente en Sao Paulo por la organización criminal conocida como Primer Comando de la Capital (PCC).
Sin embargo, las autoridades de Río de Janeiro no confirmaron la existencia de ramificaciones del PCC en esa ciudad. Un contexto en el que Precioso y el secretario de la Administración de Cárceles , Asterio Pereira dos Santos, divergen sobre las causas de los violentos ataques del crimen organizado.
Según Precioso, la ofensiva fue ordenada por los jefes del crimen organizado de Río de Janeiro recluidos en la cárcel de Bangú, para "intimidar" al gobernador electo del estado, Sergio Cabral, que asumirá el lunes próximo, pues temen un aumento de represión y rigor en las cárceles.
En cambio, Dos Santos atribuyó el ataque a una "violenta represalia" contra "milicias" de policías que expulsan a los narcotraficantes de las favelas y luego venden "protección" a los vecinos.
"Hace dos meses los servicios de inteligencia fueron informados de que traficantes de varias organizaciones se unirían para combatir a la policía", informó Pereira. Dijo que "las milicias existen" y son "la cuarta facción del crimen organizado", detrás del Comando Vermelho, el Terceiro Comando y Amigos de los Amigos, los mayores grupos que operan en Río.
Los ataques del jueves fueron similares a los lanzados en mayo en Sao Paulo, atribuidos al PCC, que domina las prisiones de ese estado, en protesta contra el traslado de sus líderes a cárceles de máxima seguridad. Las oleadas de atentados en Sao Paulo y la reacción de las fuerzas de seguridad dejaron en aquella escalada un saldo de unos 200 muertos.
El gobernador electo del estado de Río, Sergio Cabral, afirmó que a partir de su asunción el 1º. de enero ya no tolerará este tipo de ataques, y se dispone incluso a pedir ayuda al gobierno federal para desplazar a la ciudad efectivos de la Fuerza Nacional de Seguridad Pública, a diferencia de Sao Paulo que entonces rechazó el apoyo federal.
Cabral, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), quien remplazará en el mando provincial a la gobernadora Rosinha Matheus, descartó la posibilidad de que los ataques obedezcan a una respuesta de los delincuentes presos a su supuesta intención de cambiar el comando de la Secretaría de Administración Carcelaria.
El alcalde de Río de Janeiro, César Maia, pidió "calma" y señaló que la seguridad pública será reforzada para los festejos de fin de año, en los que se esperan dos millones de visitantes en las playas de Copacabana e Ipanema. Maia dijo estar dispuesto a pedir la movilización de una fuerza federal de seguridad creada el año pasado por el gobierno federal y el ejército.
La policía de Río es conocida por sus duras tácticas y se estima que la venganza podría ser peor. Según reportes periodísticos, la policía mata a más de mil sospechosos cada año en Río, cifra superior a la de algunas zonas de guerra, y los grupos de derechos humanos acusan a la fuerza de seguridad de realizar ejecuciones sumarias.
Río tiene una tasa de asesinatos de alrededor de 40 por cada 100 mil habitantes, una de las más altas del mundo. En marzo pasado tropas del ejército fueron enviadas a las favelas como parte de las duras medidas contra las pandillas de traficantes.
A comienzos de este mes la policía arrestó a 80 de sus elementos por vínculos con el crimen organizado y por participar en la venta de armas y drogas, en el mayor intento del estado por erradicar la corrupción dentro de la institución policial.
En tanto, un juez autorizó al preso Marco Williams Herbas Camacho, líder del peligroso PCC, a casarse en una prisión de seguridad máxima donde cumple una pena de 39 años y 11 meses, según reportó el diario O Globo.